Carta a Marcelino

P. Sebastien-André Millerand, Cura de Semur

1838-03-09

El P.Millerand había asumido la parroquia de Semur en enero de 1838; los Hermanos actuaban en la escuela local desde noviembre de 1836. Escribió al P.Champagnat pocos días después de su instalación como párroco, prometiendo apoyo y auxilio a la obra de los Hermanos. La escuela era parroquial y no podía contar con el auxilio del municipio para los gastos. En esta nueva carta el P.Millerand describe las dificultades financieras que está encontrando y pide al Fundador sea comprensivo, dándole plazo para los pagos atrasados, sobretodo aquellos relativos al cuarto Hermano, que había sido pedido a causa del pensionado. Pide las cláusulas del contrato que la parroquia asumió al solicitar la venida de los Hermanos. Necesita informarse porque el P.Béraud, que hiciera todos los trámites para la instalación de los Hermanos, ya no estaba más en la en la parroquia, habiendo sido transferido. (Cfr. H.Ivo Strobino, nota introductoria al texto, ?Cartas Passivas?)

Semur, a 9 de marzo de 1838.

Reverendo Superior:

Tuve el honor de escribirle al Hermitage, en el mes de enero, para agradecerle por los buenos Hermanos que Ud. envió a Semur; para informarle que son bien estimados y que están haciendo un bien muy apreciado en la parroquia; para ponerme en contacto con Ud. con el fin de saber qué había Ud. acordado con el P. Béraud, entonces administrador de la parroquia. Se me respondió que estaba Ud. ausente y que se me informaría oportunamente cuando Ud. estuviese de vuelta. Pues bien, ya ha pasado más de un mes, y nada. Ayer, el H. Director me informó que seguía Ud. en Paris. Es por eso que me decidí a escribirle ahí con el fin de saber pronto a qué atenerme. El P. Béraud me ha dicho que había convenido con Ud. que los internos cubrirían el sueldo del tercer Hermano; y esto en presencia del H. Director que se resistía a creerlo. Me dijo también que dadas las mejoras que Ud. exigía y del aumento del mobiliario no le había Ud. hablado de fondos en beneficio del tercer Hermano. Todo eso parece tanto más razonable que él le había puesto a Ud. al corriente de la situación económicamente precaria que ofrecía la región y de los gastos que quedaban a cargo y como deuda del Sr. Cura. Es necesario que Ud. tenga compasión de nosotros y que nos trate con toda la suavidad de que sea capaz. Tenemos mucha buena voluntad, pero pocos recursos. El P. Béraud acaba de ser destinado a una población alejada de 22 leguas de aquí y no puede venir en mi socorro. Hizo bien de echarse encima un compromiso en favor de los habitantes de Semur, pero se olvidó de a hierro caliente batir de repente y por ello esa especie de suscripción no ha dado buenos resultados. Pienso volver sobre el tema pronto y volver a entusiasmar el celo de mis feligreses. Voy a necesitar el original del convenio, del cual ignoro el texto; se encuentra en el Hermitage, donde fue enviado para que se le transcribiera en los registros de la Congregación. Tenga la bondad de hacérmelo llegar.

El mobiliario no está aún completo, pero los buenos Hermanos tienen lo indispensable. Cuento con que pronto tendremos todo lo que se prescribe. Cuando logre involucrar a la población, trataré de hacer lo que no hizo el P. Béraud, y de esta manera asegurar la existencia de este establecimiento tan precioso.

Sírvase honrarme con una pronta respuesta para que yo sepa con exactitud lo que debo hacer. Pero se lo repito, trátenos con toda la suavidad posible para que el bien que se está haciendo prosiga sin tropiezos. Las contradicciones que este establecimiento ha sufrido en sus inicios me prueban de que se trata de un obra de Dios, y me confieren gran confianza cara al futuro.

Tengo el honor de ser con respetuosa consideración, muy señor mío, su muy humilde y seguro servidor,

MILLERAND, Párroco.

Edición: CEPAM

fonte: AFM 129.49

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