2009-08-08

En busca de la calidad educativa – Un encuentro multisectorial llamó a hacer un esfuerzo para mejorar la educación

hspace=5La pobreza, la marginalidad, la injusticia social, la falta o la deficiente educación hace que más argentinos queden excluidos de la sociedad. Por eso todos, gobernantes, empresarios, docentes, padres deben comprometernos para cambiar la situación. Para que aumente la cantidad de chicos educados que puedan revertir su condición de pobres y se logre el desafío de la equidad.
Este es el resumen de lo que se escuchó ayer por la mañana en el Foro Anual de Calidad Educativa, que organizó la asociación civil para la mejora de la educación, Proyecto EducAr 2050. Con el título Mejorar la educación argentina. Desafío del Bicentenario, el encuentro contó con la participación de líderes de empresas, académicos y políticos. En el panel de las Propuestas, hablaron director de la Unidad de Planeamiento Estratégico de Educación, Juan Carlos Tedesco; la directora de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés Silvina Gvirtz; el presidente de la Academia de Letras, Pedro Luis Barcia; y el rector del colegio Champagnat, hermano Eugenio Magdaleno.
Cada uno con su estilo trazó un diagnóstico de la educación actual y aportó propuestas. La pobreza y la iniquidad educativa-social dieron la nota. El presidente de la asociación civil, Manuel Alvarez Trongé, quien al inaugurar la jornada hizo un fuerte llamado a revertir los malos índices educativos porque la pobreza no puede esperar.
Tedesco centró su discurso en las desigualdades educativas. Señaló que la iniquidad comienza con la falta de oportunidades educativas que tienen muchos niños de tres años. Es fundamental focalizar esfuerzos en esta etapa inicial, ya que el desarrollo cognitivo básico se forma entre los dos y los cinco años de vida, dijo. En este sentido aportó un dato interesante. Si bien dijo que Finlandia invierte lo mismo que Inglaterra o Francia en educación, obtiene mejores índices porque el país nórdico ofrece una mejor calidad en las salas de 3, 4 y 5 años. Lo que hacen los chicos antes de entrar en la escuela tiene un impacto inmenso en su rendimiento futuro, explicó.
Un proyecto de vida
Los tres especialistas que siguieron subrayaron la importancia que tiene el que los chicos puedan formular un proyecto de vida que los movilice para alcanzar metas altas.
El hermano Magdaleno trazó un perfil sombrío de la realidad del adolescente posmoderno. Los describió como jóvenes desestructurados, que viven sin norma ni ley; hijos de la incertidumbre familiar, política, ética; racistas y discriminadores. Necesitamos maestros llenos de convicciones que saquen a los chicos de esta cultura de la incertidumbre en la cual se mueven, donde no saben para qué viven ni quiénes son, y los inserten en la cultura de la certeza, de los valores humanos que permanecen, dijo.
Trazó luego el perfil de educador que el siglo XXI precisa. Uno responsable que invite al esfuerzo, que sea próximo, empático, que tenga una mirada encarnada de la realidad, que sea abierto al diálogo y apto para ejercer la autoridad poniendo límites y exigiendo respeto.
Barcia insistió en la necesidad de que cada joven tenga un proyecto que los ayude ser mejores ciudadanos. Yo fortalecería en ellos la autoestima, el conocimiento de sí mismos y la autoconducción, explicó.
Como buen enamorado de las letras, hizo hincapié en que los chicos manejan el lenguaje de manera clara, concisa y correcta. Invitó a padres y docentes a intentar que los jóvenes se conecten con su realidad y limiten el contacto con el mundo virtual, que los excita, pero que debilita su atención. Dio un consejo simple: domesticar la electrónica y usarla creativamente como herramienta para aprender más. ¿Por qué no?

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Agustina Lanusse
Para LA NACION – 08/08/2009

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