Misión ad gentes – Llegado de Davao y listo para Camboya – Entrevista al H. Francis Attah

18/01/2007

H. Francis Attah acaba de regresar de Davao, Filipinas, donde ha participado a la sesión organizada por el Consejo general para el primer grupo de misioneros ad gentes. Durante unas semanas estará en Ghana y luego se incorporará a su nueva misión: Camboya, en el sudeste asiático.

Francis, acabas de estar cinco meses en Davao. ¿Cuáles han sido los elementos más importantes de la preparación misionera?
Destacaría dos. Davao ha sido, sobre todo, un tiempo de discernimiento. La misión ad gentes requiere unas cualidades y disposiciones específicas; hemos necesitado tiempo para darnos cuenta, con el equipo dirigente, si esto es una verdadera llamada de Dios.
En segundo lugar, Davao ha sido una ocasión de tomar contacto con la realidad de Asia: cultura, religiones, historia? y el papel que juega la Iglesia Católica. Y no sólo a través de charlas o lecturas sino mediante experiencias interesantes de inmersión.

Pienso que la vida comunitaria habrá sido también un gran reto
Éramos 17 Hermanos, de diferentes países y culturas, con diferencias de edad y de lengua. Pero hemos conseguido crear comunidad motivados por el gran ideal que nos unía. Hemos combinado actividades de toda la comunidad con otras en pequeños grupos donde compartíamos la oración y la vida. Todo esto ha ayudado.

¿Ha sido difícil para ti, africano, adaptarte al contexto filipino?
La verdad es que no. Me sentí muy cómodo desde el principio. Tanto Ghana como Filipinas son países en desarrollo con problemas sociales y estructurales parecidos. El clima tropical es muy similar al de mi país. Lo que he encontrado diferente es la alimentación, la lengua, la cultura?

Has hablado de experiencias de inserción en la realidad filipina. ¿En qué han consistido?
El objetivo era siempre apostólico y sin duda alguna que nos han ayudado a familiarizarnos con la realidad del país. Yo he participado en las siguientes:
– Cada sábado, durante dos meses, he estado yendo a una cárcel para visitar a los presos y escucharles.
– Pasé una semana con las Hermanas Maristas Misioneras y las acompañé en sus diferentes apostolados. Esto me dio ocasión de dar algunas charlas en la universidad y de conocer de cerca el mundo de la prostitución en el que algunas Hermanas hacen una labor pastoral.
– Otras experiencias han consistido en visita a hospitales y contacto con los enfermos, y también ver de cerca el trabajo que se está haciendo con niños de la calle.
– Finalmente pasé una semana con los Blaan, un pueblo indígena lejano y aislado. El gran problema fue la comunicación: nadie sabía inglés. Pero con un poco de esfuerzo conseguí establecer contacto con ellos.

Fuiste a Davao convencido de que tu futura misión sería Argelia. Pero los planes han cambiado…
Sí. Ir a Davao supone entrar en un proceso de discernimiento: ¿Tengo las cualidades para la misión ad gentes? ¿Es Argelia el lugar donde las puedo desarrollar mejor? Poco a poco, con ayuda del equipo de animación, las cosas se fueron aclarando. La media de edad de los Hermanos destinados a Asia era alta; me invitaron a reflexionar si estaba dispuesto a colaborar con ellos ya que yo era más joven. Por otra parte los Hermanos notaron mi capacidad de relación con los asiáticos, mi interés en aprender el Tagalo, la lengua local y de comunicarme con la gente? Finalmente me propusieron ir a Camboya. Allí estaré a mediados de febrero.

No habrá sido un cambio fácil?
No, no ha sido fácil. Había estado en Argelia durante más de un mes. Me sentía comprometido con la misión que allí realizan los Hermanos. Sabía que el obispo de Orán me esperaba? Lo de Camboya ha sido una sorpresa total. Pero, bueno, estoy contento y dispuesto a todo. No iré solo, otros dos Hermanos vendrán conmigo: Brain, de Australia y Bernhard de Alemania. Seré el más joven de la comunidad.

¿Hay ya presencia marista en Camboya? ¿Cuál será vuestra misión?
La Iglesia en Camboya lleva 400 años luchando por su supervivencia. Hay necesidades educativas y pastorales urgentes. Todo esto me atrae. Creo que podré ser más útil que en Argelia. Actualmente hay dos Hermanos maristas en Phnom Penh, la capital, ayudando a niños minusválidos; su experiencia nos será de utilidad. En cuanto lleguemos, el primer objetivo será aprender la lengua local, el Jmer, una de las lenguas asiáticas más difíciles; luego iremos buscando lugares donde podamos ejercer nuestro apostolado.

¿Cuáles son tus esperanzas y tus miedos ante esta nueva misión?
Esperanzas muchas: aprender pronto la lengua local, poder entenderme con la gente, dialogar con las otras religiones, sobre todo con la mayoría budista. Respecto a la comunidad, espero que podamos vivir en armonía, testimoniar nuestra fraternidad y encontrar pronto la que será nuestra misión. ¿Miedos? Sólo uno: he oído que el país está lleno de minas terrestres del tiempo de los Jémeres Rojos. Espero no pisar ninguna. Confío plenamente en el Señor y en la protección de la Buena Madre.

¿Quieres decirnos algo a los Hermanos del Distrito de África del Oeste?
Algunos Hermanos lamentan que me vaya. Creo que estamos construyendo el Distrito con el sacrificio y el esfuerzo de muchos Hermanos. Pero al mismo tiempo creo que el Distrito debe ser capaz de contribuir a la misión marista, sobre todo en este proyecto ad gentes. Pero no os preocupéis, sigo perteneciendo al Distrito.

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