1 – Prière de Marie et Joseph dans leur Foyer

05/Nov/2010

ORACIÓN DE MARÍA Y DE JOSÉ EN EL HOGAR

 

Litúrgicamente, el mes de María empieza con la fiesta de San José Obrero. Veamos en esta festividad la mano de la Providencia, que quiere llevarnos a evocar la vida de oración en el hogar de Nazaret. Allí aprenderemos cómo reza en común la Sagrada Familia. Esta fecha del primero de mayo se adelanta cronológicamente a otras que debieran precederla en el tiempo: Anunciación, Visitación, Navidad, etc. Vamos hoy a dar la primacía a San José, si bien no lo separaremos en el contexto ni de María ni de Jesús. María y su Esposo tienen ciertamente rezos en común, de acuerdo con las tradiciones judías. Detengámonos unos minutos a contemplar aquella oración de la Familia del Carpintero de Nazaret. Tal vez hallaremos inspiración para nuestra oración comunitaria de hoy.

 Era deber de todo matrimonio israelita el enseñar a sus hijos a rezar. Y el padre, como responsable de la familia, se obligaba a ejercitar a sus hijos en las fórmulas rituales de oración.

La Sagrada Familia de Nazaret era un tipo nuevo de creación humana dentro de la misma humanidad. Adoptó, como toda familia hebrea, las formas tradicionales de oración y de culto divino. María, segunda Eva y Madre del Redentor, penetró muy hondo el sentido de las plegarias rituales. Ella, la persona humana que más sabía de la Encarnación del Hijo de Dios, estaba poseída de un santo respeto hacia los versículos de la Escritura relativos al Mesías, que a veces eran un tanto oscuros y planteaban no pocos interrogantes.

¡Con qué atención y fervor repetiría Jesús los versículos que José y María le iban enseñando, recitándolos ellos primero! Sobre todo aquéllos que le hablaban del Padre celestial: «Oye, Israel: Yahvé es nuestro Dios, Yahvé es único. Amarás a Yahvé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu poder, y llevarás muy dentro del corazón todos estos mandamientos, que yo hoy te doy. Incúlcaselos a tus hijos, y cuando estés en tu casa, cuando viajes, cuando te acuestes, cuando te levantes, habla siempre de ellos. Átatelos a tus manos, para que te sirvan de señal; póntelos en la frente, entre tus ojos; escríbelos en los postes de tu casa y en tus puertas» (Dt. 6, 4-8).

Estas frases eran consideradas como una profesión de fe en el verdadero Dios, como la esencia de la oración. Obligados a recitarlas dos veces al día, todos los israelitas las sabían de memoria.

A esta primera parte de la oración oficial de la mañana, que se ordenaba a poner la vida en manos de Dios, seguía una segunda, donde campeaba la idea de que toda la dicha del pueblo depende de sus disposiciones para con Yahvé.

«Si vosotros obedecéis los mandatos que yo os prescribo, amando a Yahvé, vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, yo daré a vuestra tierra la lluvia a su tiempo… y tú cosecharás tu trigo, tu mosto y tu aceite… Poned, pues, en vuestro corazón y en vuestra alma las palabras que yo os digo… para que vuestros días y los días de vuestros hijos, sobre la tierra que a vuestros padres Yahvé juró darles, sean tan numerosos como los días de los cielos sobre la tierra » (Dt. 11, 13-14, 18 y 21).

Al decir Jesús más tarde: « Buscad primero el reino de Dios y su justicia, que lo demás se os dará por añadidura », no hizo más que reproducir, en resumen y con un mayor ahonde, aquellas palabras del Antiguo Testamento que Él mismo recitaba cada día.

Un tercer fragmento de la Escritura, que se debía recitar a diario, a la manera de profesión de fe, recogía la idea de que todo hijo de Israel tenía que mostrarse agradecido a Yahvé por haberlo liberado de la servidumbre de Egipto, y manifestar ese agradecimiento con la observancia de los mandamientos e identificándose ante los demás como israelita mediante un signo exterior: el vestido. « Habla a los hijos de Israel y diles que se hagan flecos en los bordes de sus mantos y aten los flecos a cada borde con un cordón de color de jacinto, a fin de que les sirva, cuando lo vean, para acordarse de todos los deseos de su corazón y de sus ojos, a los que se prostituyen» (Núm. 15,38-39).

Antes de que Jesús supiese de memoria esta norma, había puesto María en los vestidos de su Hijo la señal de hijo de Israel, cosiéndole unos cordones del color indicado, rematados en sendas bordas. En cuanto un niño podía ya vestirse solo, estaba obligado a llevar aquel distintivo. María sabía que esta incorporación de Jesús a la comunidad de varones, que oraban, tenía especial importancia, tanto para su Hijo como para su pueblo.

Frase por frase fue aprendiendo Jesús las palabras de esta oración. Escuchaba muy atento a José cuando se la repetía, semitonada, por la mañana y por la noche, como profesión de fe de un israelita piadoso.

Mientras tanto, María meditaba; en frase del Evangelio, «conservaba todas estas cosas en su corazón ». Su vida se iba transformando a medida que penetraba el sentido de las profecías sobre Jesús. Esa transformación se obraba en medio de oraciones, cánticos y salmos.

Con el alma henchida de anhelo por la consolación de Israel, por el cumplimiento de la Redención, iba asimilando los pasajes de la Escritura que se referían al Mesías.

¡Cuántas veces hemos leído nosotros versículos y versículos de la Escritura sin penetrar gran cosa su sentido! Hasta que un día… de repente, nos sentimos como iluminados y empezamos a entender cosas que antes no habíamos advertido.

Sin duda, María tuvo también con frecuencia súbitas inspiraciones, elaboradas durante largo tiempo en el subconsciente. Veámosla, por ejemplo, pensativa, en contemplación, el día en que por primera vez oye a Jesús estos versículos:

« Por amor de David, tu siervo,

no rechaces la faz de tu ungido…

Del fruto de tus entrañas

pondré sobre tu trono»

(Sal. 132, 10-11).

 

La Madre se queda mirando al Hijo. Recuerda el mensaje del Ángel: « Será llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su Padre ». ¿Qué significan para Jesús estas palabras? En realidad, parece no darles gran importancia, puesto que, al terminar la oración, vuelve a la ocupación que traía entre manos: jugar, echar una mano a su padre en la carpintería…

« ¿Será muy corta su infancia? ¿Durará mucho su oficio de carpintero?… ¿Qué piensas tú de todo esto, José? »: Estas y otras preguntas parecidas dirigiría la Virgen a su Esposo.

Y José le respondería: « No nos toca a nosotros, María, escrutar los tiempos que Dios tiene señalados ». .. Acaso el diálogo terminase recitando juntos unos versículos de la Escritura:

¡Oh Yahvé, Dios de los ejércitos!

¡ Hasta cuándo estarás enojado contra la oración de tu pueblo?

Les das a comer pan de lágrimas…

Nuestros enemigos se burlan de nosotros.

Dios de los ejércitos, restáuranos;

haz esplender tu rostro y seremos salvos».

(Sal. 80, 5-8).

 

 

Otro día cualquiera, la conversación entre María y José recae sobre un tema que les apasiona: Jesús. Parecen inmersos en el misterio de su Hijo, sin llegar a comprender el porvenir. Algo así como si estuviesen desorientados. « ¿Qué será de este niño? »… La misma profecía de Simeón no parece augurar un futuro muy tranquilo, que digamos. Pero María y José confían en el Señor; el alimento de ellos es también cumplir la voluntad del Padre. Y hallan precisamente en la oración el gran medio de descubrir la voluntad divina. Una oración, empero, que no les aparta de sus quehaceres domésticos; al contrario, les ayuda a comprender cómo Dios busca la felicidad del hombre en el trabajo constante, en el silencio y en la colaboración de los propios hombres. La Sagrada Familia de Nazaret vela, solícita, por las necesidades del pueblo en que viven. « Heme aquí, Señor — repite una y mil veces — para hacer tu voluntad ».

Concluiremos estas breves reflexiones con una letanía de invocaciones a San José. A cada invocación, hecha por el presidente, repetirá la asamblea: « Enséñanos a rezar »

1. San José, padre adoptivo de Jesús.

2. San José, verdadero esposo de María.

3. San José, responsable de la oración en familia, en la Casa de

Nazaret.

4. San José, varón justo y piadoso.

5. San José, familiarizado con la meditación de los salmos.

6. San José, acostumbrado a leer con atención la Sta. Escritura.

7. San José, que tratabas humildemente de comprender el misterio de Jesús, en los Libros Santos.

8. San José, atento siempre a escuchar y a comprender la palabra

de Jesús.

9. San José, ávido de interpretar rectamente los signos de los

tiempos.

10. San José, que hiciste de tu vida una síntesis entre la oración,

el trabajo y el cumplimiento de la voluntad de Dios.

Oración

Señor, que quisiste tener una madre y un padre que supieran formarte en la oración del pueblo de Dios: ayuda a las familias y las comunidades a crear en sus miembros la intimidad contigo, medio muy apto para fomentar al mismo tiempo la intimidad entre ellos. Amén.

H. Fl. MediavillaPerú

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Prière de Marie et Joseph dans leur Foyer

 

Liturgiquement ce mois de Marie commence avec la fête de S. Joseph, ouvrier. Nous y verrons une indication de la Providence et nous essayerons d'évoquer un peu la vie de prière au foyer de Nazareth. Nous prendrons tout de suite contact avec le style de prière de la Sainte Famille en y incluant Jésus, donc en anticipant un peu sur les autres jours qui nous ramèneront à l'Annonciation, à la Visitation, à Noël, etc. …Mais, il convient que ce premier jour fasse bien large la place de S. Joseph et donc, ne le sépare ni de son épouse ni de son fils adoptif.

Que Marie ait prié avec S. Joseph, toute la tradition israélite nous en est un sûr garant. Nous allons donc examiner un peu ce qu'a pu être cette prière commune. Peut-être, y trouverons-nous quelque inspiration pour notre prière communautaire ou familiale.

C'était un devoir pour les parents israélites d'enseigner à leurs enfants à prier. Et, comme le devoir de prier, dans la communauté croyante, reposait en premier lieu sur lé père, celui-ci avait aussi le devoir spécial d'enseigner à ses fils les prières prescrites.

I,a Sainte Famille de Nazareth était un nouveau type humain de la création, dans 1 humanité elle-même. Elle se servait des formes traditionnelles de prières et de culte divin, mais le contenu de ces formes, Marie l'imprégnait de ses intuitions de Nouvelle-Eve, dé Mère du Rédempteur. Elle, l'unique, qui connaissait l'Incarnation du Fils de Dieu, elle était pleine d'un saint respect devant ces versets un peu obscurs qui amenaient à s'interroger sur le Messie.

Et Jésus, avec quelle promptitude et quelle ferveur, il devait répéter ces versets, que disaient devant lui Joseph et Marie, quand il était question de son Père céleste: « Ecoute, Israël: Yahvé notre Dieu est le seul Yahvé. Tu aimeras Yahvé, ton Dieu, de tout ton coeur, de toute ton âme et de tout ton pouvoir. Que ces paroles, que je te dicte aujourd'hui restent gravées dans ton cœur! Tu les répéteras à tes fils, tu les leur diras aussi bien assis dans ta maison que marchant sur la route, couché aussi bien que debout; tu les attacheras à ta main comme un signe, sur ton front comme un bandeau; tu les écriras sur les poteaux de ta maison et sur les portes. (Deut. 6.4….).

Ces phrases étaient considérées comme une profession de foi au vrai Dieu et comme l'essence de la prière. Tout Israélite la savait par cœur, car, il devait la réciter deux fois par jour.

A cette première partie de la prière officielle du matin, qui était obligatoire pour tout membre du peuple, lui ordonnant de remettre sa vie dans les mains de Dieu, s'en ajoutait une seconde : « Le bonheur de tout le peuple, suggérait-elle, est en relation avec ses dispositions à l’égard de Dieu : « Si vous obéissez vraiment à mes commandements que je vous prescrit aujourd’hui, aimant Yahweh votre Dieu et le servant de tout votre cœur et de toute votre âme, je donnerai à votre pays la pluie au temps opportun… et tu pourras récolter ton froment, ton vin et ton huile… Ces paroles, mettez-les dans votre cœur et dans votre âme… afin d'avoir de longs jours pour vous et vos fils, sur la terre que Yahvé a juré à vos pères de leur donner aussi longtemps que les cieux demeureront au-dessus de la terre. (Deut. 11.13…).

Lorsque Jésus dit plus tard: «Cherchez d'abord le royaume de Dieu et sa justice, le reste vous sera donné par surcroît», il ne fait que redire, en les condensant et les approfondissant les paroles de l'Ecriture qu'il disait dans la prière de chaque jour.

Un troisième fragment devait aussi se réciter chaque jour, comme profession de foi. Ce fragment donnait un nouveau relief à l'idée que tout fils d'Israël doit montrer sa reconnaissance pour la libération de la servitude d'Egypte, et en observant les commandements, et en manifestant son caractère d'Israélite par le vêtement: « Parle aux enfants d'Israël et dis-leur de se faire des houppes aux pans de leurs vêtements et de mettre un fil de pourpre violette à la houppe du pan… Cela vous rappellera tous les commandements de Yahvé, vous les mettrez alors en pratique, sans plus suivre les désirs de vos cœurs et de vos yeux qui vous ont conduits à vous prostituer». (Nombres 15.37…).

Avant que Jésus sache par cœur cette prière, Marie avait cousu à son habit le signe distinctif de fils d'Israël: ce fil violet avec la houppe. Dès qu'un enfant savait s'habiller tout seul, il devait porter ce signe. Marie savait que cette incorporation de Jésus à la foule des hommes qui priaient avait une importance spéciale tant pour son fils que pour le peuple.

Phrase par phrase, Jésus apprit donc les mots de ces prières. Avec toute son attention, il écoutait Joseph les réciter à mi-voix le matin et le soir comme la profession de foi de l'Israélite pieux. Et, pendant ce temps, « Marie méditait, contemplait, conservait tout cela dans son cœur ». Sa vie se transformait à mesure qu'elle entrait plus avant dans le sens des prophéties concernant Jésus. Cette transformation allait se faire en elle tout le long de sa vie, grâce aux prières, aux chants, aux psaumes.

Avec le désir qui remplissait son âme de voir la consolation d'Israël, l'accomplissement de la rédemption, elle assimilait jour après jour les paroles de l'Ecriture qui se rapportaient au Messie.

Chacun a plus ou moins dans sa vie ces impressions d'un verset de l'Ecriture qui devient subitement clair après avoir été dit cent fois sans qu'on l'ait remarqué.

Marie a sans doute eu bien des fois ces mêmes découvertes apparemment subites qui surgissent après tout un cheminement dans le subconscient. Pensons au jour, par exemple, où elle s'arrête rêveuse et contemplative, parce qu'elle vient d'entendre Jésus fredonner le verset du psaume 132:

« A cause de David, ton serviteur,

N'écarte pas la face de ton messie», (v. 10).

 

ou cet autre verset du même psaume:

« C'est le fruit de tes entrailles

que je mettrai sur le trône fait pour toi», (v. 11).

Elle regarde l'enfant ou le jeune homme qui vient de prononcer ces paroles. Elle, elle vient de faire le rapprochement avec le message de l'ange. Et lui, quel sens ont pour lui ces paroles. Et voilà qui continue à jouer. Et voilà qui continue à scier des planches. Quand prendra fin le temps de l'enfance? Quand prendra fin le temps du charpentier? «Joseph, qu'eu penses-tu? — Ce n'est pas à nous à scruter les temps que Dieu a fixés ». Et peut-être, le dialogue s'achève-t-il sur le psaume 80 (v. 5):

Jusques à quand Dieu Sabaoth

T'irriteras-tu contre la prière de ton peuple?

Tu l'as nourri d'un pain de larmes…

Nos ennemis se moquent de nous.

Dieu Sabaoth, fais-nous revenir.

Fais luire ta face et nous serons sauvés.

Un autre jour, la conversation avec Joseph peut être amenée par une de ces réflexions dont Jésus a le secret. Sur le coup, on ne comprend pas. On est désorienté. Que sera cet enfant? La prophétie de Siméon n'orientait pas vers un avenir tranquille. Mais, Marie et Joseph gardent la confiance: leur nourriture à eux aussi est de faire la volonté de Dieu. Et, c'est vraiment la prière qui amène leur volonté jour après jour à suivre la piste de la volonté de Dieu.

La prière ne les détourne pas de l'action utile, car la prière les amené a mieux comprendre que Dieu veut le bonheur des hommes, et comment il le veut. Maintenant, c est dans le silence et la collaboration humaine pour les besoins d'un village. Plus tard, on verra. Me voici, ô Dieu, pour faire ta volonté.

Nous conclurons cette cérémonie par une litanie de S. Joseph ou nous répondrons:

« Demande pour nous l'Esprit de Prière ».

1. S. Joseph, père nourricier de Jésus.

2. S. Joseph, véritable époux de Marie.

3. S. Joseph, chargé de la prière familiale à Nazareth.

4. S. Joseph, homme juste et pieux.

5. S. Joseph, pénétré de la pensée des psaumes.

6. S. Joseph, habitué à méditer l'Ecriture.

7. S. Joseph, cherchant dans l'Ecriture à comprendre le mystère de Jésus.

8. S. Joseph, cherchant à comprendre les paroles de Jésus.

9. S. Joseph, cherchant à interpréter les signes des temps.

10. S. Joseph, unissant prière, action et volonté de Dieu.

 

PRIONS:

Seigneur, tu as voulu avoir pour te former aux prières de ton peuple un père et une mère qui savaient vivre leur piété; aide les familles et les communautés à créer dans leurs membres une intimité si vraie avec toi qu'elle favorise aussi l'intimité entre eux. Amen.

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1 – The prayer life of Mary and Joseph in their Home

 

From a liturgical point of view this month of Mary begins with the Feast of St. Joseph the Worker. This we regard as providential and we shall try to evoke briefly the life of prayer in the home at Nazareth. We shall at once acquaint ourselves with the type of prayer of the Holy Family regarding Jesus as forming part of it and thus anticipating somewhat those other days that will lead us to the Annunciation, the Visitation, Christmas, etc. It is fitting, however, that on this first day, most of our attention should be directed to St. Joseph though at the same time in no way separating him from his spouse and his adopted Son.

The whole Israelite tradition is a sure guarantee that Mary would have prayed with Joseph. Hence let us examine a little this prayer of theirs in" common and perhaps we shall find in it some inspiration for our community or family prayer.

It was a duty of the Israelite parents to teach their children to pray, and as the duty of praying in any practising family was the father's responsibility, he had also the special obligation of teaching the prescribed prayers to his children.

Though the Holy Family was a new human kind of creation, Mary and Joseph would have used the traditional forms of prayer and divine worship which Mary would have infused with her intuitions as the New Eve, the Mother of the Redeemer to come. She, the only one who was aware of the Incarnation of the Son of God dwelling within her, was full of holy respect while reciting those enigmatical verses which prompted speculations on the Messiah.

With what great fervour and ready response the child Jesus would have repeated after Joseph and Mary those verses that referred to his heavenly Father: " Listen, Israel: Yahweh our God is the one Yahweh. You shall love Yahweh your God with all your heart, with all your soul, with all your strength. Let these words I urge on you to-day be written on your heart. You shall repeat them to your children and say them over to them whether at rest in your house or walking about, at your lying down or at your rising; you shall fasten them on your hand as a sign and on your forehead as a circlet; you shall write them on the doorposts of your house and on your gates ". (Deut. 6.4).

These verses were regarded as a profession of faith in the true God and as the essential part of the prayer. Every Israelite knew it by heart for he had to recite it twice a day.

To this first part of the official morning prayer, obligatory for everyone and which directed the Israelite to place his life in the hands of God/there was added a second part which suggested that the welfare of the people depended on the quality of their relationship with God: " And it is most sure that if you faithfully obey the commandments I enjoin on you to-day, loving Yahweh your God and serving him with all your heart and all your soul, I will give your land rain in season, autumn rain and spring so that you may harvest your corn, your wine, your oil… Let these words of mine remain in your heart and in your soul… so that you and your children may live long in the land that Yahweh swore to your fathers he would give them for as long as there is a sky above the earth". (Deut. 11.13).

When Jesus said later: «Seek ye first the kingdom of God and his justice, and all these things will be added to you", he was merely repeating in a condensed and deeper form those words of Scripture that he used to say in the prayer of each day.

A third portion was also to be recited each day as a profession of faith. This part placed a new emphasis on the idea that every child of Israel should express gratitude for the liberation of slavery in Egypt both by keeping the commandments and showing his Israelite nationality by his manner of dress: " Speak to the sons of Israel and tell them to put tassels on the hems of their garments, and to put a violet cord on this tassel at the hem… This will remind you of all my commandments; put them into practice and no longer follow the desires of your heart and your eyes which have led you to make wantons of yourselves ". (Numbers 15.37…).

Before Jesus had learnt this prayer by heart, Mary would have sewn on his coat the distinctive sign of a son of Israel, the violet cord with the tassel. Once a child could dress himself, he had to wear this symbol. Mary knew that this incorporation of Jesus in the group of men praying together had a special importance for her son as for the people in general.

Jesus thus learnt these prayers verse by verse and with undivided attention he would listen to Joseph reciting them in a low voice each morning and evening as the profession of faith of a devout Israelite. During this time, Mary «kept all these words, pondering them in her heart ". Her life was transformed increasingly as she penetrated more fully into the meaning of the prophecies about Jesus. This development was to continue during her whole life by reason of her prayers, hymns and recitation of the psalms.

Mary's whole being was filled with the desire to see the consolation of Israel and the accomplishment of the redemption and so she assimilated day after day the words of Scripture that made reference to the Messiah.

Most of us, no doubt, have had the experience of a sudden flash of inspiration as to the meaning of a verse of Scripture after having read it a hundred times without arriving at the special significance of it.

Assuredly, Mary on several occasions had a similar experience of the meaning of a verse becoming suddenly clear as it emerged from the sub-conscious part of her mind. Perhaps at times the real significance came to her as in a contemplative and sub-conscious fashion she listened to Jesus humming the verse of Psalm 132:

«For the sake of your servant David

do not banish your anointed ". (v. 10).

or that other verse from the Psalm:

«Of the fruit of thy womb,

I will set upon thy throne", (v. 11).

She looks at the child or youth who has just uttered these words and she suddenly realizes their relationship to the message of the angel Gabriel. And for Jesus… what significance have these words for him? Does he continue with his game or with the cutting up of the timber in Joseph's workshop? When will the end of his time as a child come? His period as a carpenter? What does Joseph think about it all? His answer maybe is: " It is not for us to question the times set by God ". And perhaps Our Lady ends her reflective wonderings with the Psalm 80, v. 5:

«Yahweh Sabaoth, how much longer

will you smoulder at your people's prayer?

Having fed us on the bread of tears…

Our enemies deride us.

Yahweh Sabaoth, bring us back,

let your face shine on us and we shall be safe ".

 

On another day, the conversation with Joseph might have been on one of those considerations of which only Jesus knew the secret. For the time being, Mary and Joseph do not understand; they are puzzled. What will this child be? Certainly, the prophecy of Simeon did not indicate a peaceful future. But Mary and Joseph remain discretely silent; their part is to do the will of God and it is indeed prayer that directs their will day after day to follow the path of God's will.

Prayer does not interfere with their necessary work for their prayer leads them to understand better that God desires the well-being of man and the manner in which He effects this. At the moment it is by silence and their human collaboration that the needs of this little village of Nazareth are met. The future can wait. Here am I, my God, to do thy will.

We end' this article with a litany of St. Joseph. Each title is followed by the invocation: "Ask for us the spirit of prayer".

1. St. Joseph, foster father of Jesus.

2. St. Joseph, true spouse of Mary.

3. St. Joseph, leader of the family prayer at Nazareth.

4. St. Joseph, just and devout.

5. St. Joseph imbued with the thoughts of the Psalms.

6. St. Joseph accustomed to meditate on the Scriptures.

7. St. Joseph, you who sought in Scripture to understand the mystery of Jesus.

8. St. Joseph, who sought to understand the words of Jesus.

9. St. Joseph, who strove to interpret the signs of the times.

10. St. Joseph, who united prayer, action and the will of God.

 

LET US PRAY:

 

O Lord, you who wished to be taught the prayers of your people by your foster father and mother who lived their piety, help families and communities to create in their members such a true intimacy with you that it will induce a spirit of real friendship with their fellow men. Amen.

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1 – Oração de María e de José no seu Lar

Litúrgicamente o mes de Maria comeca com a festa de S. José Operario. Vejamos nisto urna disposicao da Providencia e procuremos evocar alguna coisa da vida de oracáo no lar de Nazaré. Consideremos já o tipo de oracáo da Sagrada Familia, incluindo Jesús, ainda que só depois abordemos as festas de Anunciacao, do Natal, etc. Porém, é conveniente hoje dar a S. José lugar de honra, nao o separando nem de sua esposa nem de seu filho legal.

Que Maria tenha rezado com S. José, toda a tradicáo israelita no-lo garante. Examinemos portanto, qual terá sido esta oragao comum. Encontraremos, talvez, inspiragao para a nossa oragao comunitaria ou familiar.

Os pais israelitas tinham obrigagao de ensinar a rezar a seus filhos. Como a obrigagao de rezar, na comunidade crente, recaía primeiramente sobre o pai, a éste incumbía também a obrigagao especial de ensinar a seus filhos as oragoes prescritas.

A Sagrada Familia de Nazaré era um novo tipo humano da criaçâo, na pròpria huma-nidade. Empregava as formas tradicionais da oraçâo e do culto divino; porém, o conteúdo dessas fórmulas, Maria o impregnava com suas intuiçôes de Nova Eva, Màe do Redentor. Eia, que era a única a saber da Encarnaçâo do Filho de Deus, sentia profundo respeito diante dos versículos, um tanto obscuros, que levavam a interrogar-se a respeito do Messias.

E Jesus, eom que prontidâo e fervor repetiría os versículos, ditos diante déle por José e Maria, quando se referíam a seu Pai celeste: « Ouve, ó Israel, o Senhor nosso Deus é o único Senhor. Amarás ao Senhor teu Deus de todo o teu coraçâo, e de toda a tua alma, e com toda a tua força. E estas palavras que hoje te intimo, estarào gravadas no teu coraçâo; e tu as ensinarás a teus filhos, e as meditarás sentado em casa, e andando pelo caminho, e estando no leito, e ao levantar-te. E as atarás à tua mâo como um sinal, e elas estarào como um frontal diante dos teus olhos, e as escreverás sobre o limiar e sobre as portas da tua casa » (Deut. 6: 4-9).

Estas sentenças eram consideradas como profissào de fé no verdadeiro Deus e como essência da oraçâo. Todo Israelita as sabia de cor e devia rezá-las duas vézes por dia.

Era a primeira parte da oraçâo oficial da manhâ, obrígatória para todo membro do povo eleito, prescrevendo-lhe pôr a sua vida nas màos de Deus. A segunda parte sugeria — que o bem estar de todo o povo está relacionado com as suas disposiçôes para coni Deus — « Se vos, portanto, obedecerdes aos meus mandamentos, que eu hoje vos prescrevo, de amar o Senhor vosso Deus, e de o servir de todo o vosso coraçâo, e de toda a vossa alma, êle dará à vossa terra as chuvas témporas e seròdias, para que recolhais pâo e vinho, e azeite… Ponde nos vossos coraçSes e nas vossas aimas estas minhas palavras… Ensinai vossos filhos a meditá-las… para que os teus dias, e os de teus filhos, se multipliquem na terra, que o Senhor jurou a teus pais dar-lhes, enquanto o céu estiver sobre a terra ». (Deut. 11:13…21).

Quando mais tarde Jesus disser: « Buscai… em primeiro lugar, o reino de Deus e a sua justiça, e todas estas coisas vos serào dadas por acréscimo » (Mt 6:33), estará repe-tindo, condensando-as e aprofundando-as, as palavras da Escritura que recitava na oraçâo diària.

A terceira parte a rezar todos os dias conio profissào de fé, compreendia versículos que sublinham a obrigagao que a todo filho de Israel incumbe:

— de agradecer ao Senhor que os libertou da escravidâo egipcia;

de observar os mandamentos, e de manifestar na maneira de vestir, o seu caráter de Israelita: « Disse também o Senhor a Moisés: Fala aos filhos de Israel, e lhes dirás que façam urnas guraniçôes nas extremidades das suas capas, pondo nelas fitas de cor de jacinto, para que vendo-as, se recordem de todos os mandamentos do Senhor, e nâo sigam os seus pensamentos nem os seus olhos se prostituam a varios objetos» (Deut. 15:37-39).

Antes mesmo que Jesus soubesse de cor a oraçâo, Maria tinha costurado na túnica déle o sinal distintivo de filho de Israel: as fitas cor de jacinto e a borla. A partir do momento em que um menino sabia vestir-se por si pròprio, devia trazer éste sinal. Maria sabe que a incorporaçâo de Jesus na multidâo dos homens que rezam tinha importancia especial tanto para seu filho como para todo o povo.

Portanto, frase por frase Jesus teve que apreuder estas oragoes. Com muito respeito escutava a José que as recitava, a meia voz, pela manhâ e à noite, como profissào de fé do Israelita piedoso. E durante èsse tempo, « Maria meditava, contemplava, conservava tudo isto no seu coraçâo ». A sua vida se transformava à medida que eia compreendia melhor o sentido das profecías relativas a Jesus, e assim continuou durante a vida toda, graças às preces, aos cantos, aos salmos.

Com o desejo que lhe ardía na alma, de ver a consolaçâo de Israel e a redençâo, assimilava dia a dia as palavras da Escritura referentes ao Messias. Cada um terá tido na sua vida, mais ou menos impressòes de um versículo da Escritura que sùbitamente se torna claro depois de haver sido repetido cem vêzes Sem ser notado. Sem dúvida, Maria terá tido muitas vêzes tais descobertas aparentemente súbitas, que no entanto surgem após lento percurso no subconsciente. Imaginemos, por exemplo, o dia em que eia se detem, enlevada e contemplativa, porque acaba de ouvir a Jesus cantando sòzinho com sua voz ainda infantil:

« Por amor de Davi, teu servo,

nâo rejeites o rosto do teu ungido.

Será o fruto saído de tuas entranhas

que eu porei sobre o trono feito para ti» (Salmo 131:10-11).

 

Eia contempla o menino ou o jovem que acaba de cantar estas palavras; e recorda, eia, as palavras do Anjo.

E para Jesus, que sentido têm estas palavras? Ei-lo: continua a brincar. Ei-lo: continua a serrar táboas. Quando terminará o tempo da infancia? Quando terminará o tempo de carpinteiro? José, que pensas disto? — Nâo nos compete sondar os tempos que Deus fixou.

E muito possível que o diálogo termine com o salmo:

« Senhor Deus dos exércitos, até quando estarás irado,

nâo obstante o teu povo orar?

Aliraentaste-o com o pâo das lágrimas…

Os nossos inimigos fazem escarnio de nos.

Deus dos exércitos, restaura-nos e mostra sereno o teu rosto

para que sejamos salvos » (Salmo 80:5-7).

 

Outro dia, a conversa com José pode ser causada por urna dessas reflexoes de que Jesús tem o segredo. No instante mesmo ninguém compreende. Desorienta. O que será éste menino? A profecía de Simeáo iucutia futuro pouco tranquilisador. Porém, Maria e José tém con-fianga: o alimento déles é também fazer a vontade de Deus. E é realmente a oracao que lhes impulsa a vontade para seguir dia a dia o cominho da vontade de Deus. A prece nao os desvia da acáo útil, pois a oracao leva-os a compreender que Deus quer o bem dos homens, e de que maneira o quer. Naquéle momento, é no silencio e na colaboragao humana pelas necessidades de urna aldeia. Mais tarde, veremos. Eis-me, ó Deus, para cumprir a tua vontade.

Terminemos esta ceremonia por urna ladainha de Sao José em que respondemos: « obtem-nos o espirito de oracao ».

1. Sao José, pai legal de Jesús,

2. Sao José, verdadeiro esposo de Maria,

3. Sao José, encarregado da oracao familial em Nazaré.

4. Sao José, homen justo e piedoso.

5. Sao José, compenetrado do sentido dos salmos.

6. Sao José, habituado a meditar a Escritura.

7. Sao José, procurando compreender na Escritura o misterio de Jesús.

8. Sao José, procurando compreender as palavras de Jesús.

9. Sao José, procurando interpretar os sinais dos tempos.

10. Sao José, unindo oracao, acáo e vontade de Deus.

ORACAO:

Senhor, para te ensillar as oragoes de teu povo, quiseste pai e mae que sabiam viver a sua piedade; ajuda as familias e as comunidades a criar nos seus membros urna intimidade táo íntima contigo que favoreca também a intimidade entre éles. Amén.

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