Experiencia internacional de formación conjunta y vitalidad carismática (3)
Nuestra experiencia de formación conjunta del área lingüística hispano-portuguesa toca a su fin. Estas últimas semanas han sido de gran intensidad tanto a nivel de reflexión como a nivel de experiencia compartida. Hemos profundizado en nuestras relaciones con los demás, nuestra misión marista y los procesos de formación conjunta.
El proceso de relación nos ayudó a ser conscientes de nuestra forma habitual de relacionarnos con las personas, nuestras capacidades, dificultades, conflictos y posibilidades de crecimiento personal que nos aporta el mundo de nuestra afectividad. Las dinámicas fueron muy experienciales y vitales combinando lo personal con lo comunitario: reflexión personal y compartir en parejas. Un momento muy intenso de este proceso fue la creación de nuestro propio salmo de agradecimiento a Dios por tantas personas que se han cruzado en nuestras vidas y que nos han configurado, así como compartirlo en clima de oración con todos nuestros hermanos y hermanas. Terminamos con la construcción de un mandala personal y un mandala comunitario que expresara nuestra síntesis del proceso.
El proceso de misión nos introdujo en el corazón de nuestro carisma: ?las voces de los niños y los jóvenes que piden nuestra presencia?. A través del diseño de un panel personal compartimos nuestra experiencia de misión, lo que nos hace vibrar, nuestros inicios, los desafíos que sentimos, la fuerza de Dios y sus llamadas? Volvimos a tener un día de encuentro con los destinatarios de nuestra misión: nos dividimos en cuatro grupos para tener una experiencia de misión: en un proyecto que acoge a niñas trabajadoras (CENIT), proyecto de inserción de niños de la calle y adolescentes en situación de vulnerabilidad (Mi Caleta), una organización hebrea que ayuda a los refugiados (HIAS) y una fundación encargada de albergar y brindar apoyo a madres maltratadas (Casa Matilde). Estas experiencias leídas desde Dios y desde nuestro carisma, nos ayudó a descubrir conjuntamente qué signos proféticos necesitamos vivir en nuestra misión marista y qué estilo de comunidades queremos construir para llevar adelante esta misión.
Comenzamos después el último proceso, el que hace referencia a la formación conjunta. Ha sido una semana intensa de síntesis de lo trabajado anteriormente, de oración conjunta y discernimiento de lo que Dios nos hacía sentir como prioritario y de lo que podemos aportar como más valioso al Instituto y a la familia marista de todo lo vivido en este mes. Además hemos intentado ver posibles líneas de acción para nuestras provincias y regiones sobre formación conjunta, siempre teniendo presente que lo esencial es la vitalidad del carisma.
Al final, elaboramos un documento que es expresión de lo más importante que hemos podido consensuar durante esta experiencia de vida formativa comunitaria, pero somos muy conscientes de que las palabras nunca pueden expresar bien aquello que desborda el alma. La experiencia de haber compartido vida y fe con tanta intensidad entre nuestros hermanos y hermanas, de sentirnos vibrar y de compartir la llamada a revitalizar nuestro carisma es lo más importante que nos llevamos de este encuentro. Nos sabemos familia en misión y deseamos seguir conectados para poder transmitir el fuego que hemos sentido juntos en estos días.
Terminamos con una eucaristía de acción de gracias y de ofrecimiento a Dios de lo vivido durante este mes. Nos unimos a los discípulos de Emaús cuando se decían: ?¿No sentíamos arder nuestros corazones mientras El nos hablaba por el camino??
Gracias por cuantos habéis estado unidos a nosotros en este encuentro, con vuestra oración, apoyo e interés. Estamos convencidos de que Dios quiere hacer maravillas en nosotros y que ya las está haciendo. Nos vamos con la convicción de que Él sigue llamando a la vocación marista y que este compartir conjunto, de hermanos y laicos maristas, es un regalo que el Señor nos está regalando y pidiendo. ¡A Él sean dadas todas las gracias!