2021-08-17 CUBA

Monseñor Emilio, el alma de la Nueva Presencia Marista, celebra 30 años como pastor

En días pasados, el Monseñor Emilio Aranguren Echeverría, antiguo alumno de Santa Clara, Cuba y afiliado al Instituto de los Hermanos Maristas, celebró sus 30 años como pastor. Monseñor Emilio ha sido el alma de la Nueva Presencia Marista en la Mayor de Las Antillas, tanto en Cienfuegos como en Holguín. Reproducimos un artículo publicado por los medios de comunicación de la Diócesis de Holguín.

 

MONSEÑOR EMILIO: 30 AÑOS COMO PASTOR

Por Manuel Alejandro Rodríguez Yong

Transcurría el año 1991. En la diócesis de Santa Clara los jóvenes celebraban la Pascua. Hasta allí llegó Mons. Faustino Sainz, en aquel entonces pro-nuncio apostólico en Cuba. Junto a los jóvenes estaba el P. Emilito, a quien el legado pontificio le pidió tener un encuentro en La Habana. Y así fue. La reunión cambiaría para siempre la vida del entonces presbítero santaclareño. De la nunciatura salía con la noticia de que el Papa Juan Pablo II le había nombrado Obispo Auxiliar de Cienfuegos-Santa Clara. Tenía en ese momento 40 años de edad y 15 de sacerdocio.

El contexto de su nombramiento le llevó a elegir como lema una palabra que hoy, al cabo de los años y siendo otro el contexto, es aún una exhortación a no decaer: ¡Ánimo! , esa que dijo el Maestro a los discípulos cuando temían, mientras la barca era sacudida por las olas.

Han pasado 30 años desde que Mons. Fernando Prego le ungiera la cabeza y se incorporara al colegio episcopal. Desde entonces su vida como pastor ha sido un servicio constante a Cuba y su Iglesia. Esa misma Iglesia que le marcó desde su niñez con el testimonio de los maristas, salesianos y pasionistas. No se puede obviar a sus padres, emigrantes vascos que hicieron de la casa familiar una pequeña iglesia doméstica donde él, su hermano y sus tres hermanas fueron educados en la fe y en valores.

Allí donde encontró apoyo cuando decidió irse al seminario. A semejanza de dos tíos paternos, que fueron misioneros en Cuba. Uno era sacerdote diocesano y el otro franciscano. Además del báculo, como símbolo de su ministerio, Emilio posee también una makila, que es el bastón del pastor vasco que trajeron sus primos de Euskadi. Siempre usa la alianza de matrimonio de su padre y que al otro día de su ordenación su madre le obsequiara. Fueron cuatro años como obispo auxiliar, hasta que, en 1995, al erigirse la Diócesis de Santa Clara y su desmembramiento del territorio cienfueguero, la Perla del Sur vuelve a tener un obispo. Mons. Emilio se convierte en el sexto obispo diocesano.

Cuando en 2005 el Papa Benedicto XVI acepta la renuncia de Mons. Héctor Luis Peña como titular de Holguín y Mons. Emilio se convierte en el segundo obispo diocesano de la nororiental diócesis, recibía una de las más extensas y habitadas del país, la cual pastorea hace ya 15 años.

Muchos han sido los servicios que ha prestado al interior de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC) atendiendo la secretaría general, como miembro de su comité permanente, animando la comisión de laicos… y desde hace algunos años presidiendo dicho organismo colegial. A nivel regional su servicio también se ha hecho notable dentro del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), en el cual fue miembro de la Comisión Episcopal del Departamento de Misiones, presidente del Departamento de Comunión Eclesial y Diálogo y miembro de la presidencia de dicho organismo como Presidente del Comité Económico.

En la actualidad es uno de los obispos cubanos de menor edad y vasta experiencia pastoral. Ha vivido muchos sucesos como protagonista o ha estado cerca de los protagonistas. Valdría recordar que fue uno de los firmantes de la carta pastoral “El amor todo lo espera”, en 1993, o su trabajo al frente de la comisión organizadora para la visita de Juan Pablo II. Ha presenciado el surgimiento de nuevas diócesis, la ordenación de nuevos obispos, el establecimiento de Cáritas Cuba, el desarrollo del Plan Pastoral, el auge de diversas publicaciones diocesanas, la creación de centros de formación, etc. Participó en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y Caribeño en Aparecida. Vivió la visita de Benedicto XVI y la de Francisco, quien además estuvo en tierras holguineras.

Mucho se puede contar de su ejercicio como obispo. Me quedo con su testimonio de trabajador incansable. De pastor cercano. De apasionado por el deporte, comunicador y predicador, a quien nada humano le es ajeno. Del que no se cansa de inventar metáforas o “cuentecitos” para transmitir una enseñanza. El que recuerda nombres, fechas y detalles puntuales. Quien organiza y proyecta el trabajo pastoral de una diócesis. Y aun ocupado, siempre hace un tiempo para aquel que le necesita. El ser humano que a pesar de su ministerio también peca y tiene defectos como cualquier otro. Con ese que sobre todo se sabe arcilla en manos del alfarero y que desde lo poco y pequeño de la cotidianidad intenta cada día ser hermano, padre, sal, luz y levadura.

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