Compartiendo 23 – La Vocación Marista Laical

Boletin del laicado marista

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La Misión – Vida en el Espíritu

El viaje de la vida es a veces impredecible. Realmente no sabemos lo que nos depara el mañana, incluso si tenemos eventos programados en el calendario. La vida está llena de momentos que nos desafían, desafían nuestras creencias y nuestras formas de pensar y vivir. A menudo estos momentos nos confunden o decepcionan porque la vida no responde como nos gustaría. La vida no siempre sigue una línea recta. Hay curvas y recodos en el sendero y, finalmente, debemos encontrar un camino por recorrer, una misión por vivir.

“La vida laical nace, como toda vocación cristiana, de la respuesta al encuentro con Dios, que nos ama infinitamente. Es fruto del bautismo que nos envía a la única misión cristiana: hacer presente el Reino de Dios en este mundo.” (En torno a la misma mesa, 5)

La vida espiritual y nuestro encuentro con Dios a menudo nos ayuda a afianzar este viaje, especialmente en los momentos de desafío. Las señales en el camino son el Espíritu Santo que nos acompaña, pero todavía necesitamos “ojos para ver y oídos para oír” la presencia cotidiana de Dios en nuestra vida, como tomarse el tiempo para apreciar la belleza del amanecer o escuchar al hijo o a la pareja hablar sobre su día. Una vida en el espíritu es una elección de vida y presencia en el mundo. Es un camino que nos interroga constantemente: ¿Cómo busco a Dios? ¿Cuál es mi lugar en el universo, en el plan de Dios para mí? ¿Cómo puedo compartir esto y responder a la invitación que Dios nos hace? En este Compartir quiero reflexionar brevemente sobre el tema de la misión como una respuesta personal y comunitaria, y el trabajo de los laicos maristas en el mundo, centrado en el proyecto actual del Foro Internacional de Vocaciones Laicas Maristas. ¿Qué revela este trabajo y a qué responde?

Inicialmente, quiero plantearles dos preguntas:

  • ¿Cómo te invita Dios diariamente en la plenitud de la vida?
  • Como marista, ¿cómo expresas y vives la misión de Dios en tu pastoral y lugar?
Maristas Azules de Aleppo

Es oportuno reflexionar sobre nuestro trabajo y la conexión de nuestra historia cristiana desde Jesús hasta Marcelino, y una misión marista internacional más amplia para la iglesia y el mundo actual. Los últimos cincuenta años después del Vaticano II han visto cambios radicales en la iglesia, que han aumentado el rol de muchos laicos y su aporte, de nuevas maneras, en la misión de Dios, muchos de ellos a través de su trabajo en las escuelas y pastorales sociales, y todo a través de su testimonio vocacional y compromiso de vivirlo en las comunidades parroquiales y eclesiales locales. El ex Superior general, el H. Charles Howard, y su consejo reconocieron enseguida este nuevo movimiento para los muchos laicos maristas atraídos por el carisma de Champagnat, desde mediados de la década de 1980, al declarar en una carta dirigida a todos los laicos maristas;

“Esta atracción ha llevado a algunos de vosotros a querer comprometerse a desarrollar el mismo tipo de espiritualidad y el sentido de misión en vuestras propias vidas cotidianas, de una manera regular y organizada.”

El actual Foro Internacional Laico ha reflexionado sobre esta humilde declaración y las numerosas asambleas y los documentos laicos, mediante un proceso para aclarar y desarrollar mejor el papel de este gran grupo ampliamente conocido como Laicos Maristas. Es bueno reflexionar y conectar este movimiento laico marista, relativamente reciente, en relación a la historia de dos mil años de antigüedad transcurridos desde Galilea y Judea hasta la Francia del siglo XIX, en el estribo de Lavalla, después de la Revolución Francesa cuando el joven Marcelino comenzó su misión. Marcelino respondió a la llamada de tener hermanos educadores, los Hermanitos de María, y vemos ahora claramente dos elementos motivadores en su vida:

  • Su vocación de compartir el amor de Jesús con los jóvenes;
  • El compromiso público y la promesa hecha ante Dios en Fourvière de honrar a María.

La Misión Marista

La inspiración e historia de “Necesitamos hermanos” la conocemos bien como maristas. La vocación y promesa de Marcelino de fundar una congregación de Hermanos educadores sería el trabajo de su vida y requeriría toda su energía y concentración para hacerlo realidad.

Él comenzó la estructura en 1817, pero no viviría para ver el reconocimiento canónico del Vaticano. El camino que tomó no fue fácil y necesitó tener una fe y confianza constante en Jesús y María para seguir construyendo el reino de Dios, a través de cada escuela que abrió y cada hermano que aceptó trabajar en la misión. La humanidad, resiliencia y personalidad de Marcelino para enfrentar los diferentes desafíos de la vida es una gran inspiración que sigue incentivando nuestro trabajo, nuestra misión compartida en el mundo de hoy, en 80 países. En pocas palabras, la misión de Marcelino era ayudar a los jóvenes a encontrar a Dios. Era más que una “buena educación” en asignaturas, dado que trataba de formar a los jóvenes para que fueran buenas personas en su época y lugar. Incluso, al borde de su muerte, en 1840, Marcelino se lo recordó a sus hermanos. Ser buenos ciudadanos y cristianos significaba aprender a amar a Dios y ser modelos del evangelio como los primeros discípulos de Jesús, “Miren cómo se aman”. Y el elemento clave para ser un buen cristiano está en nuestra experiencia personal de ser amados por Dios, y compartir este amor y buenas nuevas con los demás. Esto sigue siendo nuestra misión, la misión de Dios hoy.

El H. Séan Sammon en su circular del 2003, “Una revolución del corazón”, invitó a sus hermanos a continuar esta revolución de la misión, que está en el corazón de todo lo que hacemos. Creo que el Foro Internacional es parte de esta renovación, y es también una invitación a todos los laicos maristas, veinte años después, a renovar su llamado vocacional marista y su compromiso de seguir creciendo y construyendo la familia espiritual laica como una respuesta a los tiempos que vivimos, y esto requiere actualizar el lenguaje de Marcelino para los maristas de hoy; “Necesitamos laicos maristas comprometidos con la misión.

Las palabras de Sean podrían fácilmente escucharse como la voz de San Marcelino hablándonos hoy, haciéndose eco del claro llamado del XXII Capítulo General por la vitalidad y la corresponsabilidad en la misión, que todos los maristas comparten: Os invito a uniros … Poco puedo prometeros a cambio, como no sea un trabajo duro, una dieta sostenida de sacrificio personal y la posibilidad de tener parte, nada menos, que en el renacimiento de nuestro Instituto y de la misión que tanto amamos.

Vocación Marista Laical

Recientemente en Roma, en el Simposio Fuentes y manantiales, el H. Michael Green abrió su discurso utilizando la pintura de la Natividad de Rembrandt. Nos recordó que Marcelino tomó a José como patrón del Instituto y en el cuadro se ve a José sosteniendo una lámpara cerca del niño Jesús. Michael dijo,

Al igual que José, nosotros (los maristas) estamos llamados a llevar la luz donde debe ser derramada, donde debe estar. Es todo acerca de Jesús. Como maristas, toda gira en torno a Jesús.”

Esta es una bonita manera de pensar en la misión y en nuestra vocación Marista, aquella de llevar la luz de Cristo al mundo. Escuchar el discurso me recordó que no debemos olvidar nunca que la misión de Dios, al igual que la fe, vive y se desarrolla primero en el interior, en la vida interior, pero, al final, encuentra su expresión en la comunidad, en el mundo. La vida de fe y oración que fortalecieron diariamente a Marcelino se manifestó en la misión de los Hermanos Maristas de las Escuelas que él fundó. Marcelino es un modelo contemporáneo de seguimiento a Cristo, y nuestros ojos deben estar siempre fijos en Jesús. Muchos maristas conocerán al artista Goyo, ampliamente conocido en el mundo marista por sus pinturas de nuestro fundador. En el 2023 él publicó su último cuadro de Champagnat que ejemplifica el punto de vista de Michael Green. Este, cautivó inmediatamente a muchos, incluido yo mismo. Marcelino no caminó solo ni trabajó aislado. Sus ojos estuvieron fijos en el mundo del mañana construido sobre la fe y la confianza en Jesús y María, que lo acompañaron en cada paso de su camino.

Quizá, te toma un minuto ahora contemplar la imagen y asimilarla…

  • ¿Qué te atrae también?
  • ¿Qué te revela Goyo sobre la relación de Marcelino con Jesús?
  • ¿Qué remueve en tu corazón?

Nuestra espiritualidad marista es rica en muchas imágenes similares a la pintura de Goyo que muestran la centralidad de Jesús en nuestra misión. La mesa de La Valla y la casa bicentenaria de L’Hermitage son símbolos poderosos que encarnan también el don de Dios que nos transmitió Marcelino y siguen siendo para nosotros una fuente de inspiración para recrear el carisma Marista en nuestro día a día. Compartiendo el pan y construyendo un hogar, sentimos que Marcelino nos invita hoy a ser comunidad para la misión. (Agua de la Roca n.31). ¿Cómo responderás a este desafío?

“Nuestra gracia, hoy, es ser sus herederos y responsables de continuar hoy con su integridad y vitalidad en una familia mucho más alargada (de laicos maristas), que solo hermanos”. (H. Michael Green).

Misión marista en Madagascar

Alida Bodomanitra – Madagascar
Miembro del Secretariado Ampliado de Laicos

Cuando San Marcelino Champagnat se encontraba ante un joven moribundo que no sabía nada de Dios, sintió compasión y exclamó: “Necesitamos Hermanos”. Fue el impulso para la fundación de la congregación de los Hermanos Maristas. La misión marista nació de su sueño de dar a conocer a Jesús y hacerlo amar por todos los niños y jóvenes. Más tarde, esta misión se comparte con los laicos que se sienten motivados a colaborar o incluso a vivir el carisma marista transmitido por Marcelino. La educación marista no sólo da conocimientos sino también sabiduría y amor a Dios.

En Madagascar, continuamos la misión iniciada por Marcelino Champagnat. Tenemos 7 escuelas en las que educamos a niños y jóvenes de primaria y secundaria. Los preparamos para continuar con estudios universitarios. En todas nuestras escuelas, dedicamos tiempo a la formación humana, los estudios religiosos y la experiencia de la oración. Los alumnos tienen el hábito de la oración en sus aulas y la celebración de la Eucaristía en la Capilla. Organizamos diferentes actividades que promueven el espíritu de amistad y de familia. Esto se lleva a cabo a través de actividades extracurriculares en la escuela de forma regular y momentos de reflexión o actividades fuera de la escuela de vez en cuando. Se fomenta la formación en valores culturales vivos, como por ejemplo el día dedicado al traje malgache. Personalmente, disfruto participar en esta misión marista. Como madre y esposa, siento que es natural cuidar de los niños. Mi principal responsabilidad está en la escuela primaria con los más pequeños. Pero también doy algunas clases de religión y formación humana (Education à la Vie et à l’Amour) en la secundaria.

Además del trabajo en nuestra escuela, doy clases de Catecismo dentro de la parroquia para preparar a los jóvenes para los Sacramentos de la Primera Comunión Aprecio la pedagogía marista, que es educar con amor. Más allá de la escuela, también se me pide que anime la Vocación Marista Laical en Madagascar, así como en la región africana.

Soñando con el futuro

Jaime Godoy Rivera – Santa María de los Andes, Chile
Comunidad La Mesa

Se suele decir que soñar es bueno porque no cuesta y relaja. Al soñar todo es posible y no existen impedimentos de ningún tipo, incluso las leyes de la naturaleza se vuelven relativas en ese mundo que imaginamos, proyectamos y deseamos. Sin embargo, hay un modo de soñar que además de ser creativo y dar esperanza, moviliza a la acción y construcción con otros. Cuando soñamos futuro, nos activamos y buscamos nuevos caminos de comunión y participación para la misión. Precisamente, soñando futuro con algunos compañeros de trabajo y amigos reflexionamos una invitación que recibimos a formar una comunidad marista laical, entendiendo que la experiencia del carisma que cada uno había recibido, no era una herencia para esconderla en el corazón, sino que se nos invitaba a compartirla y a testimoniarla como los talentos de la parábola. Así iniciamos este sueño marista compartido que ha sido espacio de comunión fraterna, renovación espiritual y vitalidad carismática desde la sencillez de una mesa, como la de La Vallá, como la de nuestra familia, como la de la Eucaristía. Desde esta experiencia de la mesa compartida, han surgido nuevos sueños de futuro que nos movilizan a compartir con otros esta vivencia.

Tal como las primeras comunidades cristianas que, desde lo pequeño, lo sencillo y lo cotidiano encontraron la forma de ser iglesia, siento que nuestra vida cristiana necesita de muchas pequeñas comunidades que compartan, desde la fe, su vida diaria. Es la experiencia que he podido compartir, además, con varios laicos y laicas que genuinamente buscan nuevas formas de ser iglesia y que se reúnen con la misma inquietud y mutuamente se acompañan. Lo he visto también entre los jóvenes que están agradecidos de su contacto con el carisma y buscan sentirse parte y construir con otros lo que hoy sueñan como parte de su proyecto de vida