12 de junio de 2014 ECUADOR

II Asamblea Internacional de la Misión Marista

Del 22 al 24 de mayo de 2014, la gran familia marista Norandina nos reunimos en Quito (Ecuador) y realizamos la fase provincial de la II AIMM. Nos congregamos un grupo diverso de 41 hermanos y laicos procedentes de Venezuela, Ecuador y Colombia. En un ambiente fraterno, y rebosantes de alegría por el encuentro, vivimos llenos de ilusión este momento de gracia del Instituto Marista con el corazón dispuesto a ser “Maristas nuevos en misión”.

Estos días de encuentro, además de intensos por el compartir fe y vida, fueron densos en el trabajo y en la profundización de los tres grandes ejes temáticos propuestos: Espiritualidad, Vocación y Evangelización. Nuestros corazones se iluminaron con la luz del Evangelio y ardieron por el fuego del Espíritu.

De la reflexión y puesta en común visualizamos los “brotes de vida” que van germinando en nuestra Provincia, que se enriquecen en la espiritualidad compartida por hermanos y laicos (desde nuestras vocaciones distintas y complementarias), que ponemos al servicio de nuestra misión y que nos mueve a desplazarnos, a “salir hacia las nuevas tierras”, a atender el llamado de los niños y jóvenes más necesitados. De esta forma, queremos ser el “rostro mariano de la Iglesia”, llevando a Jesús, como María y a su estilo, a los lugares más recónditos.

Nos desafía ser auténticos testimonios para los destinatarios de nuestra misión y para la Iglesia, ver el mundo con los ojos de los niños y jóvenes más pobres y tener una presencia significativa y cercana en sus vidas, usando nuestra voz y nuestra fuerza para defender sus derechos y nuestra propia vida para hacerles saber lo mucho que Dios les ama.

Somos conscientes de que nuestro tiempo es ahora y que el corazón de la misión marista está en vivir los valores del Evangelio, haciendo sentir la presencia y el amor de Dios y de la Buena Madre a los Montagne de nuestro entorno. Por eso, creemos que es un reto expandir nuestra acción al trabajo con las familias, para propiciar un acompañamiento desde el amor, el reconocimiento y la aceptación, y concientizarlos sobre su peso en la formación de los niños y jóvenes como primeros educadores.

Convencidos de que “vale la pena vivir esta vida Marista”, estamos a la escucha de Dios para saber lo que quiere de nosotros y para ir adecuando nuestras respuestas a los signos de los tiempos. En la sintonía de nuestros corazones maristas, palpitamos al ritmo de los tambores de África unidos en la oración por la construcción de la nueva aurora y el futuro de la vida marista.

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Hermano Leandro Cimadon...

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