Carta a Marcelino

P. Jean-Benoit Balmon

1836-08-26

?Juan Benito Balmon, estuvo con Marcelino Champagnat en el Seminario Mayor de Lyon; siguieron los mismos cursos cada año hasta la ordenación sacerdotal que recibieron el mismo día. En 1836, siendo párroco de St.Martin-la-Plaine, se va a encontrar con nuestro Fundador y le pide Hermanos para su escuela; le fueron prometidos para noviembre; estando convenido todo con él, alquila una casa al precio de 110 francos y se ocupa del mobiliario personal y del material escolar. Mientras preparaba el camino, recibe una carta del H.Francisco, quien en nombre del P. Champagnat, le hace ver que no se está de acuerdo en que la escuela se abra en una casa alquilada. Esta carta no la tenemos, pero sí la contestación de Balmon al P.Champagnat. Es precisamente ésta la que ahora estudiaremos.? (Nota del H.Carlos Hidalgo)

St.Martin-la-Plaine, a 26 de agosto de 1836.
R.P. Superior:
Nunca una carta me había sorprendido tanto como la que recibí ayer, fechada en el Hermitage. Ha sido capaz de provocarme un fuerte dolor de estómago. Sin embargo, después de haberla leído y releído, y no habiendo encontrado su firma, he pensado que el mal no era tan grave como me lo había imaginado al principio: lº Porque el H.Francisco no tiene conocimiento pleno de la carta que el Pbro. Rimaud le escribió a Ud. durante mi enfermedad; 2º porque el H.Francisco no supo de la entrevista que tuve el honor de tener con Ud. hace unas cinco semanas.

Según la carta que recibí ayer, parecería que el alquiler de una casa para sus queridos Hermanos no era sino un proyecto, mientras que el Pbro. Rimaud daba por un hecho consumado el dicho alquiler. En efecto, el propietario dio al inquilino la orden de desalojo para el 8 de agosto, y el 9 me alquiló la casa por 110 francos.

En la carta que recibí ayer se dice que no se vería con buenos ojos que los Hermanos habitaran una casa arrendada. Sin embargo, cuando tuve el honor de entrevistarme con Ud. no me hizo ningún reparo, tanto más que sólo es por algunos meses. Recuerdo de modo muy claro que después de seria reflexión sobre las razones que concurrían en favor de St.Martin, Usted me respondió: Alquile. Feliz por haber escuchado de su boca esa consoladora palabra, regresé anunciando a todo el que quería escucharme que para Todos los Santos los Hermanos estarían entre nosotros. Dicha noticia se ha visto confirmada: 1º por el arriendo de casa que ya he efectuado; 2º por las gestiones realizadas y los objetos que he adquirido como mobiliario; 3º por la visita que he hecho a un carpintero de Lorette que ya trabaja en la confección de bancos y mesas (y cuyas partes ya tiene recortadas). De todo esto resulta que no hay nadie en St.Martin que no cuente ya con los Hermanos y que no tenga el derecho de hacerlo, dadas las disposiciones que he gestionado para alejar a todo profesor seglar que se ha ido presentando. Esta noticia la he comunicado a todos mis cohermanos sacerdotes, que me vinieron a visitar durante mi enfermedad. Me parecía que cada vez que hacía alusión a dicha fundación, mi salud mejoraba.

¿Será pues posible una negativa después de tantas diligencias y penalidades? He experimentado una gran decepción. No me preocupa tanto lo del alquiler y demás sacrificios económicos (aunque no he tomado de mi superfluo, pues es mediante préstamos que me he agenciado en este asunto), lo que me inquieta es la opinión que se va a tener de mi. Nuestro Párroco no sabe ni lo que dice ni lo que hace, será el juicio que me harán, y el tal estribillo andará de boca en boca, como sardónica burla. En mi vida no han faltado los disgustos, pero nunca uno como éste. Si estoy sentenciado a sufrirlo, me pregunto si tiene algún sentido continuar con mi propósito. Las obras buenas suelen encontrar contradicciones, pero esta es demasiado grande.

Si disfrutara de suficiente salud, hoy mismo iría a verlo al Hermitage. Habría encontrado mil razones para interesarlo en el asunto. Esta carta se está extendiendo demasiado, debo detenerme.

Confiando que la decisión funesta concerniente a St.Martin y a su servidor será reconsiderada y abrogada, reciba mis más sinceros respetos. Quedo de Ud., R.P. Superior, su humilde y seguro servidor,

BALMON.

Edición: CEPAM

fonte: AFM 129.23

VOLVER

Carta a Marcelino...

SIGUIENTE

Carta a Marcelino...