7 de septiembre de 2005 GUATEMALA

Debemos elevar un himno de gratitud al Dios bueno

En Guatemala, 21 hermanos entre los 61 a 78 años de las Provincias América Central, México Central, México Occidental y Norandina han participado al Curso Interprovincial de Renovación y crecimiento humano y espiritual.
Bajo la orientación de los Hermanos Antonio Rieu y Marcelino Ganzaraín hemos avanzado en una profunda reflexión; profunda por el contenido y por la apertura grupal para compartir en confianza los temas tratados. Gran riqueza para nuestras edades fue el abrir el abanico de la comunicación en profundidad desde la historia de cada uno.
El psicólogo Vinicio Morales nos acompañó para hacernos tomar conciencia de nuestro ser, que ya debe vivir un grado de madurez especial por todo el camino recorrido. Y lo mismo podemos afirmar de la presencia del doctor Julio Porras, médico, que nos orientó en el cuidado de la salud física.
Experimentamos satisfacción al recibir una carta Hno. Seán Sammon, con el saludo oportuno y los votos por nuestro crecimiento personal. Reestudiamos la carta que en forma personalizada nos envió en 2003.
Partiendo del espejo de nuestras Constituciones y de los Documentos del XX Capítulo general, nos confrontamos, a nuestras edades, con nuestra realidad consagrada, nuestra espiritualidad y nuestra misión. ¡Qué riqueza de experiencias compartimos y llegamos a descubrir! Desde la intimidad de nuestras vidas debemos elevar un himno de gratitud al Dios bueno, Padre nuestro , que en Cristo nos llamó, nos llevó al desierto, nos habló al corazón y estableció con cada uno de nosotros una nueva alianza!
El acto central de cada día era la celebración Eucarística donde compartíamos la triple comunión: con Cristo Eucaristía, con su Palabra salvadora y con nuestros Hermanos.
Tuvimos la grata oportunidad de hacer realidad la fraternidad Marista visitando los colegios y las escuelas de Guatemala y agradecemos a todo los Hermanos la gentileza que tuvieron con todos nosotros.
El curso fue muy corto, pero al regresar a nuestras comunidades y Provincias trataremos de vivir más a fondo todo lo que el Hno. Superior general, nos señaló en la carta personal: Nuestro compromiso personal con la Congregación, vivido desde la oración, para poder así ser testigos del Reino de Cristo para nuestros Hermanos y para el medio donde nos encontremos.

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