Carta a Marcelino

P. Jean-Claude Colin

1838-01-10

Preocupado con la tarea de formar el segundo grupo de misioneros para la Polinesia, el P.Colin dirigió esa carta-circular a las varias comunidades de los Padres Maristas, como también al P.Champagnat para que la leyese a los Hermanos. El discernimiento de las personas más aptas a la misión era tarea pesada; quería que los cofrades le ayudasen por medio de oraciones y novenas. El nuevo contingente de misioneros quedó compuesto por los Padres Epalle y Petit y por los Hermanos Elie-Régis, Marie-Augustin y Florentin. El grupo partirá en septiembre de 1838. Antes, en junio, el P.Colin dirigirá una carta al Fundador para comunicarle que no aprueba a uno de los Hermanos propuestos por Champagnat para las misiones. (Cfr. H.Ivo Strobino, nota introductoria al texto, ?Cartas Passivas?)

Belley, a 10 de enero de 1838.

Muy queridos Cohermanos y Hermanos en Jesús y María:

Una reciente carta de Valparaíso, fechada los primeros días de agosto, nos dice que Mons. Pompallier y los otros Cohermanos y Hermanos nuestros se encontraban aún en dicha ciudad; pero a punto de reembarcarse para seguir a su destino. Podemos, pues, razonablemente, su poner que ahora ya están entre sus pobres insulares; que tienen ya bajo sus pies esa tierra inculta, objeto de sus más ardientes deseos; esa tierra que, en los designios de la Providencia, ha llegado a ser la herencia de los hijos de María.

El deber para nosotros, que nos vemos privados de la dicha insigne de participar en los honrosos trabajos de nuestros dignísimos Cohermanos, es pensar en proporcionarles obreros llenos del espíritu de Dios que, bajo los auspicios de la más tierna y poderosa de las Madres, vayan en su auxilio y se apresuren a ayudarles a roturar esa tierra estéril.

El Pastor de los Pastores, el Soberano Pontífice, por boca de su Embajador Franzoni, Prefecto de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide, quien nos escribe con fecha 26 de diciembre próximo pasado, solicita con ahinco el envío de un refuerzo de apóstoles y que hagamos este envío quam optime fierit potest. Por lo tanto, mis queridos Hermanos, nos vamos a afanar para hacer lo más pronto posible los preparativos de la salida de los tres o cuatro Padres y dos Hermanos catequistas.

Sin duda alguna, no es para mí poco el consuelo de ver el celo de varios de Uds., que solicitan con vehemencia incorporarse a esta segunda colonia apostólica. Y ciertamente este celo puro y generoso no es para mí la menor señal de protección del Cielo sobre nuestra empresa. La dificultad no está en encontrar obreros, sino en hacer la debida selección. Esta es mi preocupación, pues, visto nuestro número, no podemos conceder la ida a todos los que la solicitan.

Aquí es donde yo siento, más que en ninguna otra parte, todo el peso de mi cargo; ahora es cuando necesito que todos los miembros de la sociedad se unan a mí para pedir con fervor a Jesús y María que vengan en mi ayuda, me iluminen y me den a conocer quiénes son los destinados a la sublime vocación del apostolado misionero; pues tal vocación no puede venir sino de lo Alto. Por esto pido a todos los miembros de la Sociedad, cualquiera que sea la rama a que pertenezcan, se sirvan redoblar su fervor y ofrecer a Dios, por la intención mía, desde hoy hasta la fiesta de la Purificación: 1º Una hora de adoración delante del Santísimo Sacramento. 2º Cada sacerdote, por lo menos, una Misa; cada Hermano y Hermana, tres comuniones. 3º Todos, tres Ave Marías cada día. Cada uno podrá agregar a esto lo que su celo le inspire; por ejemplo, el ofrecimiento del Oficio y del Rosario. Pueden también Uds. invitar a las almas piadosas con las que se relacionan a que unan sus oraciones a las nuestras para este mismo fin. Con los sentimientos del más tierno afecto, me atrevo a suscribirme, amados Cohermanos y Hermanos, de Uds. humilde y obediente servidor,

COLLIN, Sup.

P.St. Por favor, leer esta carta a todos los Hermanos.

Edición: CEPAM

fonte: AFM 122.24

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