2005-05-08

Una experiencia de Vida. La Chona 2005

Semana Santa. No podríamos encontrar un espacio más propicio para reflexionar sobre el sueño de Dios para cada uno. Con un grupo de 20 jóvenes aspirantes (estudiantes de Bachillerato y Universidad), tres hermanos escolásticos, tres postulantes y 11 hermanos, iniciamos nuestro campamento misionero en el Postulantado de la Chona (México). Nos distribuimos en 10 pequeñas comunidades, que difícilmente pueden ser atendidas por los sacerdotes de la parroquia. Una excelente oportunidad para compartir con ellos fe y vida. Oportunidad que fue en gran manera aprovechada. Agradecemos a los hermanos formadores del Postulantado y a los postulantes mismos por su generosa acogida y por su apoyo en la organización de este evento. Van aquí los testimonios de tres de los participantes, un hermano, un postulante y un aspirante.

?Atardece en un camino de terracería, en los límites de los estados de Aguascalientes y Jalisco. Luis Enrique y yo nos dirigimos a la última visita de las muchas que realizamos durante la corta pero intensa misión vocacional 2005. Los dos estamos muy cansados. Los dos tenemos tierra no sólo en los zapatos, sino por todo el cuerpo. Yo me he pescado un extraño dolor en la parte izquierda de la cara, seguramente porque el polvo nuestro de cada uno de estos tres días se sumó a mis eternos problemas respiratorios. Me impresiona la fuerza interior de Luis, que desea seguir visitando, seguir entrevistando, seguir animando. Gracias a él, yo también siento el mismo impulso, a pesar del dolor de cabeza. La camioneta del postulantado (una especie de polvorón con ruedas, donde se han ido escribiendo los saludos de una comunidad misionera a las demás) rebota con cansancio entre los baches y las piedras. Acabamos de tomarnos un vaso de agua de lechuga (¡deliciosa!) en la casa de Lupe y de Lucha. Los dos nos sentimos felices de lo que Dios ha venido suscitando en nuestros corazones (los nuestros, los de los muchachos, los de los demás hermanos, los de la gente sencilla de esta generosa y desértica región). A pesar de que vivimos más incómodos en el postulantado que en las comunidades de misión, nadie ha protestado. Al contrario: sentimos que los lazos se han ido estrechando, yendo de la desconfianza, al compañerismo a los gestos verdaderos de fraternidad. La generosidad de los muchachos es impresionante, alimentada por el corazón generoso de mis hermanos maristas. Aprecio sobre todo el ejemplo de Iván, de Esteban, de Gerry, que con un corazón verdaderamente joven se han metido de lleno al trabajo, ensuciándose los pies, sacándole brillo al corazón a fuerza de fe y cariño. Una semana no es mucho tiempo, pero nuestros corazones han latido poco a poco, cada vez más, en la misma sintonía. Me cuesta trabajo aceptar que cuando lleguemos a Los Cuervos-Ojos de Agua habremos iniciado el regreso a la vida diaria. Una semana no es mucho tiempo, pero empiezo a sentir el sofocamiento que suele venir antes de las lágrimas. ¡No quiero despedirme de estos jóvenes, no quiero dejar de ver a mis hermanos, no quiero ver las caras tristes de las familias en las comunidades, cuando vayamos subiendo a la camioneta a los misioneros! (¡Señor, hagamos tres tiendas para quedarnos aquí! ¡Se está tan bien!…)
El camino se dirige en línea recta hasta la capilla de Los Cuervos. En las luces del fondo se adivina la presencia de la comunidad que espera el momento de la Vigilia Pascual. Pero es el telón de fondo el que me cautiva.
El camino corre recto hacia un horizonte encendido. El atardecer nos regala nubes de fuego. La luz que lucha contra las tiniebla de la noche que se avecina. Siento que veo la acción de Dios. La fogata con la que iniciamos la celebración de la Resurrección de Jesús es una figura de estas nubes que contemplo ahora. Con esa misma fuerza e intensidad, con esa sangre en carne viva es que estamos llamados a anunciar la vida. La Pascua es la fiesta de la vida. ¡La noche de todo lo que es muerte en este mundo ha cedido a la luz de un amanecer lleno de vida! ¡Jesús está vivo! ¡Por Él nos viene la esperanza de la vida verdadera! No es un asunto de magia. No existe lugar para la fe y la esperanza donde falta el amor. El amor engendra vida, el amor es capaza de devolver la vida. Y en estos días de la misión hemos hecho crecer el amor en esta pequeña región del mundo. Y es verdad que casi nadie se ha enterado. Pero quienes hemos participado de esta experiencia estamos seguros de que Jesús ha pasado por aquí. (¡Cómo ardía nuestro corazón cuando nos hablaba!)
La lectura del Evangelio de la Vigilia Pascual ha sido también un incendio de claridad en el cielo de mi vida. ¡El Señor los verá en Galilea! ¡Regresemos a Galilea! La experiencia intensa de la Pascua (de la convivencia, de la misión, del servicio, del cariño, del dolor de las despedidas…) nos lanza de regreso a la vida diaria. Allí seremos TESTIGOS de la resurrección. Allí nos toca convertirnos en esos cirios encendidos que se mantienen como luz en las tinieblas, ministros del amor en medio de una cultura materialista. En Galilea veremos a Jesús, en la forma de nuestros niños y jóvenes, en la necesidad de nuestros pobres, en la tristeza de nuestros ancianos, en el trabajo de nuestros compañeros. En Galilea arderemos con fuerza, aún a costa de nuestra propia vida, para decirles a todos que Dios ha optado por nosotros, que Dios mismo ha dado su vida para que nosotros aprendamos a vivir.
Y de frente a este cielo escarlata pido para estos jóvenes la experiencia de Jesús vivo. Pido para ellos estar muy enamorados de Jesús. Pido para ellos el valor de ponerse en camino, en busca de la luz. Pido para ellos una vida feliz, con la intensa felicidad que hay en la entrega de sí mismos (¡¿es que acaso existe otra felicidad?!) Pido para mí el valor de arder con la luz de Jesús…
… y pido para todos unas muy felices Pascuas de Resurrección…? (H. Pepe Bustamante, pastoral vocacional)

?Rescatando un poco la experiencia de la Misión vocacional, quiero compartirles que para mí fue también muy enriquecedor, son experiencias que me van afianzando los pasos para decir: ¡Vale la pena ser Hermano Marista! y sobre todo para lanzarme a compartir con otros mis ideales. Que bueno que se realizó aquí en la Chona, así pude participar de lleno en las
actividades y ojalá que me sigan tomando en cuenta para todo este tipo de eventos, para que en lo que pueda yo cooperar, pues entrarle al quite…? (César Vargas, postulante)

?Que tal, haciendo mi tarea te voy a contar mi experiencia. Me sentí muy bien, no resultó como yo esperaba. Resulto mejor, nunca me imaginé que me iban a recibir tan bien y como yo les dije a mis discípulas que yo no venía a enseñarles nada, yo iba a aprender de ellas y me decían que cómo iba a ser eso posible. Pero efectivamente ellas sin querer me enseñaron muchas cosas y vi a Jesús en cada una de ellas y en los niños. Nunca me había acercado tanto a Dios como en esta semana. Bueno, total, me la pasé de maravilla. Fue una experiencia que va durar mucho en mi memoria y voy a seguir haciendo todo lo que puse en práctica esta semana aquí: que jóvenes como yo necesitan de Jesús, lo bueno que ya lo siento cerca. Y también otra cosa que descubrí es que sí la armo para Marista pero todavía me falta espero que durante mi acompañamiento y la próxima misión me decida. Creo que después de esto no ando tan perdido. Gracias por la oportunidad de vivir esta experiencia tan maravillosa?. (Beto Castillo, aspirante)

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