02/Feb/2017 MAISON GéNéRALE

Le Pape aux religieux : « Non à la culture du provisoire »

Le frère Emili Turú, Supérieur général, a participé durant deux jours, les 27 et 28 janvier, à la session plénière de la Congrégation pour les Instituts de vie consacrée et les Sociétés de vie apostolique.

Le groupe était composé de 18 cardinaux, 15 évêques et 7 Supérieurs généraux. Pour cette rencontre, on avait invité 7 Supérieures de congrégations religieuses. Le frère Emili a été nommé membre de la Congrégation en février 2014, par le Pape François.

La première journée, le groupe a rencontré la Congrégation pour les évêques afin d’accroître la relation entre les Congrégations, à la lumière du document Mutuae relationes qui décrit la relation entre les évêques et les religieux dans l’Église.

Le reste du temps a été consacré à l’étude du thème « Fidélité et persévérance »; les réflexions sur ce sujet seront publiées prochainement comme « Orientations » de la Congrégation.

Le samedi 18, le Pape a accueilli les participants. Il a exhorté les religieux à vivre intensément la vie communautaire en renonçant, de façon prophétique, à la culture du provisoire (lire ici le texte du Pape, en italien).

Un article publié dans l’Osservatore Romano synthétise objectivement les réflexions du Saint Père. Nous reproduisons ci-après le texte en français.

 

Hay que decir no a la cultura de lo provisional

Osservatore Romano

«Inmersos en la llamada cultura de lo fragmentario, de lo provisional, que puede llevar a vivir a “a la carta” y ser esclavos de las modas», la vida consagrada está sufriendo una “hemorragia” «que debilita a la misma Iglesia». Por ello es necesario valorar la vida fraternal en comunidad, ofreciendo al mundo un testimonio de «esperanza y alegría». Es lo que ha aconsejado el Papa Francisco a la plenaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, recibida el sábado 28.

Preocupado porque «las estadísticas demuestran» un número creciente de “abandonos” en las congregaciones religiosas, el Pontífice enumeró los «factores que condicionan la fidelidad en este cambio de época, en la cual resulta difícil asumir compromisos serios y definitivos». Y recordó el episodio de «un buen chico comprometido con la parroquia» que quería «hacerse sacerdote pero por diez años». He aquí como «el primer factor que no ayuda a mantener la fidelidad» sea «el contexto social» actual marcado por «la cultura de lo provisional», la cual «induce a la necesidad de tener siempre las “puertas laterales” abiertas hacia otras posibilidades». Además, añadió el Papa, «Vivimos en sociedades –comentó– donde las reglas económicas sustituyen a las morales, dictan leyes e imponen los propios sistemas de referencia»; sociedades en las cuales reina «la dictadura del dinero».

El segundo elemento individuado por el Pontífice se refiere «al mundo juvenil» considerado «no negativo», pero de todos modos «complicado, rico y desafiante. No faltan –explicó– jóvenes generosos, solidarios y comprometidos». Pero también entre ellos «hay muchas víctimas de la lógica de la mundanidad». El tercer factor indicado en cambio «proviene del interior de la misma vida consagrada, donde junto a la santidad no faltan situaciones de contra-testimonianza». Entre estas «la rutina, el cansancio, las divisiones internas, la búsqueda de poder –los “escaladores”–, un servicio de la autoridad que a veces se convierte en autoritarismo y otras veces en “un dejar hacer”».

Pero el Papa no se limitó a criticar, sugirió un itinerario centrado en la esperanza y la alegría. Porque, añadió espontáneamente, es esto lo que «nos hace ver cómo va una comunidad, qué hay por dentro. ¿Hay esperanza , hay alegría? Va bien. Peor cuando falta la esperanza y no hay alegría, la cosa es fea». De aquí la invitación a cuidar la vida fraternal en comunidad, de cuya renovación depende «el resultado de la pastoral vocacional y la perseverancia de los hermanos y las hermanas jóvenes y menos jóvenes».

Por último el Papa subrayó la importancia del acompañamiento, sugiriendo invertir «en el preparar acompañantes cualificados». Y a propósito subrayó como el «carisma del acompañamiento espiritual» sea un carisma “laical”. «Cuidad vosotros –exhortó a los presentes– de los miembros de vuestra congregación. Es difícil mantenerse fieles caminando solos, o caminando con la guía de hermanos y hermanas que no sean capaces de escuchar, o que no tengan una adecuada experiencia. Mientras –concluyó– debemos evitar cualquier modalidad de acompañamiento que cree dependencias, que proteja, controle o haga infantiles; no podemos resignarnos a caminar solos, es necesario un acompañamiento cercano, frecuente y plenamente adulto». 

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