24 de junio de 2024 CASA GENERAL

Programa Gier 2024 en los lugares maristas

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El Programa de formación para hermanos jóvenes, “Gier” comenzó el 29 de mayo. Tras dos semanas en la Casa General, el grupo se encuentra desde el 13 de junio en Notre Dame de I`Hermitage, donde siguen el programa que finalizará el 27 de junio. Participan 15 Hermanos, acompañados por un equipo formado por los hermanos Tony León (Star of the Sea) y Ataíde José de Lima (Equipo de Formación Permanente), apoyados por los hermanos directores del Secretariado Hermanos Hoy, Ángel Medina y Lindley Sionosa.

A continuación, el H. Mario Valia, de Angola, Provincia de África Austral, cuenta la experiencia que está viviendo el grupo en los lugares maristas.


Volver a los órigenes

Siempre me pregunté por qué nos gusta volver a nuestros orígenes. ¿Será que el afecto desaparece? ¿Por qué razón vemos que la alegría y la emoción llenan los corazones de los Hermanos cuando visitan la casa y los lugares donde vivieron y pasaron un tiempo de sus vidas? ¿Será que tenemos el mismo anhelo de volver a los orígenes donde vivieron nuestros primeros Hermanos, como por ejemplo, los remotos pueblos de Le Rosey, La Valla y Notre Dame de I’Hermitage?

Y aquellos que nunca regresaron a estos orígenes, quizá se alegran al ver una fotografía o leer una breve descripción. Esto es exactamente lo que pude comprobar en estos días, en nuestro programa GIER, en Francia.

Ahora, casi no puedo imaginar cómo hace 208 años, nuestros primeros Hermanos, junto al Padre Champagnat, pudieron vivir intensamente su vocación en las condiciones en que vivían, las cuales, a veces, eran deplorables. Sin embargo, de los vestigios de la mesa de Lavalla y el Hermitage, se percibe que había más alegría de la que siento hoy, y, tal véz tú, querido Hermano.

Hoy en día, esta alegría se hace realidad cuando y vivimos en comunidad. Claro que cuando hablo de comunidad, me refiero a vivir juntos y no solo a estar bajo el mismo techo. Los tiempos han cambiado y volver a los orígenes se ha vuelto más fácil y se ha convertido en un ritual que nuestros pueblos supieron aprovechar. Además de celebrar los lazos de amistad entre familiares y amigos, lo que se traduce en tertulias, generalmente muy animadas: participamos en festividades que siempre nos reconfortan.

Los tiempos también han cambiado para nuestra congregación. Hoy es más fácil volver a nuestros orígenes como lugar físico y espiritual, y así podemos vivir y sentir lo que vivieron nuestros primeros hermanos con el Padre Champagnat, a quien ellos pidieron llamar “Padre”.

Mi experiencia en el programa GIER, en la humilde comunidad de La Valla, cuna de nuestra historia, en compañía de mis Hermanos, ha sido como regresar a mis primeros lazos con los Hermanos, quienes me ayudaron a discernir mi vocación, de la cual siento mucho orgullo. Siento que ha llegado el momento de caminar y darle más vida a mi vocación y misión marista, dentro de mis capacidades.

Los logros alcanzados como grupo, durante el camino a lo largo de la Ruta Champagnat, desde Rosey hasta L`Hermitage, han manifestado la cohesión y la fraternidad del grupo. Físicamente, no fue fácil recorrer los 30 kilómetros, pero teníamos un objetivo. Caminamos teniendo en mente tres dimensiones: la dimensión física (la resistencia corporal para alcanzar la meta), la paciencia (esperar a los menos capaces fisicamente) y la dimensión espiritual (reflexionar sobre el significado de caminar).

He constatado la renovación del espíritu en este regreso a los orígenes. He notado el esfuerzo gradual por liberarnos de los límites que tenemos para abrirnos al diálogo fraterno, que a veces impiden la convivencia plena. Es una alegría volver a nuestros orígenes, renovar el espíritu que está dentro de nosotros, y que necesitamos nutrirlo siempre.

Nuestra promesa en Fourvière, lugar donde también el Padre Champagnat hizo su compromiso, nos hizo ser más conscientes de quiénes somos y cuá es nuestra misión. Ahora queda romper la Roca del miedo, de la soledad, de la superioridad, de la vida aislada, para tallar la Piedra de la firmeza en la vocación, en la construcción de la comunidad y del espíritu de familia.

Esto no significa que el camino esté libre de desafíos: es posible vivir a pesar de los obstáculos. La vida de los primeros Hermanos tampoco fue fácil, pero sí ejemplar, cada uno con sus propias limitaciones y capacidades.

Que María me ayude a vivir intensamente mi vocación. Gracias por la oportunidad de volver a los orígenes.

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H. Valia Mário – Angola, África Austral

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