Carta a Marcelino

P. François Verdier

1833-05-10

De 1823 los Hermanos actuaban en la pequeña escuela de Bourg-Argental. Cuando el P.François Verdier asumió la parroquia en 1833, los Hermanos ya llevaban 10 años en la localidad. El texto de la carta revela la preocupación del nuevo párroco con el posible cambio de Hermanos que acarrearía la disminución del ritmo educativo. Este texto deja translucir el grande interés de aquel buen sacerdote por el trabajo de los Hermanos, apoyándolos junto a los padres de los niños. (Cfr. H.Ivo Strobino, nota introductoria al texto, ?Cartas Passivas?)

Bourg-Argental, a 10 de mayo de 1833.

Muy señor mío y querido amigo:

Me entero de que tiene la intención de retirar a uno de sus tres Hermanos. No creo que dos Hermanos sean suficientes para la escuela. Le diré con toda franqueza que el año pasado oí murmurar por un sinfín de naderías: que no se tenía cuidado de los niños, que los Hermanos no se hacían respetar lo bastante, que maltrataban a los niños. Bien sabe Ud. de cuánto es capaz el rumor público. En una agrupación respetable se discutió nada menos que de deshacerse de sus buenos Hermanos y de tomar los medios conducentes a la venida de los Hermanos de la Doctrina Cristiana, a quienes mucho se ensalzó. Párroco recién llegado a una región en efervescencia, mucho me cuidé en esa ocasión, como en tantas otras, de imitar al perico de la fábula, que por mucho hablar fue pronto vendido y muy caro. Imité al cuervo, que no decía nada, pero pensaba mucho, y tuvo buen precio, sin embargo.

En suma, el fruto de cuanto había oído y de mis pobres reflexiones, me ha movido a seguir de más cerca su escuela, sin darlo a entender, porque estamos en tiempos en que basta dar a conocer las propias intenciones, incluso para el bien, para encontrar inmediatamente oposición. He prohibido a sus Hermanos maltratar a los niños; castigarlos, a no ser raramente. Les he aconsejado de mandármelos cuando estuviesen descontentos con alguno de ellos, y de no recibirlos sino mediante una nota de mi parte. En tal caso, procuro hacer venir a los padres del niño, y darles la lección. No sé si seré buen maestro; sólo dos o tres han venido a verme. Y a esos no los he vuelto a ver. Y de común acuerdo con mis vicarios, los zarandeamos fuertemente en la catequesis, y los padres, madres, maestros y maestras de casa inter cratu. He empezado ya la catequesis los domingos; los niños necesitan aprender, por tanto han de frecuentar la escuela. Sería, por lo tanto, paralizar el bien de su establecimiento de Bourg-Argental el retirar a un Hermano y hacer resurgir nuevas críticas. Vea ahora lo que lo que ha de hacer. No pretendo molestarlo. Si le cuento todo esto es para ponerlo al corriente de lo que ocurre. Si su escuela va bien, al dedillo, interesará a todos, y podrá lograr, en consecuencia, algo de aumento en el sueldo de los Hermanos. Le recuerdo que cuando se aprieta demasiado a la anguila, se escabulle. Les escribo con toda sencillez y muy urgido. No sé si podrá Ud. comprenderme en todo, pero entre amigos el perdón se concede fácil. Seguimos siempre en colaboración con nuestro amigo Seyve; está bien. Piensa irlo a ver, no sé cuando. Se lo concretaremos. Tenga la bondad, se lo suplico, de no hablar con nadie lo que le he comunicado, ni siquiera con sus Hermanos. Podría incomodar e indisponer a personas a quienes Ud. y yo deseamos tratar con especial delicadeza. Estoy contento de sus Hermanos. Trato los asuntos con ellos sin muchos rodeos, tal vez, como podrán ellos mismos decírselo. Pero creo que debo actuar así por el bien público.

Tibi totissimus,

VERDIER.

Edición: CEPAM

fonte: AFM 129.6

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