2005-05-30

Noticias desde Líbano – Carta del H. José María Romero

Carta del H. José María Romero.
Queridos todos, hermanos y amigos: Con algunos de vosotros hace ya tiempo que no me comunico. La realidad es que todo va muy bien y que llegamos al final de curso con el cansancio y la rutina propios de estas circunstancias. Pero muy bien en conjunto.
Parece que, con la retirada de los sirios, las cosas van entrando en su cauce aunque la unión entre los libaneses es otro gran milagro que hay que esperar con el tiempo y con los chanchullos de la política. Que a lo mejor se logra algo bueno y definitivo. Esperamos.
El sábado por la mañana hablaba por teléfono con mi hermana Pilar, y cuando le anunciaba que me iba al monte a pasar dos días de excursión-peregrinación con 60 chicos, casi me trata de loco. Pero, como es natural, todo salió muy bien.

Salimos de casa en coche del colegio y nos dejó a unos 6 Km. del santuario de la Virgen del Líbano. Hicimos el recorrido a pie, lentamente -nos duró dos horas el trayecto- rezando el rosario y cantando cantos en árabe, acompañados de guitarras y megafonía y la gente nos miraba con curiosidad y cariño. Llegamos al santuario, lo visitamos, estuvimos rezando y aún tuvimos que andar un par de Km. hasta llegar a la casa donde deberíamos pasar la noche. Digo casa por decir algo, pues los chicos tuvieron que dormir, los mejor alojados, de cinco en cinco por los suelos; otros se salieron al aire libre para estar más confortables. A mi, me ofrecieron bajar al convento de monjas efraimitas, que dicen que tenían un cuarto libre. Estas monjas son de rito siríaco y había una que hablaba francés: para algo era la superiora. Había monjas iraquíes las unas, iraníes las otras, pero muy amables todas.
La superiora me dijo que había tenido suerte pues el único cuarto libre era el de un arzobispo retirado que se alojaba allí y que estaba de viaje. Así que a dormir en el cuarto, más aún en la cama, de Su Santidad el Patriarca Basileos Josephus IV, que cualquier día vemos en los altares. La realidad es que el cuarto era de lo más sencillo, pero sin mosquitos, que a la postre era lo que más me apetecía. Como jabón de tocador había una especie de Jabón Lagarto, de ese antiguo, gordote y con las esquinas ya romas del desgaste. Muy bien. Dormí como los propios ángeles, en consonancia con la Cama de Su Santidad.

Al día siguiente, estuvimos otra vez en el santuario oyendo misa solemne, con la iglesia repleta de gente que, verdaderamente, venía a rezar. Una gozada. Reuniones con los chavales, juegos en la medida que lo toleraban nuestras fuerzas y a las cuatro y media de la tarde ya estábamos en el cole. Como os podéis imaginar lo que más me apetecía era mi cama que sin ser de Su Santidad era la mía y dormí no sé cuantas horas. Esta mañana ya he estado en clase como nuevo y saludando a los chicos que estuvieron conmigo ayer en la excursión que, como yo, tenían un cierto aire de cansancio y de familia.
El miércoles, que es otra fiesta, me voy con los profesores que salen del colegio a otra peregrinación. Y ya, dentro de poco, pues los
exámenes y … hasta la próxima.

Como veis no os cuento nada, pero el parloteo llena mucho. Para todos un fuerte abrazo, feliz final del mes de mayo y feliz final de curso.
Vuestro, José María.


Hoja Informativa marista Mediterránea, n. 26

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