11 de septiembre de 2015 LíBANO

Me ha impresionado la calidad humana y espiritual de esos maristas,

Del 29 de agosto al 5 de septiembre, el H. Emili Turú ha estado en Líbano para acompañar un grupo de 18 hermanos y laicos de Alepo (Siria), conocidos internacionalmente como maristas azules.

 

¿Por qué ese encuentro con un grupo de maristas azules?

H. Emili Turú: El pasado mes de mayo me encontré con los tres hermanos de la comunidad de Alepo, y constaté que, aunque estaban bien, soportaban un enorme estrés originado por la situación de guerra que están viviendo desde hace más de 4 años, y que convenía apoyarles de alguna manera. Fue en ese contexto que les propuse tener alguna actividad que les ayudara a sobrellevar la situación, no sólo a ellos, sino también a otras personas que forman parte de los maristas azules. 

 

¿Cómo se elaboró el programa de esos días?

H. Emili Turú: Gracias al apoyo del H. Brendan Geary, provincial de West Central Europe, contactamos al Dr. Robert Wicks, de Estados Unidos, autoridad mundial en el tema de la resiliencia, quien accedió rápida y generosamente a colaborar con nosotros. De manera sorprendentemente fácil pudimos hacer coincidir nuestros calendarios tanto el Dr. Wicks, como los “maristas azules”, el H. Juan Carlos Fuertes (que iniciará como Provincial de Mediterránea en enero 2016) y yo mismo. 

A partir de ahí, decidimos juntos el programa: el primer día sobre espiritualidad, preparado por mí, y luego otros tres días con el Dr. Wicks sobre resiliencia. Los dos días restantes se dedicaron a evaluar los programas que están llevando a cabo y programar el futuro. 

 

¿Qué contenidos de espiritualidad trabajaron con usted?

H. Emili Turú: La pregunta sobre Dios suele aflorar con fuerza cuando se viven situaciones límite, como las originadas por una guerra. Y lo que aflora en esos momentos son frecuentemente nuestros conceptos previos sobre Dios, que no siempre corresponden al Dios de Jesucristo. Nos preguntamos juntos: ¿Dónde está Dios en esta situación de guerra? y la verdad es que me impresionó la madurez y la calidad de respuestas de los participantes en el encuentro. 

Otro tema que ocupó nuestra reflexión y nuestro compartir fue sobre la oración contemplativa, como un medio excelente para el encuentro personal con Dios, así como fuente de paz, serenidad y armonía, incluso cuando las bombas caen a nuestro alrededor. 

 

¿Podría decirnos algo sobre el tema de la resiliencia?

H. Emili Turú: Las guerras provocan una cantidad enorme de estrés en las personas a causa de muchos factores, entre ellos la muerte de personas cercanas, o la incertidumbre sobre el futuro más inmediato y a largo plazo, o la vivencia repentina de pérdidas importantes, como el trabajo o la casa… Nuestros maristas de Alepo, al ponerse al servicio de las víctimas de la guerra, viven un doble estrés: el suyo propio, y el de las personas a las que atienden, a veces muy heridas y con expectativas quizás desproporcionadas sobre lo que les pueden ofrecer. 

Por desgracia, no está en nuestras manos terminar la guerra o poner fin a las enormes dificultades que atraviesan los habitantes de Alepo, pero lo que sí se puede hacer es cambiar la perspectiva o transformar las propias actitudes ante esas situaciones. Y ahí es donde entra la resiliencia, una capacidad que no sólo permite sobrellevar las dificultades de la vida que no podemos cambiar, sino incluso aprender de ellas y crecer y madurar en medio de ellas.  

La gran experiencia del Dr. Wicks en ese tema permitió, en primer lugar, que cada persona pudiera dar nombre a lo que está viviendo interiormente, la mayor parte del tiempo de manera inconsciente. Por supuesto, esa toma de conciencia no basta, así que ofreció también una gran cantidad de recursos para poder aumentar la resiliencia y ayudar a otras personas a que también puedan hacerlo. 

 

¿Cómo ha sido su experiencia personal de esos días?

H. Emili Turú: Han sido días muy intensos, no sólo por la profunda reflexión llevada a cabo, sino sobre todo por la enorme carga emocional que conlleva. No hablábamos en abstracto de un país en guerra, sino de personas de carne y hueso, las allí presentes, que se enfrentan a ella día a día. 

Para mí ha sido un privilegio poder compartir con todos ellos y escuchar sus historias personales, sus ilusiones, sus luchas, sus frustraciones, su dolor, sus enormes ganas de vivir dando un sentido a su vida…

Me ha impresionado la calidad humana y espiritual de esos maristas, así como la profundidad de las motivaciones de quienes, incluso pudiendo dejar el país, han decidido quedarse junto a sus hermanos y hermanas de Alepo. 

Algunos me han dicho que les han sido de gran apoyo los mensajes que les he hecho llegar en algunas ocasiones a lo largo de estos cuatro años, pero la verdad es que yo soy el que ha aprendido a su lado, estimulado por su generosidad y por su creatividad evangélica. 

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