2008-07-08

Actividades de voluntariado con los más necesitados

ProvinciaEn varios colegios de la Provincia Mediterránea, desde hace más de diez años, los alumnos que acaban 2º de bachillerato (en torno a los 18 años) tienen la oportunidad de participar, durante el mes de julio, en distintos campos de servicio. Renunciando a parte de sus vacaciones, acuden a colaborar en comedores sociales, centros de deficientes psíquicos, residencias de ancianos, hospitales, etc. Ellos son también quienes corren con los gastos de viajes y alojamiento.

Esta experiencia, coordinada desde la comunidad marista de Castilleja de la Cuesta (Sevilla), se lleva a cabo en la ciudad de Sevilla y en pueblos cercanos. Dura diez días y comprende dos momentos muy distintos: por las mañanas estos muchachos trabajan en dichos lugares durante cinco o seis horas; las tardes las dedican a la reflexión personal o en grupo sobre temas de solidaridad y compromiso cristiano. El número de participantes varía cada año; este año se aproxima a los noventa.

La labor que hacen es, en todos los casos, muy sencilla: en ocasiones acompañan a ancianos, les dan conversación, pasean con ellos; otras veces trabajan en talleres con personas deficientes; unos sirven en comedores sociales, recogiendo y limpiando después de las comidas; otros dan de comer a personas deficientes, les hacen compañía…

Esta experiencia se ofrece a todos los chicos y chicas que forman parte de los Grupos de Vida Cristiana que están siguiendo su proceso de formación, según el plan de pastoral de la Provincia Mediterránea. Para participar en ella deben pedirlo expresamente por medio de una carta indicando sus motivaciones. En años anteriores, estos jóvenes tuvieron la oportunidad de asistir a campamentos, convivencias, pascuas juveniles…

Quien coordina la actividad es el hermano delegado de pastoral vocacional, que es quien busca los lugares de trabajo, selecciona a las personas según las motivaciones que hayan manifestado y elabora los materiales de reflexión. Le acompaña algún hermano más y un pequeño grupo de catequistas de los colegios. Durante esos días se realizan, asimismo, sesiones de acompañamiento personal para detectar los distintos sentimientos que vayan surgiendo.

Cada muchacho o muchacha sólo puede participar de esta experiencia una vez. En el verano del año siguiente, cuando están en la Universidad, se les ofrece iniciativas de otro tipo: formativas, de convivencia, retiros, etc. Algunos de ellos empiezan por entonces a formar parte de los animadores de los Grupos de Amistad de sus respectivos colegios.

La mayoría de estos jóvenes guarda muy buen recuerdo de esta experiencia. Muchos de ellos se comprometen después a realizar trabajos de voluntariado en sus ciudades. Otros se ofrecen como colaboradores de los campos de trabajo internacionales que propone SED (la ONG marista). Y, en definitiva, todos quedan ?marcados? tras el contacto que tuvieron con personas necesitadas de cariño, atenciones y ayuda de todo tipo.

Es cierto que la solidaridad preocupa a los jóvenes. Para el cristiano es una manera de cumplir el mandamiento del amor. Dentro de la formación que se imparte en nuestros colegios, que incluye compartir vivencias de compañerismo, oración, reflexión, diálogo…, la experiencia de solidaridad es fundamental, sobre todo, en el momento de la vida en que hay que elegir carrera, estilo de vida o vocación.

H. José Delgado García

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