30 de mayo de 2013 CASA GENERAL

En camino hacia la Conferencia General – 6

Despertar la aurora es el lema escogido para la próxima Conferencia general que se celebrará en El Hermitage del 8 al 29 de septiembre de 2013. Profetas y místicos para nuestro tiempo es el subtítulo que concretiza los grandes temas que se desarrollarán en la asamblea. A este respecto preguntamos a nuestro Superior general, H. Emili.

La teología y la espiritualidad cristianas hablan mucho hoy día de la “tradición místico-profética”.

class=imgshadowPienso que no es sólo un intento de superar los antagonismos entre las dos en el pasado, sino también una forma de reconocer que tradicionalmente no existió tal oposición. Los profetas eran místicos, y los místicos eran profetas. Era impensable que una persona pudiera ser un profeta que hiciera un llamamiento a la justicia y al cambio social sin tener alguna experiencia de unión con Dios. Igualmente impensable era que alguien pudiera ser un místico cabal si no hablaba abierta y críticamente sobre las injusticias de su tiempo.

Nuestra vida es muy activa. ¿Qué supone la dimensión mística?

Justamente por nuestro tipo de vida, se necesita cultivar una mística que nos permita vivir “centrados”.  Creo que muchos de nosotros hemos vivido la embriagante experiencia de la acción; y hemos tenido que tomar los medios necesarios para superar la adicción a un activismo desbordante. A mi parecer, la primera, más esencial y más pura llamada que sentimos dentro de nosotros, es que somos enviados a SER hermanos.

Acentúas mucho este SER hermanos

Porque muchos nos valoran sobre todo por aquello que hacemos, como una simple “task force” al servicio de la Iglesia y de la sociedad, cuando en realidad nuestra existencia como Instituto tiene sentido en sí misma, sin necesidad de recurrir a nuestra función específica. Este SER hermanos –místicos y profetas-  es el núcleo de nuestra vida y donde nos jugamos, por tanto, nuestro presente y nuestro futuro. Ser lo que estamos llamados a ser. Ser nosotros mismos: se trata del enorme desafío de la coherencia.

¿Y la dimensión profética?

La acción profética es el rostro público de la mística, como dijo Sandra M. Schneiders. La vida religiosa es una forma de vida carismática, que nació como don del Espíritu Santo para vivir, de manera colectiva, el carisma profético en la Iglesia. Lo que distingue a esta vocación profética de otros ministerios de la Palabra en la Iglesia, es que focaliza su proclamación del Reino de Dios en una situación particular, como es la educación integral de niños y jóvenes en nuestro caso.

Esto tiene sus exigencias…

Ciertamente. Se trata de llevar a cabo la misión profética intentando responder a los signos de los tiempos; las tareas concretas pueden ir variando, justamente por fidelidad al carisma. Creo que la vivencia de ese testimonio profético significa, en nuestro caso, mostrar siempre una preferencia por los niños y jóvenes más vulnerables, y ser capaces de ver el mundo desde su perspectiva.  Con ellos y por ellos, seremos capaces de adoptar una actitud crítica, en palabras y sobre todo con hechos, ante los valores y las estructuras sociales y eclesiales, e invitar a un cambio sistémico, más que contentarnos con soluciones temporales y limitadas. 

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H. Carlos Alberto Huidobro...

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