2005-10-21

En Siltepec Stan dejó damnificada a la tercera parte de la población

Periódico La Jornada – 18/10/2005

Vicente Guerrero, Siltepec, Chis., 17 de octubre. Como si la destrucción de sus comunidades los hubiera mutilado, miles de pobladores de este municipio de la sierra chiapaneca lamentan la tragedia que dejó el huracán Stan, el cual arrasó vastas zonas fértiles situadas a la vera de ríos y en cerros.
EnSiltepec, sumido en altos índices de marginación y pobreza por el olvido en que lo mantienen las autoridades, tiene unos 40 mil habitantes. Stan dejó damnificada a la tercera parte de la población, y decenas de comunidades destruidas total o parcialmente.
2005 va a quedar grabado en nuestra memoria porque desaparecieron muchas comunidades; es como si nos hubieran cortado las manos o los pies, ya no estamos completos, afirmó Evelio Muñoz, campesino de esta comunidad, cuya casa fue arrastrada por el agua el jueves 6. Nunca imaginamos esto que nos hizo la naturaleza, añadió.
Siltepec es un municipio ubicado a mil 900 metros sobre el nivel del mar, donde la migración a Estados Unidos se ha incrementado en años recientes; en muchas comunidades sólo hay mujeres, niños y ancianos.
A este municipio se llega normalmente en dos horas y media desde Motozintla por la carretera pavimentada que pasa por El Porvenir -municipio más alto de la entidad-, pero debido a las lluvias hasta este domingo continuaba intransitable. Por ello, cuando se supo del desastre en la zona se habilitó la carretera de terracería casi abandonada, que comunica con Frontera Comalapa, que al igual que Motozintla es cabecera rectora en la región.
Para llegar aquí hay salir de Comalapa en una camioneta pick up de doble tracción.
El recorrido empieza en Comalapa y sólo puede hacerse en un vehículo de doble tracción. Después de subir más de 30 kilómetros por una carretera cuya pavimentación sigue inconclusa, se llega a Bella Vista, primer municipio de la sierra. Si no ha llovido y no hay vehículos atascados en el trayecto se puede llegar en 5 o 6 horas. El pasaje en transporte público cuesta 100 pesos, más de 50 por ciento de lo que se paga por la otra vía.
Después de subir y bajar cerros y sortear algunos deslaves, se llega a Siltepec. Aquí La Jornada corroboró el pasado fin de semana los múltiples desgajamientos y grietas en cerros, los daños causados por el desbordamiento de los ríos y el desconsuelo en que se encuentra la mayoría de su población.
La zona es un mar de lamentaciones por la pérdida de los cultivos y animales; de reproches por no haber cuidado la naturaleza, pero también por el abandono en que los tiene el gobierno. La ayuda oficial no ha fluido como quisieran, pues en los helicópteros muy pocas despensas pueden ser transportadas. El apoyo recibido es sobre todo de la sociedad civil.
En Toquián se hundió el panteón
Desde las faldas del cerro por el que se baja a la zona urbana se aprecian las grandes manchas rojizas provocadas por los deslaves. Sobresale Toquián, donde más de 20 de las 84 viviendas -además de la telesecundaria- fueron destruidas por un hundimiento de tierra, y el resto está en peligro.
Esa localidad está a dos horas a pie desde la cabecera -en auto no se puede pasar porque se cayó el puente-. El paso es posible gracias a un gran árbol que fue derribado sobre el río para servir de puente.
Muchos aquí lloran además, a los muertos de antes del desastre, pues las corrientes que bajaron del cerro se llevaron el panteón completo la madrugada del jueves 6, y con ello sus difuntos. Hay quienes aseguran haber visto esqueletos y restos humanos bajar por el río. La inhumación más reciente se había hecho tres días antes de la catástrofe.
Pero lo que más inquieta a sus pobladores es que el hundimiento que provocó la destrucción de buena parte del poblado ocurrió en seco, es decir, dos días después de que había parado la llulluvia. Por eso no desean regresar.
Si en Toquián lloran a sus muertos, en Pablo Galeana los habitantes agradecen a sus difuntos porque gracias al camposanto que está en una loma salvaron la vida. Fue el único refugio seguro que encontraron. El problema de ellos son los víveres que no llegan, debido a que el alcalde priísta, Amílcar Pablo Vázquez González, casi siempre está fuera del municipio. Cuando regresó fue agredido por ciudadanos, y las cosas no pasaron a mayores porque intervino el sacerdote José Antonio Zuarth, quien dijo a los inconformes que lo urgente es trabajar y coordinar la ayuda para los damnificadas.
La gente estaba molesta porque la semana del desastre el edil no estaba en el pueblo. Apenas volvió el sábado 8 de octubre y un día después abandonó el lugar otra vez, para retornar tres días después. Y así se la pasa, como sus colegas de Bella Vista, Marbel Pérez, y de El Porvenir, Ariel Vázquez Díaz, que no salen de Motozintla o Comalapa, asegura gran parte de la población, que está acostumbrada a vivir sin presidente. Ni el síndico Mario Velásquez ha aparecido por la cabecera.
En los días posteriores al desastre no había quién coordinara la ayuda, todo era confusión. El Ejército no ha hecho acto de presencia en esta zona, a pesar de ser una de las más dañadas. Pero como no ha salido en las noticias no nos hacen caso, se quejan varias personas.
Fue la parroquia la que asumió buena parte de la responsabilidad de hacer llegar los alimentos, mediante sus catequistas, en coordinación con los agentes municipales. Cuando menos a los cientos de afectados que llegaron a los albergues en la cabecera y a las comunidades cercanas no les faltó ayuda humanitaria porque instancias ajenas a las oficiales, entre ellas la parroquia católica, se dieron a la tarea de recolectar víveres. En la cabecera no hubo daños, por lo que entre los aproximadamente seis mil habitantes se reunieron los comestibles suficientes para que, mientras continuaba la incomunicación con el exterior, los cientos que llegaron de las zonas rurales del municipio no padecieran hambre.
Los primeros en llegar con ayuda inmediatamente después del desastre fueron maestros de la sección 7 del SNTE de la región fronteriza sur -quienes además rescataron a 32 profesores que no podían salir- y la parroquia de Comalapa. Alejandro Ramírez, secretario de organización, informó que hasta hoy continuaban como desaparecidos o sin reportarse ocho mentores que laboran en la sierra.
A la parroquia de Siltepec -algunos ya le dicen tristepec- han llegado unas 20 toneladas de ayuda humanitaria recolectada por la organización católica Cáritas, según informó el párroco Rigoberto Galindo Velásquez, originario de Buenos Aires, una de las 126 comunidades de este municipio. El paso de ésta se hace transbordando y utilizando garruchas para cruzarla por los ríos.
Según los reportes de sus propios habitantes, en Siltepec podrían ser más de dos mil las familias damnificadas, al perder total o parcialmente sus casas, aparte de sus cosechas de maíz y café. Entre las comunidades más afectadas están Cruz de Piedra, que al igual que Toquián sufrió un hundimiento; Las Cruces (se desgajó un cerro), Vicente Guerrero, Vega de Guerrero, Pablo Galeana, Honduras, Argentina, Delicias, Santa Amalia, Paraíso, que fueron perjudicadas por los ríos. En varios casos las comunidades que no resultaron afectadas instalaron albergues u ofrecieron sus casas para los afectados. Una de las localidades a las que no se había podido enviar ayuda desde la cabecera es Honduras, que está muy alejada.
Algunos pobladores han manifestado su deseo de no regresar a sus comunidades de origen y piden al gobierno que los reubique fuera del municipio. Las muchas localidades que estaban en la vega de los ríos -donde están las tierras más fértiles- definitivamente no volverán a asentarse ahí. Las autoridades comunitarias temen un éxodo masivo hacia Estados Unidos en los meses por venir.
En estas tierras, que también se han convertido en zona de paso para miles de indocumentados centroamericanos, sólo se produce maíz, y la cosecha se recoge cada cuatro o seis meses, dependiendo de la especie que se siembre. Los cafetales, principalmente, y gran parte de estos cultivos -única fuente de ingresos- desaparecieron con las aguas.
Las tormentas que desde el jueves pasado han caído en esta zona tienen a la población muy angustiada porque teme más desgajamientos de los cerros. Hasta el domingo el servicio telefónico era irregular y el único banco no había dado servicio desde que iniciaron las lluvias, el 3 de octubre pasado.

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