14 de octubre de 2005 VATICANO

Un día en el Sínodo de los obispos

El Sínodo de los obispos se está convirtiendo en la oportunidad más adecuada desde el inicio de pontificado para que Benedicto XVI tenga un panorama global y de primera mano de la vida de la Iglesia en los diferentes continentes. En estos días de asamblea sinodal sobre la Eucaristía, comenzada el pasado 3 de octubre, el Papa no ha podido participar en todas las congregaciones a causa de sus compromisos de trabajo, pero salvo alguna excepción, nunca se pierde ni la primera ni la última de la jornada. La última, de 18,00 a 19,00 es la sesión de intervenciones libres, en las que cada quien toma la palabra durante tres minutos para afrontar algunos de los temas del Sínodo. Es también una manera para el Papa para tomar el pulso a la vida de la Iglesia y a los diferentes puntos de vista.
El Santo Padre está participando también en la oración de la mañana y primera sesión, que queda interrumpida por una pausa para tomar el café. El Santo Padre la aprovecha para conversar personalmente con los obispos divididos según los grupos de trabajo («círculos menores») por idiomas. Este encuentro se ha tenido todos los días en una sala cercana al Aula de las audiencias generales Pablo VI. Participan unas cuarenta personas. Cada uno de los presentes, no sólo los obispos, sino todos los participantes en el Sínodo, saludan al Papa y conversan con él durante un minuto.
«El Papa se preocupa por cada uno, por su vida. A cada uno le consagra totalmente su atención durante esos momentos», revela Catela, quien al igual que los otros portavoces, también ha participado en estos encuentros. Los obispos aprovechan para transmitirle detalles de la vida de sus diócesis.
Mientras tanto, entre las 10,30 y las 11,00 de la mañana, el resto de los participantes en el Sínodo conversan tomando un café, un zumo de fruta, o pastas. Es la oportunidad para intercambiar opiniones sobre el Sínodo, para saludar a viejos amigos, o para hacer nuevas amistades entre los nuevos rostros episcopales que han llegado a esta asamblea. Otro momento para tomar el café tiene lugar al inicio de la tarde.
Tanto en la mañana como en la tarde, a petición de la asamblea sinodal, se puede tener una hora de adoración ante la Eucaristía, en la capilla que se encuentra en el mismo edificio del aula del Sínodo. La mayoría de los participantes están alojándose en la Casa Santa Marta (la misma en la que se alojaban los cardenales durante el cónclave) o en el Instituto Maria Niña, ambos en territorio vaticano. En el Sínodo participan 252 padres sinodales. Están vacías las cuatro sillas de los obispos chinos que habían sido invitados por Benedicto XVI y que no han podido venir.
A partir del próximo jueves, deberían comenzar las sesiones de trabajo por grupos lingüísticos para comenzar a redactar las primeras propuestas de «proposiciones». Éstas, después de haber sido discutidas y corregidas en la asamblea general deberán recoger las conclusiones de este Sínodo. Se presentarán al Papa para que le puedan servir de base para la redacción de la carta apostólica postsinodal.
El Sínodo se clausurará el 23 de octubre, Domingo Mundial de las Misiones.

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