11 de julio de 2014 SIRIA

Una ciudad sedienta

Desde el 2 de junio de 2014 una ciudad entera está sin agua… No se trataba de la cuaresma ni del ramadán… Una ciudad mártir, olvidada, viviendo en medio de la indiferencia del mundo… Una ciudad que no ha escogido su destino pero lo sufre… La ciudad y sus habitantes, más de dos millones de personas que tienen falta… que tienen falta de agua…

Ese agua que llega desde el Éufrates nos falta. Estamos castigados por yo no sé qué crimen que hayamos cometido. No se puede castigar a todo un pueblo… no podemos callarnos… Es indignante ver a los niños y a los ancianos que esperan delante del grifo de un pozo en las calles de Alepo para llenar una garrafa o una botella. No es posible que en este tercer milenio toda una ciudad esté privada de agua. Nosotros, los Maristas Azules, hemos denunciado varias veces este crimen contra la humanidad… Hacemos lo que podemos para abastecer de agua a todos los que nos lo piden, pero la situación ha llegado a ser insostenible.

En el momento en que escribo esta carta, el “muezzin” anuncia el final de la jornada de ayuno para los musulmanes. Hace calor, casi 40o. La ocupación principal de muchas personas hoy ha sido encontrar agua… Es una vergüenza… Muchos amigos desde el extranjero quieren saber quién es el responsable… Poco importa que se sepa o no… Lo esencial es que toda la población sufre. Hace tres años, cuando la guerra explotó en Alepo, era Ramadán, el ramadán del desplazamiento… El año pasado era el ramadán del bloqueo y este es el ramadán del corte de agua… ¿Qué vamos a tener que sufrir aún? ¿Por qué tenemos que sufrir aún? La gente está cansada, no pueden más… Es cierto que se lo toman con paciencia, que esperan, pero, ¿tener paciencia para qué? ¿Esperar qué y a quién?

Os propongo vivir esta experiencia por uno, dos, tres días, una semana, un mes… Haced esta experiencia de privación… Imaginad que se vierte el agua potable, el agua de uso doméstico, en el arroyo que atraviesa vuestra ciudad y que el agua no llega hasta vuestra casa… 

Imaginad que para llenar dos bidones de agua os hace falta por lo menos una hora de tiempo… Imaginad que ese agua que acabáis de llenar puede provocaros enfermedades, un envenenamiento, a veces acabar hospitalizado…

Y, como el corte de agua no basta, hay que añadir a él el corte de electricidad… Una o dos horas por día. También en eso os invito a hacer la experiencia… Un día sin electricidad, sin frigorífico, sin lavadora, sin televisión. Sin y sin y sin…

Alepo, la ciudad olvidada, es nuestra ciudad… Una ciudad que sufre… Pienso en S.: un titulado universitario que duerme con uno de sus hijos en su lugar de trabajo mientras que el resto de su familia, ocho personas, vive en una carcasa de autobús. Pienso en G. que para recorrer un trayecto de treinta minutos para llegar a nuestra casa, ha empleado más de 12 horas. Pienso en S., ese chófer, padre de cuatro hijos, de los cuales dos son disminuidos, y que vive con otras dos familias en un sótano…

Por desgracias muchos alepinos han abandonado la ciudad… y este verano todavía más… ¡Ir a buscar a otra parte, en el interior mismo de Siria o fuera, una vida digna más apta de ser llamada humana! … ¿Volverá Alepo a ser lo que fue? ¿Dónde encontrar signos de pacificación? ¿Cómo se hará una eventual reconciliación, sobre qué bases? … Cuando se ha visto la propia casa, el fruto de toda una vida, destruida por un bombardeo o por un mortero, o bien cuando se ha visto a miembros de la propia familia muertos o gravemente heridos…

Cuando se vive en Alepo, nos sorprende el regreso al país de un amigo. Muy pronto llega la decepción al saber que viene para arreglar sus negocios y marcharse definitivamente. Cuando se vive en Alepo, estamos desgarrados por muchísimas preguntas: ¿hay que esperar para irse o hay que irse enseguida? ¿hay que instalar un generador de corriente o hay que esperar a que se restablezca el servicio eléctrico? ¿Hay que hacer salir a los niños, a pesar del miedo a los morteros o a una bala perdida, o hay que dejarlos en casa? ¿Qué actividad lanzar, para quién, para qué? ¿Con quién y en el nombre de quién?

Y además, tenemos esta amenaza que nos llega de fuera, de esos fanáticos, de los que no conocen el tejido social sirio… Están ahí, en las puertas de la ciudad, para hacer reinar el terror… Están ahí para imponernos una ley en nombre de una religión con la que muchos de sus correligionarios no se identifican… Ellos matan, prohíben, impiden declarar libremente la fe de cada uno… O se les paga un tributo, la “jizra”, impuesto al que está sometido todo no musulmán, o se abandona todo y se va a otra parte.

Al ejemplo del H. Emili Turú, nuestro superior General, nos adherimos a la llamada de Andrea Ricciardi, fundador de la Comunidad de San Egidio “Salvemos Alepo”.

Vivir en Alepo es un compromiso entre la acción comprometida y la esperanza, es una lucha interior por no bajar los brazos y abandonar todo, es una voluntad de decir ¡no! al engranaje de la guerra y de la violencia, es una mirada sobre la miseria de los otros para lanzarnos en su socorro.

Nosotros, los Maristas Azules, hemos escogido esa mirada, hemos escogido tomar iniciativas, hemos escogido no dejarnos paralizar por el miedo…, hemos escogido ser una luz de Esperanza para todas estas personas desplazadas, desposeídas y heridas, y un recurso para todos los que no tienen nada. 

Nuestras actividades continúan…

  •  Los niños de los dos proyectos, «Quiero aprender» y «Aprender a crecer», han gozado de dos semanas de actividades de verano bajo el lema: «La tierra de la felicidad».
  •  Los jóvenes de Skill Scholl tienen un programa diario con el tema «Masarat» o «Recorridos»
  •  Las señoras jóvenes han retomado el proyecto «Tawasol»…
  • El MIT ha retomado sus conferencias y sus sesiones de formación… 
  • Todas las actividades de asistencia continúan… La distribución regular mensual de los distintos cestos de alimentos, la distribución de comidas clientes, de vestidos, etc…
  •  El proyecto «Civiles heridos de guerra» ha salvado a varias personas gravemente heridas por los tiros de los  morteros.  

Termino con las palabras del Papa Francisco, en el ángelus del domingo pasado: 

«¡CUÁNTO DAÑO HACE LA INDIFERENCIA HUMANA HACIA LOS NECESITADOS! Y MÁS AÚN LA INDIFERENCIA DE LOS CRISTIANOS».

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Por los Maristas Azules

F. Georges Sabe

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