2015-06-01

Beatificación de Monseñor Oscar Romero

class=imgshadowTodo estaba bien preparado y mejor programado: Comenzando por los cortes de calles, la abundante y popular cocina salvadoreña. Los diversos e ingeniosos iconos del hoy Beato Oscar Arnulfo Romero, las gorras y sombreros variopintos, que señalaban la importancia del día.

Nos maravilló ver la inmensa afluencia de peregrinos llegados de todos los rincones del país y del extranjero con sus slogans, carteles, camisetas y banderas.

Quedamos aún más maravillados de la  masiva representación eclesial con seis cardenales de otros tantos países, cerca de cien obispos, sobre todo de América Latina, más de mil sacerdotes de otras tantas parroquias y las monjitas, dispersas entre el pueblo salvadoreño, como corresponde.

No hay que olvidar al pueblo que, un poco olvidado de las cámaras, asistía fervoroso a la espera paciente del toque inicial de la elaborada ceremonia de beatificación.

Muchos son los gestos y vivencias tenidos durante esas largas y calurosas horas, señalemos algunas de ellas:

Los mensajes de las autoridades eclesiásticas. Todos muy llenos de contenido y motivación. Daba, no obstante la impresión de querer transmitir al pueblo en unas pocas horas lo que debiera haberse transmitido y reflexionado durante varios meses, inclusive años antes.

La fe de un pueblo sencillo, con gran afluencia de jóvenes, que cree y vibra por la vida y mensaje del que fuera y sigue siendo “la voz de los sin voz”, Mons. Romero.

 

Los Maristas también presentes

El fervor por la beatificación de Mons. Romero también se sintió entre los miembros de nuestra familia marista, quienes se reunieron bien temprano en la madrugada del 23 de mayo para caminar todos juntos hacia el lugar de la actividad.

Una gran alegría y emoción nos inundaba y disfrutamos junto al resto de asistentes de esta maravillosa fiesta. Hermanos, padres de familia, jóvenes y laicos maristas caminamos, cantamos y sonreímos porque así se sentían nuestros corazones.

Que esta alegría y cada una de las enseñanzas de Mons. Romero queden grabadas en nuestros corazones para seguir extendiendo el Reino de Dios y que la palabra justicia se convierta en una realidad en todos nuestros países.

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Lo que se espera de la beatificación: 

La beatificación de Mons. Romero es una oportunidad única para que  la Iglesia -es decir todo el pueblo católico- emprenda el largo camino de la reconciliación, luchar por la sensibilidad hacia el pobre y necesitado, ejercer la solidaridad sin discriminaciones.

Hay también necesidad urgente de limpiar la imagen distorsionada de Mons. Romero, que muchos interesadamente, han tratado de difundir en el pueblo, para aminorar los mensajes de justicia, paz y solidaridad en el pueblo sufriente.

Esperamos una catequesis a nivel nacional bien pensada y programada de los contenidos de las homilías de monseñor y de llevarlas a la vida, comenzando con nuestros pastores unidos al pueblo que ansiosamente anhelan un país según el espíritu y corazón de nuestro Beato Oscar Arnulfo Romero.

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Hno. Feliciano Arroyo
Carola Muñoz Colindres

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