
DAR LA VIDA POR LOS PROPIOS AMIGOS
Queridos Hermanos, tenemos que dar incesantes gracias a Dios por habernos elegido para llevar la luz del Evangelio a los que no creen; esta gracia va a constituir una fuente de bendiciones para el Instituto. Si somos fieles a los designios de Dios sobre nosotros, nos concederá al mismo tiempo lo que necesitemos para cumplir esta ardua tarea… Sí, no creo equivocarme al afirmar- y sólo pensar en ello es para mí motivo de inmensa alegría y consuelo- que un día llegaremos a tener mártires en el Instituto: Padres y Hermanos que van a ser inmolados por aquellos mismos pueblos a los que van a instruir, que darán su vida por Cristo… Y no penséis que eso es sólo incumbencia de quienes han tenido la suerte de ser designados a ir a aquellas islas lejanas; es misión de todos los miembros del Instituto. Si no nos ha sido concedido consagrarles nuestros desvelos, fuerzas y salud, no por ello estamos menos obligados a colaborar con nuestra oración, buen ejemplo y toda clase de virtudes. Vida del Padre Champagnat, (Edición del Bicentenario) pág. 210.
Una Iglesia que no se acuerda de sus mártires de ayer o que no reconoce a sus mártires de hoy, no puede reivindicar el honor de ser la de Cristo. Y ahí el Papa Juan Pablo II declara: Al término del segundo milenio, la Iglesia ha vuelto de nuevo a ser la Iglesia de los mártires… Es un testimonio que no hay que olvidar (TMA n. 37)?. Comentario a la Carta Apostólica, Tertio Millenio Adveniente.
Pongámonos, pues, en camino cada día en actitud de discernimiento de lo que el Señor espera de nosotros. Nuestros recientes hermanos mártires nos animan poderosamente a vivir en fidelidad creativa el carisma de Marcelino, desviviéndonos por las personas que el Señor pone en nuestro camino, particularmente los más pequeños. (Optamos por la vida, 50)