9 de febrero de 2017 EL SALVADOR

Un nuevo comienzo. Una nueva experiencia?

Tres hermanos maristas y dos jóvenes laicos maristas conforman la comunidad de Santa Ana, en El Salvador. El inicio nos remonta al comienzo del Instituto, el 2 de enero de 1817, cuando Marcelino invitó a dos jóvenes a vivir un proyecto inédito y apasionante. También hoy nos sentimos íntimamente unidos a ese momento con la presencia de dos jóvenes laicos que laten por lo marista, a quienes hemos invitado a vivir en comunidad.

Antes de su llegada vivimos un proceso de preparación: encuentro con los jóvenes, con sus familias, así como también nuestros corazones de hermanos que abríamos nuestras puertas a vivir con ellos una nueva experiencia. Los hermanos sabemos que tendremos que ser flexibles en horarios y modos, en gustos y proyectos, en el trabajo y la misión, como le ocurrió al P. Champagnat. Y lo importante es ser familia, compartir vida, espíritu y misión. Ya vivimos con ilusión la realización de nuestro Proyecto Comunitario, nuestro primer paseo comunitario a la orilla del mar, y nuestras primeras reuniones comunitarias.

Estos son los testimonios de los dos jóvenes. 

Steven Dueñas, de 19 años, 3er. año de Arquitectura en la Universidad de El Salvador: 

“En este poco tiempo que llevo, como miembro de la comunidad del Liceo San Luis, ha sido una agradable experiencia, con la cual me he sentido muy a gusto e incluido en la comunidad. Algo distinto a lo que suelo vivir, que me ha servido para centrarme en mí y en Jesús por medio de la oración comunitaria. De cada uno de los hermanos he aprendido algo nuevo, experiencias, compartir vida, consejos e historias… Ahora entiendo el valor que tiene la familia, el hecho de estar un poco alejado de ellos… y cuando estoy con ellos lo disfruto y convivo como una verdadera familia.”

Harold Cruz, de 19 años, estudiante de la carrera de Ingeniería Industrial, 3er. año, en la Universidad Católica de El Salvador: 

“Definitivamente siento que se da un nuevo comienzo en mi vida, tanto espiritualmente como personalmente, se muestra ante mí este año un camino de madurez que estoy dispuesto a seguir recorriendo, apenas ha pasado casi un mes cuando empiezo a notar cambios para bien de mi persona. Compartir vida con los hermanos me ayuda a comprender más lo que significa ser marista y de qué se trata ese carisma que Champagnat nos heredó. Esto es apenas el inicio de la experiencia y me emociona pensar en todo lo que está por venir en este tiempo restante, un futuro en el que Dios está presente.”

También los hermanos tenemos qué decir en este nuevo comienzo, en esta nueva experiencia. Sin duda es y será también algo que nos ayude a ser mejores Maristas, a responder a Dios con mayor generosidad, como María, a ser más atento y abierto a los jóvenes de hoy, a transmitir el carisma heredado y enriquecido por la historia de tantos maristas, hermanos y laicos. 

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Alberto Ricica, fms

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