Carta a Marcelino

P. Barthélemy Artru

1840-01-05

En Peaugres, de donde era párroco el P.Barthelemy Artru, los Hermanos estaban presentes desde 1833. Ocupaban casa no apropiada para la escuela, a causa de la exigüidad de los aposentos. El P.Champagnat manifestó su insatisfacción y amenazó con emplear la maniobra de retener a los Hermanos en l?Hermitage, dejándolos regresar apenas las condiciones fuesen mejores. El nuevo edificio escolar fue iniciado en 1836; los trabajos avanzaron lentamente, pues los recursos económicos eran pocos. Quedó todo terminado hasta 1843. Así, por cada año que pasaba, permanecía la incertidumbre del retorno de los Hermanos. Preocupados por esa posibilidad, el Alcalde y el párroco escribieron al P.Champagnat, pidiendo que mantuviese la comunidad de los Hermanos. El texto del párroco es esta carta del P.Artru en la que él habla de la nueva construcción y atribuye las dificultades financieras de la escuela a la mala administración de lo H.Nilamon, que en los tres primeros años fue excelente Director pero que, después, abusando de la confianza en él depositada, hacía gastos inútiles y no exigía con firmeza el pago íntegro a los alumnos pensionistas. (Cfr. H.Ivo Strobino, nota introductoria al texto, ?Cartas Passivas?)

Péaugres, a 5 de enero de 1840.

Señor Superior:

Esperaba con mucha impaciencia responder a su última carta, pero antes quería ponerme en contacto con las personas que se interesan por el establecimiento de los Hermanos, y comprometerlas a hacer, en caso necesario, algunos sacrificios para conservarlos; además, me siento feliz de poder anunciar le que, al fin, hemos comenzado a construir la casa de la escuela cuyos cimientos han sido puestos durante la semana pasada y sobre los cuales debemos colocar, para mañana, la primera piedra. Puede Ud. contar, Señor Superior, con toda mi buena voluntad y mi coopera ción a fin de adelantar esta construcción de manera que pueda ser ocupada en noviembre próximo sin ningún peligro para la salud de los niños o de sus maestros. Pero no decrete, Señor Superior, la suspensión de las clases. Esta medida no podría ser más inoportuna en este momento en que el espíritu de oposición, que busca meterse por aquí, no dejaría de aprovechar la ausencia de los Hermanos Maristas para tratar de reemplazarlos por algún maestro del estilo de los que forma la Escuela Normal y poner así un obstáculo muy difícil a uno de los establecimientos antiguos, y que está a punto de ofrecer buenos resultados para usted y para nosotros.

Es verdad que Ud. no tiene muchos motivos para estar satisfecho, pero es a la mala gestión del ex-hermano Nilamón, a que es preciso atribuir los errores que experimentamos en este momento; sería injusto hacernos culpables. Este pobre joven abusó de la confianza que pusimos en él Ud y yo, y que ciertamente había merecido durante los tres primeros años. Si en vez de divertirse en comprar bellos libros para los pensionistas y de abusar de las ventajas pecuniarias que ellos le proporcionaban, haciendo rebajas arbitrarias sobre las retribuciones mensuales de los otros niños de mi parroquia, habría hecho mejor manteniendo la tarifa; no habría habido el déficit que tendrán la dificultad de cubrir este año. Todo esto yo lo ignoraba en ese entonces. Quisiera poder ayudar a pagar las deudas del ex-hermano Nilamón, pero nuestra construcción va a absorber todos nuestros pequeños recursos, y nos pone a nosotros mismos en la necesidad de contraer también deudas, no obstante mantendré la promesa que le he hecho de proporcionar a sus Hermanos el sueldo anual de 800 f. y si, a causa de las circunstancias, los meses de escuela no pueden completar esta suma, me compro meto a pagarla yo mismo.

Es cierto que el local un poco alejado de la ciudad podrá ser causa de que las clases sean menos numerosas durante los primeros meses del año, sin embargo los niños están bien alojados; nuestros Hermanos sola mente tienen necesidad de un poco de paciencia. Ya hay 70 niños. Estoy convencido de que antes del fin del mes, habrá por lo menos 85. Podrían venir hasta de 100 de mi propia parroquia. Con el crecimiento que experimenta la población de seguro que se incrementará ese número.

Por el amor de Dios, Señor Superior, un poco de paciencia y todo marchará, creo yo, según sus deseos y también los míos; y si es verdad que Dios acaba siempre por bendecir y dar el éxito a las buenas obras que van experimentando un sinnúmero de dificultades, no dudo que nos bendiga y haga prosperar la que desde hace siete años es el objeto de todos mis desvelos.

He sabido, no con poca pena, que su salud anda todavía baja. Le ruego acepte mis deseos de año nuevo y los votos que hago por el pleno restablecimiento de su estómago y la prosperidad de su santa Institución. Su muy humilde y seguro servidor,

ARTRU.

Edición: CEPAM

fonte: AFM 129.77

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