16 de fevereiro de 2015

SED: Cuaresma 2015 – Abriendo puertas… Nuestra casa será hogar

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Hace ya muchos años que SED llama a nuestra puerta cada Cuaresma, con su folleto de recursos, reflexiones y oraciones. Y en este año en que nuestro lema educativo anual es justamente “abriendo puertas” os invito a despejar cada uno la puerta de nuestro corazón y acoger estos recursos como una buena ayuda para el camino.

 

 

 

Quienes han tenido la experiencia de llamar a una puerta y no ser recibidos, (como les pasó a aquellos caminantes en una posada de Belén,- Lc.2, 7 -), saben cuán confortador y sabroso es encontrar una casa acogedora, una puerta que se abre, un hogar disponible. El folleto de Cuaresma de SED, que es ya un elemento familiar para nosotros, quiere servirnos para entrar, para acoger o, en todo caso, para preparar nuestro corazón a ser espacio hogareño y de familia. Y lo hace con sus reflexiones, oraciones, canciones… Y sobre todo con las experiencias y la vida que recoge. Y con la Palabra viva que las ilumina.

Ante la zarza ardiente de cada hermano, y en especial de los sufrientes, este año estamos invitados a descalzarnos y acercarnos. A entrar sanamente en la vida de los demás para construir, con solidaridad, abrazo, cercanía y compasión, un verdadero hogar. Descalzos porque el hermano es tierra sagrada. Y apasionados porque el fuego del hogar se aviva cada vez que nos reconocemos hermanos unos con otros.

Por eso, el camino de abrir puertas es espiritual y material. O, como dice con mucha razón el maestro Martínez Lozano, ambas cosas a la vez, ya que “lo espiritual no es lo opuesto a lo material. Porque no tiene que ver con el qué, sino con el desde dónde. Todo es espiritual…, siempre que lo vivamos desde nuestra verdadera identidad”.

A veces, quizá por nuestra mirada poco entrenada, no sabemos “desde dónde”, o no distinguimos la hondura y valor de esos gestos cotidianos, que son en verdad espirituales. Una caricia, un apretón de manos, una mirada amable, ofrecer un vaso de agua, abrir una puerta… Y, sin embargo, son los gestos que construyen fraternidad, y que hacen de nuestro entorno casa y hogar. Qué bien lo sabía Jesús y cómo lo cuenta de bien el Evangelio de Lucas, (lleno de expresiones de misericordia), o el de Juan, (que es el de los signos o, por qué no, el de los gestos)… Cómo supo Jesús multiplicar los gestos solidarios y fraternos. Y cómo supo hacer hogar muchas casas, sólo con su presencia atenta: su casa de Nazaret junto a María y José (Lc 2, 51); la casa de Pedro, con la mano amable tendida a la suegra (Lc 4, 38); la casa de Zaqueo a quien miró con cariño (Lc 19, 5); la casa de Marta y María donde se sentaba a compartir y descansar (Jn 12, 1); o el cenáculo del servicio (Jn 13) y del Espíritu consolador (Hch 2)… Hogares y hogares construidos con gestos de ternura y hermandad.

class=imgshadowY esa es la propuesta de SED este año a toda la familia marista que nos sumamos a su gran labor solidaria, educativa y de desarrollo: hacer pequeños gestos para mejorar nuestro entorno, abrir puertas para construir hogares. Abrir puertas al compromiso social, a la escucha del otro, a la atención a los necesitados cercanos y lejanos, a la decidida defensa de la infancia,… Con cuánta audacia está el Papa Francisco invitándonos a todos a abrir puertas, a abrir nuestras residencias, parroquias, colegios y casas familiares… para construir una iglesia de puertas abiertas y diálogo; porque, al fin, nos dice el Papa: “la verdadera libertad nace del abrir la puerta del corazón al Señor”.

Seguro que muchos conocemos la anécdota del cuadro “Jesús llamando a una puerta”, de un famoso pintor. El día de la presentación pública, tras desvelar el cuadro y la ovación del público, un observador muy curioso encontró un fallo en el cuadro. Se veía a Jesús hermoso y decidido llamando a una puerta… pero la puerta no tenía picaporte ni cerradura. Y fue a decírselo al artista: – Si su puerta no tiene picaporte, ¿cómo se podrá abrir?“ Y el pintor, con mucha calma, contestó: “Es que la puerta del corazón sólo se abre desde dentro”.

Ojalá sintamos en esta Cuaresma, esa misma llamada, de quien se definió a sí mismo diciendo: yo soy la puerta. (Jn 10, 9). Hoy, desde el Apocalipsis (Ap. 3, 20), él nos repite: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo: y al que abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. Esto es lo que os deseo a todos en este tiempo de gracia: apertura, valentía, generosidad…plenitud de vida. Y que la meditación del evangelio de cada día, junto con los gestos humanos, solidarios y amables hacia quienes nos rodean, nos ayuden a construir un mundo mejor y más justo. Más fraterno. Más hogar.

H. Óscar Martín Vicario

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