2013-09-13

Testimonios Vida Comunitaria – H. André delalande

Acabo de pasar la línea de los 95 años, con una salud de hierro, una vitalidad intelectual de jovenzuelo y un inmenso y alegre agradecimiento al Señor.

alegrateÉl fue a buscarme en un rincón perdido de la Hague, en Normandía, Francia, donde la fe, en aquellos tiempos, estaba aún viva: se rezaba por la tarde en casa, era monaguillo, mis padres pensaban que algún día me haría cura… y he aquí que una carta llega, por casualidad, de un Hermano Marista, el Hno. Aldegrin, que había sido director de una escuela en Achkoute en Líbano, preguntando a las familias numerosas si a alguno de sus hijos no le gustaría ir, a enseñar religión y francés a gentes todavía bajo régimen otomano desde hacía poco. Dije que sí y a los dieciséis años me presento en Amchit, para acabar mi formación, aprobar el 'Brevet' luego el Bachillerato y hacerme profesor en primer lugar de mis jóvenes compañeros y luego de los alumnos mayores en el colegio de los Hermanos en Jounieh: francés. Religión, historia y filosofía, tarea interrumpida una vez terminada la guerra 1940-1945 para acudir a Lyon para cursar los estudios de licenciatura en la Facultad, al mismo tiempo que enseñar a los jóvenes hermanos en el escolasticado de la casa madre de Saint-Genis-Laval.

De vuelta al Líbano en 1952, heme aquí de nuevo durante treinta años, profesor apasionado de una juventud ansiosa de saber, de saber hacer, y de triunfar, feliz yo mismo de adquirir aperturas intelectuales, espirituales e "historiales" de las más apasionantes: he sido mimado por el Señor en mi comprensión de la vida religiosa apostólica laica, en la de mi papel entre los jóvenes libaneses apenas salidos de más de mil años de ocupación extrajera, y en la más particular de mi apego a la exégesis bíblica (con dos inolvidables sesiones en la escuela de los Dominicos de Jerusalén: Padres Benoit, Boismard, Ternant, Spicq, Rambry…). Gracia y favor inmensos por los que agradezco al Señor cada día, y que desearía fervientemente que todos nuestros Hermanos y alumnos se beneficiaran. La Biblia vista y leída no sólo como un conjunto de historias y de reflexiones arregladas sobre la vida de un pueblo antiguo, el pueblo judío,sino como una Zarza ardiente donde brillan y lucen llamas (Ex. 3/1-6) y al que remite de continuo nuestro Señor: "Pero ¿no habéis pues leído? (Mc 2/25, 12/10) – "¡pues claro que sí! leído y anunciado, ¡recto tono! Y no leído de verdad donde Dios nos habla de muchas maneras (Hebreos 1/1) y donde descubrimos, en todo momento, un montón de cosas nuevas (Mt 13/5) como nuestro Santo Padre Benedicto XVI: su “Jesús de Nazaret”, o su ensayo "Fe, verdad, tolerancia" (2005) donde se nos muestra como uno de los mayores intelectuales de nuestro tiempo, nombrándolos, leyéndolos, corrigiéndolos,superándolos a todos, por la altura y el rigor de su pensamiento.

Así pues, alejado de la vida escolar de nuestras casas, no me aburro: soy un apasionado de lecturas de alto contenido, que hago con un lápiz en la mano, luchando con sus autores, acribillando los textos con notas y reacciones. Pero soy también sacristán, feliz de estar, por ello, tan a menudo cercano a nuestro Señor y a los fieles que asisten a nuestras misas y nuestras ceremonias… Pero sigue gustándome de encontrarme cercano a nuestros profesores y alumnos, de participar en los encuentros de clases y la oración de la mañana, o en las fiestas y concursos de cada sección, o guiar las visitas programadas al emplazamiento arqueológico de Byblos del que soy uno de los raros conocedores.

Me parece que mi presencia sigue siendo útil y simpática; voy gustoso y contento. Es verdad que me queda mucho tiempo también para la oración; y no lo aprovecho suficientemente y sin embargo sé que es esa una de las actividades en las que nuestro Señor y los Hermanos y alumnos me esperan, bien con ellos, bien solo en mi habitación o el oratorio comunitario; me quedan por hacer en eso esfuerzos, lo veo y lo siento; quiero estar más atento en ello.

Todavía no he dicho nada de Ella, nuestra Señora y primera Superiora. Es a la mamá a quien debemos la gracia de nuestra vocación. Es en Nazaret donde Jesús descubrió la suya: no sería sacerdote, ni jurista, ni escriba (Mc 12/38-39 y Jn 7/15), sino profesor benévolo itinerante, "bardioúte" en árabe, "propedeuto" en griego, (Le. 4/10-22), yendo de pueblo en pueblo, de sinagoga en sinagoga (Me. 6/6b, Mt. 4/23), o a orillas del lago (Mc 4/1-2) o en el brocal del pozo (Jn 4/5) o un mirador entre amigos (Mc 13/3) enseñando amablemente y lleno de imágenes, por medio de parábolas y de fábulas (Mc 4/33-34) ricas de verdad vivida, de cómplices miradas (Lc 10/31-32), de profundidades insospechadas (Jn 4/21-24)… El modelo de un Hermanito de María Me ha gustado estudiar los procedimientos de ese profesor, tan cercano de la gente sencilla ("Maestro, ¡todos te tocan!" Lc 8/45), su inmediata convivencia ("¿una boda? ¡vamos allá!" Jn 2/2), su sensibilidad ("¿Hasta cuándo? ¡No os aguanto! ¡Traedme al niño!" Mc 9/19) Llora al amigo (Jn 4/34-35) y la dureza de los jefes (Le. 19/41)… ¡es natural!, duerme sobre el cabezal (Mc 4/38) y a Felipe, que le pide que nos dé maneras de ser y de actuar de su Padre, le dice "Mírame, Felipe, ¡el Padre es como yo! (Jn 14/10-11).

Y ahora si me pregunta cómo paso mi tiempo, además de los ejercicios comunitarios, le diría que, ratón de biblioteca, mi habitación, un amasijo de libros, leo, con el lápiz en la mano, anoto, apruebo o desapruebo, escribo cartas a los padres y amigos, escucho las emisiones de la tele, en particular K.T.D., pero también salgo, voy hasta la otra punta de la ciudad, a pie, valientemente, ayudo a algún hermano, profesor, alumno, con dificultades, acompañé la escritura de textos de amigos, escribí artículos de reflexión que nadie leerá y he descubierto el procedimiento de los cuadrados mágicos de los números, en una palabra, no me aburro y la vida y la contemplación de las bellezas de la naturaleza me acerca a nuestro Señor, observo con vivo y fiel interés todo lo que acontece en nuestra familia religiosa: la grande, la Iglesia y la pequeña, nuestra congregación.

H. André Delalande | Mediterránea | 95 años | 79 de vida religiosa | Líbano

http://www.fmsmediterranea.net

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