2015-06-23

Entrevista al H. Juan Carlos Fuertes, nuevo provincial de Mediterránea

 Entrevista publicada en Alzira (Valencia)

Juan Carlos Fuertes (Albalat), nuevo provincial de la Provincia Marista Mediterránea
“Llegar a ser hermano marista fue para mi un sueño hecho realidad”

¿Recién nombrado Provincial de la Provincia Marista Mediterránea, ¿cómo afrontas este gran reto?

class=imgshadowTengo que decir que estos días estoy recibiendo la expresión del cariño de la gente, hermanos y amigos, y eso me estimula mucho. Este cariño lo he sentido también cuando he pasado de visita por las comunidades y he estado hablando con la gente o en diversos momentos de encuentro, formación,… Todo esto me hace afrontar este momento con mucha alegría e ilusión. Animar la vida marista de nuestras obras –colegios y obras socialesy de nuestras comunidades es una labor que a mi modo de ver es realmente apasionante. Sobre todo por la calidad humana de la gente con la que me relaciono: hermanos maristas, profesores, catequistas, laicos maristas, niños y jóvenes,…

¿A qué edad descubres tu vocación?

No es fácil responder a esta pregunta porque no hay un momento concreto. Sí que es cierto que desde que estaba terminando el colegio en Algemesí (a los 14 años), yo ya quería ser hermano marista. Yo conocía a los hermanos y me preguntaba si podría ser como ellos. Y ahí empecé mi formación en el seminario hasta que a los 20 años hice mi primera profesión como hermano. Era como un sueño que había conseguido hacer realidad. Sin embargo, fue posteriormente cuando comprendí qué era ser hermano. Entendí que ser hermano no era un título o algo externo. Ser hermano tenía que ver con el corazón, con el modo de vivir concreto que yo tenía. Y tenía que ver con la educación de los niños y jóvenes, tenía que ver con la sencillez de vida, con el compromiso con los más desfavorecidos de la sociedad, con ayudar a crecer a otros, con ayudar a darnos cuenta de que estamos en esta vida para vivir con sentido, con vivir el Evangelio de Jesús al máximo y dejarnos llenar de su mensaje de amor y de compromiso por los demás. Y cuando uno vive así, cuando empecé a darme cuenta de esto en mi vida, mi vida cambió. Y ahí entendí qué era ser hermano y que realmente quería serlo. Yo tendría entonces 26 años.

¿Cómo era tu día a día cuando eras pequeño? 

Tengo que decir que llevo más años fuera de la casa de mis padres que dentro. Salí de Albalat a los 14 años y llevo 26 como marista (comprendiendo mis años también de formación).

 

Lo que tengo muy claro en mis recuerdos es que estaban centrados en el colegio de Algemesí donde yo hacía la mayor parte de mi vida. Allí tenía mis verdaderos amigos y allí ocurrían las cosas más importantes para mí. Mi vida tenía como dos núcleos fundamentales: colegio y familia. Y estos dos núcleos los he vivido muy intensamente porque de ellos he recibido mucho. Así que mi día a día se centraba en estos dos ambientes. Aquí he tenido mis mayores amigos, mis mejores experiencias, me he divertido, he crecido,…

¿Cómo defines el estilo de vida Marista?

El estilo de vida marista tiene una característica fundamental: la fraternidad. El hecho de que nuestro fundador nos soñara como hermanos ha configurado nuestra espiritualidad, nuestra misión y nuestro modo de relacionarnos con la gente. Esto ha hecho que en la vida marista valoremos mucho la relación directa y sencilla, la acogida, el servicio,… Y esto impregna todo, nuestra vida de comunidad y también nuestra misión de evangelizar educando. Nuestro trabajo se centra en la educación cristiana de niños y jóvenes basada en una concepción integral de la persona humana desde la perspectiva cristiana. Y nuestro deseo es ayudar a crecer a las personas en todas sus dimensiones: personal, física, espiritual, intelectual, afectiva, social,… Y esta misión la hacemos desde obras de educación formal (colegios) y también desde plataformas de educación no formal (hogares de acogida de niños, escuelas de segunda oportunidad, centros de día,…). Todo esto nosotros lo llamamos vivir al estilo de María, la madre de Jesús, de la que hemos tomado nuestra sencillez, nuestro estilo educativo, nuestra capacidad de anunciar a Jesús con nuestras palabras y nuestro estilo de vida.

¿Cuáles son los principales obstáculos y ventajas que te vas a encontrar par poder llevar adelante tu “provincialato”?

Desde mi punto de vista, estamos viviendo uno de los momento más ilusionantes de la vida de las congregaciones religiosas y de la Iglesia. Es un momento de cambio. Ha desaparecido un paradigma (un modo de hacer las cosas, de vivir) y otro está naciendo. Nuestra misión como maristas es ayudar a nacer a este nuevo paradigma. Y aquí vienen nuestras dificultades y nuestras ventajas. Está el miedo a dejar lo que una vez nos dio seguridad e identidad, está la inseguridad ante lo que no conseguimos ver todavía como futuro,… Y eso crea que muchos de los que formamos esta familia nos cuestionemos: bueno, ¿qué hacemos aquí? Y esto se convierte en una gran ventaja porque nos permite desaprender lo que no nos sirve y construir y aprender lo que nos puede ayudar a crecer como personas, como educadores, como religiosos, como maristas. Y esto sería el reto: cómo rescatar lo más importante de nuestra vida y convertirlo en semillas de futuro. Todo esto lo podemos hacer, porque contamos con un potencial humano de mucha calidad de hermanos y de laicos en todos los lugares de la provincia.

El Colegio de de los HH Maristas de Algemesí ha tenido gran repercusión directa en la vida de miles de vecinos de la comarca. Cuál es la clave de su implantación social?

Me parece que este estilo de fraternidad y de relación tan sencilla y tan directa tiene mucho que ver en la repercusión de los maristas en Algemesí. Sentir que estás en casa cuando estás en el colegio porque así te tratan los hermanos, los profesores y la gente del cole- gio: como en casa. Y por otra parte, los maristas se han inte- grado en la vida de la ciudad de una manera signifi Estas dos cosas, han hecho de los maristas personas que ge- neran vida a su alrededor. Eso engancha a las personas que pasamos por allí.

Estas dos cosas, han hecho de los maristas personas que generan vida a su alrededor. Eso engancha a las personas que pasamos por allí. -¿Qué tres personas consideras fundamentales en tu vida y por qué?

En primer lugar están mis padres. De ellos he aprendido cosas muy importantes en mi vida: el valor de la vida que se da a los demás, la sencillez, la capacidad de escucha, la alegría, la fuerza de la fe, el trabajo constante,…

En segundo lugar están mis amigos. Especialmente dos de ellos que me ayudan siempre: Manuel y Samuel. De ellos aprendo constantemente valores que para mí son importantes como lo pueden ser el servicio, la relación fraterna y cercana, la disponibilidad, la amabilidad, la entrega,… En tercer lugar he de mencionar a un hermano que me ha ayudado a vivir desde lo más importante de mi vida. Es el H. Pietro Stò con el que sigo un proceso de acompañamiento personal y que me ayuda a conocerme y a ir viviendo desde lo que soy. Para mí esto es una de las cosas más importantes que puedo hacer en mi vida y lo estoy haciendo gracias a él.

-¿Consideras que hay crisis vocacional?

Yo no me atrevería a decir así de claro que hay crisis vocacional cuando veo tantas personas que son maristas de corazón y que vibran con todo lo que tenga que ver con lo marista y“las instituciones no están para alimentarlas, sino para alimentar a las personas” que viven la espiritualidad y la misión de los maristas desde su propia vida comprometiendo en muchos casos su vida personal y familiar. Más que crisis vocacional yo me atrevería a decir que hay ahora una nueva manera de ver las cosas. Si hace unos años podíamos ver la vitalidad de nuestra familia religiosa por el número de hermanos, hoy no podemos tener este criterio como único punto de referencia para asegurar la vitalidad de nuestra familia. Personalmente considero mi vocación como hermano un regalo de Dios porque me hace vivir desde lo más importante y me ayuda a crecer como persona en todas mis dimensiones. Me ayuda a disfrutar de la vida en toda su plenitud. Y creo que este camino plenifi a las personas. Pero sería un error creer que es el único camino. Yo animo a la gente que a pueda ser hermano, le ayudaría a vivir la vida desde una perspectiva totalmente humanizadora porque Dios nos potencia todas nuestras cualidades como personas: lo personal y lo espiritual. Pero reconozco –como no podía ser de otra maneraque son muchos los caminos de plenitud del ser humano y de ser cristiano en nuestra Iglesia. El trabajo de cada uno es encontrar este camino para crecer. Y este trabajo vocacional es tan apasionante que nunca podrá haber crisis vocacional.

¿Cómo defial Papa Francisco?

Para mí el Papa Francisco es un auténtico testigo del Evangelio de Jesús. Se lo cree de verdad y lo pone en práctica. Su cercanía a las personas, su normalidad en hacer las cosas, su acción en favor de los más abandonados de esta sociedad, su trabajo por la paz y la unidad,… hablan de un hombre de Dios y un hermano universal.

¿Qué valores crees que se están arraigando con fuerza en los jóvenes y qué valores crees que están desplazándose de la vida de los mismos?

Sería complicado hacer un análisis exhaustivo de los valores de los jóvenes en un breve comentario. Hay una tendencia a vivir más los valores personales y dejar aparte todo lo que tenga que ver con las instituciones, sean sociales, públicas o religiosas. Esto es quizá lo que más me llama la atención en una mentalidad como la nuestra, donde hemos puesto más interés en conservar las instituciones que en preocuparnos de las personas. Y esto aparece como una llamada de la sociedad de hoy, jóvenes y no tan jóvenes, para que atendamos a las personas en primer lugar: sus situaciones, preocupaciones, necesidades,… Porque las instituciones no están para alimentarlas, sino para alimentar (material y espiritualmente) a las personas. Los jóvenes nos ayudan a esto.

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