Carta a Marcelino

P. J-B. Justin Chanut, S.M.

1838-10-25

Jean-Baptiste Justin Chanut, Sacerdote marista, era coadjutor en Valbenoîte en la ocasión en la que el grupo de aspirantes maristas de la diócesis de Lyon se constituyó como comunidad en aquella parroquia, esto es, en 1833. Después, durante casi un año estuvo en l?Hermitage. Era bastante independiente y de carácter difícil. En aquella ocasión el P.Colin escribió al P.Champagnat: ?La Providencia le dio al P.Chanut como auxiliar; fórmelo bien?. De l?Hermitage fue a la diócesis de Burdeos donde, más o menos por determinación propia, asumió la parroquia de Verdelais, que era un conocido lugar de peregrinaciones. En esta carta describe la región, el trabajo que realiza y el proyecto de establecimiento de los Hermanos, con casa de noviciado, para atender las necesidades de las escuelas de la región. Sin embargo, en Burdeos habían sido fundados los Hermanos Marianistas, del P.Chaminade.. El P.Chanut afirma que, sin embargo, los Hermanos Maristas serían bienvenidos y que el Obispo local, D.Donnet, podría ayudar en el reconocimiento legal del Instituto.. Insistió junto al P.Colin, para que obtener del P.Champagnat el envío de Hermanos para su obra. El P.Colin retransmitió el recado varias veces al P.Champagnat, que siempre encontraba alguna justificación para no atender, cosa que le valió fuerte reconvención del P.Colin. (Cfr. H.Ivo Strobino, nota introductoria al texto, ?Cartas Passivas?)

Verdelais, St. Macario, Gironde

a 25 de octubre de 1838

Reverendo Padre:

[1] Ud. debe estar sorprendido del retraso que he puesto en daros una muestra de mi respetuoso afecto. Esperaba semana tras semana al Sr. Balmet; y el pensamiento de no escribirle a ud. hasta después de su llegada, me ha hecho diferirlo hasta el presente. Después de mi partida de Lyon he tenido tiempo de reflexionar y de reflexionar profundamente, a pesar de algunas predicaciones lanzadas aquí y allá a través de la campiña, no he podido lograr enteramente no aburrirme. Mi posición no era verdaderamente cómoda, pero me consolaba con el pensamiento de que era preciso comenzar un poco penosamente, para merecer que Dios que bendijera este nuevo Establecimiento. Ha sido ante la Sma. Virgen donde, con frecuencia, he experimentado las mayores consolaciones, es tan consolador poderse decir: Dios lo quiere, que su santa voluntad sea hecha! Verdelais es una región cultivada en su totalidad, con mucho bosque; magnífico cuando el sol dora las colinas; temible cuando las nieblas cubren la campiña. El edificio que habitamos está junto a la capilla de peregrinos que es a la vez la iglesia parroquial. Las habitaciones están muy limpias y cómodas, sin embargo, como el Sr. Cura de la parroquia las ocupaba, y nosotros no teníamos mas que una habitación situada en el centro, comprenderá que no estábamos muy a gusto. El Sr. Cura, ya en posesión de la inmensa propiedad que se destinaba a la Sociedad, continuaba la gestión comenzada, de suerte que no habíamos tenido este año sino recitar nuestro breviario. En fin, había tomado mi partida muy tranquilamente, y me disponía a ir a desempeñar dos misiones que me habían pedido, y una cuaresma en Blaye, cuando la Providencia lo ha cambiado todo. El Sr. Cura ha pedido y obtenido el acompañar a Mons. Dupuy a Argel. He ahí una situación de las cosas completamente nueva e inesperada. El Sr. Arzobispo quiere que nos hagamos cargo de la iglesia de las peregrinaciones, y para eso, quiere encargarnos de servir a la pobre iglesia de Verdelais. Al principio no me gustaba nada eso, pero como es imposible hacer nada en Verdelais si no somos los únicos dueños de la iglesia de la peregrinación, he comprendido que hacía falta renunciar a todo o sufrir esta carga. El Sr. Superior del seminario mayor así como los directores me han dicho que no era posible hacerlo de otra forma. Acabo de escribir al R. P. Superior para que me diga lo que hay que hacer en una situación como ésta. Pienso que el P. Superior le ha comunicado, en el retiro, la primera carta que le he enviado, y en la que había hecho la descripción del Establecimiento de Verdelais. Cuántas veces, al ver esta propiedad, me he dicho: haría falta un Padre Champagnat para sacar partido a un local tan hermoso.

[2] Los recursos pecuniarios, creo, no faltarán. Si nos encargamos de la capilla los honorarios de misas ofrecidas por los peregrinos podrán bastar ordinariamente para cuatro sacerdotes. Buen número de estos honorarios están bien por encima de las tasas ordinarias. El Arzobispo está dispuesto a hacer por su parte todos los sacrificios posibles y ya me ha dado algún dinero. Sería difícil decirle la acogida que nos ha brindado; estamos invitados a su mesa cuantas veces no tengamos razones para rehusarla. Ya ha comunicado a los Obispos vecinos el proyecto que tenía de formar un noviciado de sus Hermanos, y todos le han dicho que harán todo lo posible para proporcionar sujetos para este Establecimiento. Así pues, si para vuestra autorización legal piensa que la protección de Mons. Donnet pueda serle útil, no tiene más que decirme una palabra, y de su parte, yo solicitaría los documentos que pidiera. La diócesis de Burdeos tal vez más que cualquier otra diócesis tiene necesidad de Hermanos enseñantes. No hay muchas ciudades, en toda la campiña y casi por doquier reina una ignorancia extraña en las clases del campo. Monseñor en sus visitas, sobre 40 maestros ha encontrado 28 que no pisaban nunca la iglesia. En su retiro pastoral ha anunciado a su clero la entrada de la Sociedad de María en su diócesis, esta Sociedad, es la vuestra, ya que no podía hacer mucho caso a la Burdeos. Yo mismo casi no he oído hablar de ella, pero la primera vez que me dé el gusto de escribirle, le daré mayores detalles por las informaciones que haya obtenido.

[3] Creo, mi Reverendo Padre, que la Sociedad de los Hermanos está llamada a hacer mucho bien en la diócesis de Burdeos, pero para ello será preciso comenzar con un buen noviciado, pues cómo hacer venir, para cada Establecimiento particular, Hermanos de Lyon? Unamos pues nuestras oraciones para pedir al buen Dios que bendiga la obra que va a comenzar. El local es magnífico, lástima que no pueda venir y orientarnos con sus consejos.

[4] El Sr. Balmet ha encontrado en que ocuparse, pero solicita herramientas, y después hará maravillas.

[5] Adiós, mi Reverendo Padre, pida al buen Dios por mí, por favor, perdone la prisa de esta carta, no por eso le estimo menos; al corazón le sobran las formas.

[6] Me propongo escribir pronto al P. Terraillon; mientras tanto, preséntele mis humildes respetos. Encomiéndeme al recuerdo y a las oraciones del R. P. Matricon así como al recuerdo y a las oraciones de todos sus buenos Hermanos del Hermitage, para los cuales conservo siempre una estima muy viva; tantas veces me han edificado!

[7] Me encomiendo de manera especial a sus oraciones, y le ruego aceptar el profundo respeto con el cual tengo el honor de ser, mi Reverendo Padre, vuestro muy humilde y obediente servidor,

CHANUT.

P.St. El Padre Balmet me encarga decirle de su parte las cosas más amables y respetuosas.

Edición: CEPAM

fonte: AFM 129.57

VOLVER

Carta a Marcelino...

SIGUIENTE

Carta a Marcelino...