Compartiendo 22 – La Vocación Marista Laical

Boletin del laicado marista

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El boletín “COMPARTIENDO la vocación marista laical” llega a su número 22 tras más de dos años de andadura. Desde el Secretariado de Laicos iremos proponiendo, desde ahora, diferentes reflexiones que nos puedan ayudar a todos los laicos y laicas maristas del mundo a compartir juntos, a iluminar nuestros caminos vocacionales y a seguir siendo “fermento” del Reino de Dios en nuestro mundo y en nuestra Iglesia. Compartiremos también experiencias reales de maristas laicos de diferentes partes del mundo, relacionadas con cada temática de reflexión.

En este número reflexionaremos sobre el Sínodo de la Sinodalidad y lo que implica para el laicado marista y nuestra Familia Carismática Global. Siempre nos encontraremos una sencilla guía con algunas preguntas que nos pueden ayudar profundizar personalmente, para compartir en la vida de nuestros grupos, fraternidades o comunidades laicales, y para servir mejor en nuestra sociedad y nuestra Iglesia. De manera especial, en este número tomarán la palabra algunas de las personas que han servido al Secretariado de Laicos desde la dirección del mismo (H. Javier Espinosa, Agnes Reyes y Pep Buetas), y que han compartido su tiempo y su trabajo con el actual director, Raúl Amaya, quien finaliza su servicio tras 6 años al frente del Secretariado. ¡Muchas gracias, Raúl, por tu pasión, por tu ser Marista de Champagnat y por todo lo bueno que has animado en este tiempo en el crecimiento del laicado marista!

A partir de enero, el Secretariado Laicos estará formado por Manu Gómez (Director), Ana Saborío (Directora Adjunta) y Mark O’Farrell (Director Adjunto), con el apoyo del Secretariado Ampliado y de los Consejeros de Enlace, los Hermanos João Carlos do Prado y Sylvain Ramandimbiarisoa.


OPORTUNIDADES Y DESAFÍOS DE LA SINODALIDAD PARA
EL LAICADO MARISTA Y LA FAMILIA CARISMÁTICA GLOBAL

Sínodo y sinodalidad

Durante el pasado mes de octubre de 2023 se ha celebrado en Roma la Asamblea Sinodal que ha reunido a obispos, presbíteros, religiosas, religiosos, laicas y laicos, presididos por el Papa Francisco. Provenían de todas las latitudes del planeta, y expresaban la diversidad de maneras de encarnar la fe y el Evangelio en todas las culturas. Esta asamblea, en el contexto de la denominada etapa universal, es parte del proceso que se inició en 2021 y que concluirá en 2024 con la segunda sesión de la misma.

El tema de reflexión de este camino o SÍNODO va siendo cada vez más familiar entre nosotros: la SINODALIDAD.

Estas dos palabras, sínodo y sinodalidad, comienzan a formar parte del vocabulario de muchos miembros del Pueblo de Dios, pero todavía queda camino para comprender su significado y alcance, más allá de ideas teóricas y explicaciones teológicas.

Para iluminar nuestra reflexión, comenzamos tomando prestadas las palabras de la Comisión Teológica Internacional, que nos ayudan a entender mejor el significado y sentido de ambas palabras:

Sínodo es una palabra muy antigua muy venerada por la Tradición de la Iglesia, que indica el camino que recorren juntos los miembros del Pueblo de Dios. Remite por lo tanto al Señor Jesús que se presenta a sí mismo como «el camino, la verdad y la vida» (Jn 14,6), y al hecho de que los cristianos, sus seguidores, en su origen fueron llamados «los discípulos del camino» (Hch 9,2)” (Comisión Teológica Internacional. La sinodalidad en la vida y en la misión de la iglesia, 3.)

“La sinodalidad indica la específica forma de vivir y obrar de la Iglesia Pueblo de Dios que manifiesta y realiza en concreto su ser comunión en el caminar juntos, en el reunirse en asamblea y en el participar activamente de todos sus miembros en su misión evangelizadora” (Comisión Teológica Internacional. La sinodalidad en la vida y en la misión de la iglesia, 6.) En 2015, durante la conmemoración del 50 aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, el Papa Francisco decía así:

“el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Lo que el Señor nos pide, en cierto sentido, ya está todo contenido en la palabra «Sínodo». Caminar juntos —laicos, pastores, Obispo de Roma— es un concepto fácil de expresar con palabras, pero no es tan fácil ponerlo en práctica”. (Discurso del Santo Padre Francisco).

Fue en 2021 cuando el propio Francisco impulsó este Sínodo sobre la sinodalidad, un camino al que todo los bautizados, desde el lugar eclesial en el que viven y desempeñan su vida y misión, estaban llamados a transitar para reflexionar juntos y proponer pistas de compromiso en torno al tema “POR UNA IGLESIA

SINODAL: COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN, MISIÓN”.

En las primeras fases del Sínodo se ha realizado un itinerario en las iglesias locales y continentales, concebido como un dinamismo de escucha mutua, implicando a todo el Pueblo de Dios. Para entender mejor este proceso, volvemos a escuchar las palabras del Papa en la apertura de la asamblea sinodal, el 4 de octubre de 2023:

“Me gusta señalar que el Sínodo no es un parlamento, sino algo distinto; que el Sínodo no es una reunión de amigos para resolver algunas cosas del momento o dar opiniones, sino otra cosa. No olvidemos, hermanos y hermanas, que el protagonista del Sínodo no somos nosotros: es el Espíritu Santo. Y si en medio de nosotros está el Espíritu que nos guía, será un buen Sínodo. Pero si en medio de nosotros hay otras formas de avanzar por intereses, sean humanos, personales, ideológicos, no será un Sínodo, sino que será una reunión más parlamentaria, que es otra cosa. El Sínodo es un camino que realiza el Espíritu Santo” (Papa Francisco durante la apertura del Sínodo).

Por una igresia sinodal

Entre las aportaciones que se comparten en el Instrumentum Laboris para la primera sesión de la asamblea sinodal del pasado mes de octubre, una de las experiencias más destacadas por los participantes en las primeras etapas de este caminar es que “el proceso sinodal ofrece una oportunidad de encuentro en la fe que hace crecer el vínculo con el Señor, la fraternidad entre las personas y el amor a la Iglesia”. Del mismo modo, se constata, con el Papa Francisco, que “el protagonista del Sínodo es el Espíritu Santo”.

Signos característicos de una iglesia sinodal
De esta progresiva comprensión de lo que significa una Iglesia sinodal, el IL destaca algunos signos característicos que ayudan a la reflexión y proseguir el camino:

  • Una Iglesia sinodal se funda en el reconocimiento de la dignidad común que deriva del Bautismo, que hace de quienes lo reciben hijos e hijas de Dios, miembros de su familia y, por tanto, hermanos y hermanas en Cristo, habitados por el único Espíritu y enviados a cumplir una misión común. No se puede entender si no es en el horizonte de la comunión, que es siempre también misión. Y de aquí surge el deseo de una Iglesia cada vez más sinodal también en sus instituciones, estructuras y procedimientos.
  • Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha: del Espíritu, de la Palabra, de los acontecimientos de la historia, entre los individuos y entre las comunidades eclesiales. Una Iglesia que desea ser humilde, que sabe que debe pedir perdón y que tiene mucho que aprender. Una Iglesia de encuentro y diálogo.
  • Una Iglesia que no teme la variedad de la que es portadora, sino que la valora sin forzarla a la uniformidad. Que promueve el paso del “yo” al “nosotros”. Que es abierta, acogedora y abraza a todos.
  • Una Iglesia sinodal tiene la capacidad de gestionar las tensiones sin dejarse destruir por estas. En ella se trata de caminar juntos pero también nos pone en contacto con la sana inquietud de lo incompleto.
  • Una Iglesia sinodal es una Iglesia del discernimiento, que es capaz de tomar decisiones proféticas fruto de la guía del Espíritu.
Un camino para la Iglesia sinodal: conversar en el Espíritu

Posiblemente, uno de los signos más potentes de todo el proceso sinodal ha sido el método adoptado al que se ha denominado Conversación en el Espíritu, como una dinámica de discernimiento en la Iglesia sinodal.

Como se explica en el IL, “en su sentido etimológico, el término «conversación» no indica un intercambio genérico de ideas, sino aquella dinámica en la que la palabra pronunciada y escuchada genera familiaridad, permitiendo a los participantes intimar entre sí. La especificación «en el Espíritu» identifica al auténtico protagonista: el deseo de los que conversan tiende a escuchar su voz, que en la oración se abre a la libre acción de Aquel que, como el viento, sopla donde quiere (cf. Jn 3,8).”

Esta dinámica de discernimiento, que se ha visto favorecida por la forma concreta de disponerse los participantes de la asamblea en el aula sinodal, alrededor de mesas redondas, promueve una manera de expresar la fraternidad, que posibilita la escucha profunda, la oración compartida, las relaciones horizontales y el descubrimiento de la presencia del Espíritu en medio de cada conversación. En definitiva, es ya un anticipo de cómo podría  ser la Iglesia sinodal que se quiere construir. A ejemplo de la conversación que el Señor resucitado tiene durante su caminar junto a los discípulos de Emaús, esta “conversación en el Espíritu” construye comunión y aporta dinamismo misionero.

Comunión, misión y participación: las palabras clave del sínodo

Arriba o abajo, dentro o fuera, blanco o negro, inmanencia o trascendencia, ser o hacer, cuerpo o alma, terrenal o espiritual… Con demasiada frecuencia, nos solemos acercar a la realidad y tratamos de comprenderla de forma dualista, con una visión fragmentada que impide conectar e integrar diferentes perspectivas que nos permitirían desarrollar una mirada más global y unificada de esta  realidad, descubriendo así aspectos entrelazados, que se iluminan y alimentan mutuamente.

Precisamente, esta es la invitación a tener una visión integradora es la que se nos hace al contemplar los tres temas prioritarios para la Iglesia sinodal: comunión, misión y participación.

En relación a los dos primeros temas, el Papa Juan Pablo II decía así en Christifideles Laici 32: “La comunión y la misión están profundamente unidas entre sí, se compenetran y se implican mutuamente, hasta tal punto que la comunión representa a la vez la fuente y el fruto de la misión: la comunión es misionera y la misión es para la comunión. Siempre es el único e idéntico Espíritu el que convoca y une la Iglesia y el que la envía a predicar el Evangelio «hasta los confines de la tierra» (Hch 1, 8).”

Y, en relación con la participación, el tercero de los temas,el IL expresa que “es en la relación con la comunión y la misión como puede entenderse la participación y por eso sólo puede abordarse después de las otras dos”.

Estos tres temas han ido atravesando toda la reflexión sinodal desde su fase diocesana hasta la fase internacional en la que nos encontramos. Fruto de esa reflexión han surgido grandes preguntas en relación con cada tema, acompañadas de otras más concretas que podemos leer en el IL, y que los participantes en la asamblea sinodal han ido respondiendo siguiendo la dinámica de las conversaciones en el Espíritu. Estas preguntas de fondo han sido las siguientes:

  • Una comunión que se irradia. ¿Cómo podemos ser más plenamente signo e instrumento de la unión con Dios y de la unidad del género humano?
  • Corresponsables en la misión. ¿Cómo compartir dones y tareas al servicio del Evangelio?
  • Participación, responsabilidad y autoridad. ¿Qué procesos, estructuras e instituciones son necesarios en una Iglesia sinodal misionera?

Tanto en la Carta al Pueblo de Dios como en el Informe de Síntesis: Una Iglesia Sinodal en Misión podemos acercarnos con mayor profundidad a las principales conclusiones de la Asamblea Sinodal y de cómo quiere avanzarse hacia la segunda sesión de la misma en 2024.

El laicado marista y familia carismática en sinodalidad

En la naturaleza nos encontramos estructuras que, en Matemáticas, Física o Biología, se denominan fractales. Un fractal es un objeto geométrico caracterizado por presentar una estructura que se repite a diferentes escalas. En cierto modo, se trata de un patrón sin fin. Un ejemplo de esta estructura podría ser el brócoli, que parece estar formado por varios mini brócolis. Si lo contemplamos, descubrimos que cada pequeña porción de una unidad se ve como una réplica a escala reducida de la totalidad de la figura.

Nos podríamos preguntar por qué traemos a colación los fractales en una reflexión sobre la sinodalidad. Trataremos de explicarlo y, sobre todo, provocaremos la reflexión en torno a  cada uno de estos temas desde la perspectiva de los fractales.

El camino al que el Papa Francisco nos ha invitado a recorrer a todos los bautizados en este Sínodo sobre la Sinodalidad tiene el riesgo de quedarse en una reflexión de las ‘esferas vaticanas’ o de las ‘conferencias episcopales’.

Recordemos la pregunta fundamental que aparecía al inicio del documento preparatorio del Sínodo, allá por 2021: “¿cómo se realiza hoy, a diversos niveles (desde el local al universal) ese “caminar juntos” que permite a la Iglesia anunciar el Evangelio, de acuerdo a la misión que le fue confiada; y qué pasos el Espíritu nos invita a dar para crecer como Iglesia sinodal?”

El proceso sinodal es, por tanto, todo un camino que requiere de la reflexión, la conversión y la puesta en práctica de actitudes y acciones que lleven a la Iglesia a vivir la comunión, abrirse a la misión y a realizar la participación.  Y este ‘caminar juntos’ que es el Sínodo ha de llevarse a cabo, no sólo en el nivel de la Iglesia Universal sino el de las iglesias locales, de las parroquias, de los movimientos y de las pequeñas células comunitarias en las que cada bautizado comparte, vive y celebra su fe en el Señor Resucitado.

Comparando la Iglesia con el símbolo de un fractal, al que hacíamos alusión anteriormente, en la medida que cada pequeña comunidad o iglesia local experimenta y lleva a cabo dinámicas en clave de comunión, misión y participación con un estilo sinodal, estará replicando, a escala reducida, lo que tendría que ser la Iglesia sinodal en el ámbito universal.

Lo dicho anteriormente aplica a nuestro ser Iglesia en el marco de nuestra Familia Carismática. Si pensamos en nuestro ser laicos y laicas Maristas de Champagnat, en cómo vivimos o pretendemos vivir la comunión, la misión y la participación, estaría bien preguntarse si esta manera de vivir ayuda o no a la construcción de una Iglesia sinodal. En lo referente a cómo entendemos y ponemos en práctica la vivencia de la comunión, nos inspiran algunos documentos de la Iglesia y del Instituto:

  • “Sólo dentro de la Iglesia como misterio de comunión se revela la «identidad» de los fieles laicos, su original dignidad. Y sólo dentro de esta dignidad se pueden definir su vocación y misión en la Iglesia y en el mundo.” (Christifideles Laici 8).
  • “La mesa sencilla de los primeros hermanos nos mantiene en comunión con la Iglesia, Pueblo de Dios, y con otras iglesias cristianas que caminan con nosotros siguiendo a Cristo. Además, nos une a otras personas, no creyentes o de otras religiones, con los que compartimos el compromiso de construir un mundo más justo.” (En torno a la misma mesa 82).
  • “Impulsados por el Espíritu, estamos ayudando a que nazca un nuevo modelo eclesial, basado en la igual dignidad de todas las vocaciones cristianas y en la imagen de la Iglesia como Pueblo de Dios en comunión” (En torno a la misma mesa 144).
  • Y releyendo algunas líneas del documento “Ser Marista Laico. Orientaciones para acompañar procesos vocacionales y proponer itinerarios formativos”, se afirma que “el camino vocacional del laicado marista permite ahondar en la comunión hermanos-laicos”. Y se subrayan algunos aspectos de cómo tiene que ser esta experiencia de comunión: una comunión construida desde el mismo seguimiento de Jesús, desde el mismo carisma, desde la complementariedad, que promueve la vitalidad del carisma, desde espacios formativos comunes y que promueve el servicio al mundo contemporáneo.

Igualmente, podemos recordar lo que se nos dice en relación a la experiencia de la misión:

  • “La vida laical nace, como toda vocación cristiana, de la respuesta al encuentro con Dios, que nos ama infinitamente. Es fruto del bautismo que nos envía a la única misión cristiana: hacer presente el Reino de Dios en este mundo.” (En torno a la misma mesa 5)
  • “La mesa de La Valla y la casa de L’Hermitage son símbolos que encarnan el don de Dios que nos transmite Marcelino, y siguen siendo para nosotros fuente de inspiración para recrear el carisma marista en nuestros días. Compartiendo el pan y construyendo una casa, sentimos que Marcelino nos invita hoy, también a nosotros, a ser comunidad para la misión.” (En torno a la misma mesa 31)
  • “La Iglesia reconoce que la intuición de san Marcelino sigue viva hoy en nosotros y es un regalo de Dios para el mundo. La misión marista está llamada a multiplicarse hasta que, en todas las diócesis del mundo, los niños y jóvenes saboreen la ternura de Dios. Los laicos maristas creemos que Dios nos llama a prolongar en la historia esta intuición, como seguidores de Cristo al estilo de Champagnat.” (En torno a la misma mesa 33).

“Sabemos que hay mucho camino por recorrer, que quedan metas por alcanzar en la búsqueda de autonomías y complementariedades. Participar es poder: poder decir, poder hacer, poder decidir, poder ser y ser con los otros, poder ser digno hijo e hija de Dios donde deseamos estar, poder saber, poder disfrutar.”

Como laicos y laicas maristas de Champagnat hemos hecho ya un recorrido vital e institucional durante varias décadas, tenemos documentos de apoyo que nos iluminan en este caminar, y vamos intuyendo nuevas maneras de encarnar el carisma marista en nuestro mundo y en la Iglesia. Se nos llama, como miembros de esta Iglesia sinodal, a transparentar el rostro mariano de la comunidad cristiana. ¿En qué medida estamos convencidos de que, “impulsados por el Espíritu, estamos ayudando a nacer un nuevo modelo eclesial, basado en la igual dignidad de todas las vocaciones cristianas y en la imagen de la Iglesia como Pueblo de Dios en comunión” (En torno a la misma mesa 144)?

Hagamos nuestras las palabras del Papa Francisco durante el discurso que dio al inicio del Sínodo dedicado los jóvenes en 2018: “el propósito del Sínodo no es producir documentos, sino plantar sueños, suscitar profecías y visiones, permitir que florezca la esperanza, inspirar confianza, vendar heridas, tejer relaciones, despertar un amanecer de esperanza, aprender unos de otros y crear un ingenio brillante que ilumine las mentes, caliente los corazones, dé fuerza a nuestras manos”.

Para la reflexión personal, en grupos, fraternidades, comunidades laicales

Este acercamiento al proceso sinodal en que nos encontramos involucrados como Iglesia, puede ayudarnos a mantener diálogos en nuestros grupos, fraternidades o comunidades laicales, adoptando la metodología de las “conversaciones en el Espíritu” que ha guiado todo el proceso de reflexión y trabajo del Sínodo. Te sugerimos algunas preguntas para que puedas responderte a nivel personal.

•  En el ámbito de toda la IGLESIA:

  • ¿Cuál es tu comprensión y vivencia de una Iglesia Sinodal?
  • ¿Qué oportunidades descubres en este camino sinodal que estamos viviendo en la Iglesia?
  • ¿Cuáles son los principales desafíos para que la Iglesia pueda ser realmente sinodal?

• En el interior de nuestra FAMILIA CARISMÁTICA de los Maristas de Champagnat:

  • ¿En qué medida crees que nuestra Familia Carismática tiene los rasgos de una Iglesia sinodal?
  • ¿Qué oportunidades descubres en cómo intentamos vivir la comunión, la misión y la participación?
  • ¿Cuáles son los principales desafíos que tenemos para vivir en profundidad la comunión, la misión y la participación?

En vuestro grupo, fraternidad o comunidad laical, podéis compartir vuestra reflexión siguiendo los pasos de las conversaciones en el Espíritu. Se invita a plantear estas preguntas también desde la perspectiva más concreta de la vida de cada grupo, fraternidad o comunidad laical.


Raúl Amaya, diretor del Secretariado de Laicos (2018 – 2023)

Intuyendo el camino sinodal

H. Javier Espinosa – Província América Central
Guatemala Director del Secretariado de Laicos (2011-2017)

Desde el 2003 se crea en el Instituto un referente organizativo laical bajo la dirección de un hermano. Durante quince años se sucedieron los hermanos Paulo Celso, Michael F., Pau y Javier en la animación de esta entidad que fue adquiriendo diversos nombres como Comisión de laicos, Grupo Consultivo y finalmente Secretariado de Laicos, en el 2006. Es en el 2017 cuando viene nombrado como primer Director laico, Raúl Amaya, que recién ha terminado su período en tal misión.

El proceso de cambio en la animación laical se venía gestando desde hacía años con las reflexiones de los Capítulos Generales, los mensajes de los Superiores Generales, o documentos como En torno a la misma mesa. Igualmente van apareciendo Comisiones de laicos, Asambleas laicales y procesos formativos para laicos en las Provincias. Progresivamente los hermanos van delegando las coordinaciones de todas estas propuestas en manos laicales. Por eso, en el 2017, nos pareció tan normal en el Secretariado promover el nombramiento de un Director laico. La decisión llevaba consigo la convicción de que la animación de los procesos laicales debía ser promovida por los mismos laicos y laicas, y que ellos debían crear mejores condiciones de autonomía, madurez y organización.

Pienso que el recorrido experimentado en el Instituto tiene mucho de camino sinodal. De tantas formas hemos ido expresando que tenemos que caminar juntos, escucharnos, crear comunión y participación, unirnos en la misión común. El gesto de reconocer a un laico como Director del Secretariado, significó reconocer la fuerza laical en la Iglesia, donde toda la comunidad participa de la vida eclesial, que es misionera, servidora y ministerial. Significó una forma de revertir el esquema piramidal por otro comunitario. Afirmación de que laicos y hermanos compartimos la misma fe, el mismo Señor, el mismo evangelio, el mismo bautismo, la misma misión, el mismo carisma.

La apuesta que hemos venido haciendo es una apuesta de comunión. Nos sentamos todos, de igual a igual, en torno a la misma mesa redonda. Nos inspiramos unos a otros para crecer en fidelidad al carisma. Nos enriquecemos mutuamente. Nos complementamos. Y esta comunión es futuro marista. Sin dependencias ni paternalismos asumimos “el desafío de ayudar a nacer la aurora de una nueva vida marista y fortalecer la que existe, haciéndola más creativa, fiel y dinámica”, que expresa En torno a la misma mesa. Esta dimensión tan sinodal conforma la visión que tuvo el Secretariado al pensar en Raúl, como laico marista, casado, con dos hijos, y con clara vinculación carismática. Recupero, finalmente, otra clave de lectura del proceso laical que se abocó en el cambio del Director del Secretariado. Significó para nosotros, los hermanos, un camino de salida, un camino de conversión. No es que los laicos colaboren con nosotros o se integren en nuestro carisma. Nosotros nos ponemos al servicio de ellos en la misión común de la Iglesia. El camino de comunión que hemos emprendido nos resitúa de otro modo en la Iglesia, pasando de la superioridad a la fraternidad, de la suplencia a la colaboración, de la distancia a la cercanía, de ser dueños a ser servidores. Sin duda, dibuja una imagen de identidad marista mucho más radical y comunitaria, más exigente y profética. El protagonismo se convierte en fermento que se entierra en la masa, en delantal y jofaina para lavar los pies. Proseguir este camino con Manu, nuevo Director del Secretariado, es continuar con una mirada de esperanza.

Dedicación para el porvenir del carisma marista

Pep Buetas – Provincia de l’Hermitage
Director Adjunto del Secretariado de Laicos (2014-2020)

Ya cuando participé por primera vez en un encuentro internacional específicamente sobre el camino marista laical, en 2011, conocí a Raúl. Venía a darnos su testimonio y a participar como miembro del Secretariado ampliado de laicos en un encuentro que se celebraba en El Escorial para las regiones de África y Europa. Sería después, cuando me incorporé a ese secretariado, que empezamos a conocernos más y mejor; a compartir sueños y propuestas para alcanzarlos; a reír de mil bromas; a conocer más profundamente la realidad marista del mundo, especialmente la laical; a hablar de nuestras respectivas familias; a compartir las realidades culturales y políticas de nuestros países; a descubrir con delicadeza y alegría el camino que Dios va abriendo en la familia marista y en nuestras propias vidas. Raúl ha liderado el Secretariado en un tiempo de transición: ha sido la primera persona laica en asumir su dirección con el apoyo del actual gobierno del Instituto, que entonces comenzaba también su andadura. En este tiempo ha demostrado ser una persona que escucha y que sabe aportar su sabiduría. Ha demostrado que es sirviendo como se lidera con autenticidad. De Raúl me impresiona su mirada profunda, su sencillez, su claridad y su humildad. Sus gestos afectuosos, llenos de espíritu de familia.

Su gusto por el encuentro, la música, la plática y la risa limpia. Su sensibilidad cultural y social. Su determinación y valentía por seguir lo que él considera una llamada a entregar su tiempo y su energía: su dedicación para el porvenir del carisma marista, de la Iglesia y, sobre todo, de quienes son destinatarios de tanto amor. Su saber dar importancia a lo esencial y su saber priorizar lo importante. Caminar con él durante siete años ha sido hacerlo con un hermano. ¡Gracias, Raúl!

Un líder en el mundo Marista

Agnes Segovia Reyes – Provincia East Asia, Filipinas
Directora Adjunta del Secretariado de Laicos (2017-2022)

He trabajado con Raúl durante años, desde cuando estábamos en el Secretariado Ampliado, y después, aquellos años con él como director. Caminamos juntos para crear visiones y trazar direcciones importantes para el Secretariado de Laicos. Mis interacciones con Raúl han generado en mí una profunda consideración por el tipo de liderazgo que él ha desempeñado. Él es tranquilo, sabe escuchar, y es lúcido cuando tiene que tomar decisiones en situaciones difíciles. “Trabajar bien bajo presión” es una de las características que admiro de su modo de liderar.

Como líder en el mundo marista, Raúl tiene claro que es lo más importante en su vida: su familia. No puedo olvidar cómo él, durante meses, dedicó todas sus energías en la preparación de los detalles del Fórum Internacional sobre la Vocación Marista Laical, sólo porque tenía que optar por no asistir a ese importante evento, ya que su familia necesitaba más de su presencia. Seguramente fue una decisión difícil para un líder. La decisión de Raúl de optar por su familia me mostró la integridad de un verdadero líder laico marista, es decir, elegir lo que era lo más importante en esa situación. Raúl se ganó mi admiración porque me mostró que como laicos debemos estar arraigados en la vocación a la que estamos llamados. En el caso de Raúl, el de ser un hombre de familia laico. Raúl, te expreso mi agradecimiento por ser nuestro líder laico, por tus años de servicio al Instituto. Gracias por guiar nuestro camino para ayudarnos a encontrar claridad en nuestro llamado como laicos maristas. El modo como vives tu vida y ejerces el liderazgo nos ha mostrado, de hecho, el camino…