2020-09-17 PARAGUAY

Indígenas y Covid-19 en el Paraguay

Miguel Fritz, OMIEl P. Miguel Fritz es miembro de la Congregación de los OMI, de origen alemán. Desde hace más de 30 años trabaja en el Chaco Paraguayo. Los oblatos han sido los misioneros que han centrado sus esfuerzos atender, proteger y evangelizar los pueblos indígenas de la zona. Gracias a su incansable labor, ahora varios pueblos indígenas (guaraní y nivaclé principalmente) disponen de tierras, reconocimiento civil y social y conservan sus costumbres y cultura, a través del lenguaje escrito en sus propias lenguas que los oblatos han sistematizado y elaborado la gramática.

Los Hermanos Maristas del sector Paraguay, han compartido la misión en la escuela, colegio y centro de Formación de Profesores paraguayos e indígenas en la zona inhóspita del Chaco. Ahora los maristas continúa su presencia principalmente a través del voluntariado SED que cada año participa en los Campos Misión.

 

Los Indígenas y el COVID-19

Miguel Fritz OMI

En el Chaco (la selva seca más grande del mundo), donde viven 15 de los 19 pueblos y la mitad de los 120.000 indígenas del Paraguay, muchas comunidades se habían auto-aislado, al menos durante la cuarentena más estricta. Pero en el Chaco tuvieron que abrir las barreras, para dar acceso a los camiones que traen víveres – sea del gobierno local, para repartir la tan necesaria merienda escolar, o para los “macateros” (mercaderes), ya que por la prolongada sequía no hay nada de producción propia. Y, lo que es peor este año, es que tampoco ya no hay agua en los aljibes, ni tampoco en los tajamares, por lo cual dependen de camiones cisterna que deben traer el líquido vital (en el Chaco casi sólo se encuentra agua extremamente salina en el subsuelo).

Yo vivo en una comunidad de indígenas nivaĉle que se llama Fischat (que significa “palmar”), la primera misión de nuestra Congregación, Misioneros Oblatos de María Inmaculada (desde hace casi 100 años). Muy bien conocida por los Hermanos Maristas, quienes durante varios años trabajaron con nosotros en este nuestro Vicariato Apostólico del Pilcomayo.

 

Distancia Social, lavarse las manos!

Aunque ya son 6 meses que vivimos en cuarentena (actualmente ya más atenuada), a la mayoría de los indígenas, les cuesta todavía de convencerse de la seriedad del problema del corona virus. Muchos piensan, que es sólo un “problema de los blancos”.

Lavarse muchas veces las manos, es un medio de protegerse – pero, ¿cómo, si muchas veces falta agua para tomar?

“Distanciamiento social” – es algo imposible en una comunidad indígena que se caracteriza precisamente por un alto grado de compartir – sin mencionar que en cada una de las casitas conviven hacinados varias generaciones.

A modo de experiencia propia: tuvimos en pocas semanas de cuarentena varios fallecimientos (¡gracias a Dios, no por covid-19!). Y tuve que realizar los funerales. Es ahí, cuando los nivaĉle muestran muy abiertamente su dolor, sobre todo en el momento del entierro, si bien, normalmente son más bien reservados en expresar sus emociones.

Además, cada muerte evoca gestos de solidaridad. Como deben enterrar muy pronto a sus muertos, cada uno sabe muy bien qué hacer: envolver el cuerpo en la sábana con su colchón; juntar sus bienes (para enterrarlos junto al cuerpo); cavar la fosa; realizar la oración; llamarle al “ele” (sacerdote), etc. Eso hace inevitable que se junte la gente; más todavía durante el entierro mismo, que se realiza, apenas los jóvenes hayan terminado de cavar el hoyo.

Por mi parte, intento explicarles que no deberían juntarse más de 10 personas. Hasta ahora, sólo una vez se logró que fueran acompañando al difunto únicamente 10 en la camioneta; pero enseguida vinieron más. No tengo el corazón de enviarlos a casa. Yo llevo mi tapaboca. Sólo una vez logré que otros 5 trajeran también su máscara. ¿Mantener distancia social? ¿Cómo? Intento frenarme para no dar la mano, menos todavía una palmada o un abrazo a los parientes más cercanos. Pero, me duele. Y lo peor: intuyo (¿o me lo imagino?) que la gente siente: “Así son los blancos: nos rechazan; ¡tienen asco de nosotros!”

Tanto hemos luchado para mostrar nuestra cercanía, nuestro cariño… Recuerdo, cómo algunos nivaĉle me dijeron sorprendidos, “los blancos no suelen compartir con nosotros”, mientras les pedí de pasarme también su tereré. Todo eso es ahora imposible, prohibido, malo. ¡Lo siento tanto!

¿Cómo perder en pocas semanas lo que hemos construido en años? Me siento muy incómodo, frente a este distanciamiento social…

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