9 de agosto de 2005 ALEMANIA

He visto la estrella y me he puesto en camino

¡Cuántas estrellas en el cielo de nuestra vida, cuántas oportunidades…! Pero, para ser honestos, ¡cuántas huidas, cuántas ocasiones desperdiciadas! Sí, es verdad eso de que cada uno es aquello que busca, pero también es verdad que cada uno es aquello que no elige. Los Magos emprendieron el rumbo sin saber adónde iban y cuánto duraría su viaje. También a María le sucedió una cosa parecida: se lanzó a una aventura de confines indefinidos, pero con la certeza de que el camino conducía a Dios: ?He aquí la esclava del Señor.

Ponerse en camino significa frecuentemente dejar la normalidad; muy a menudo, significa arriesgar, adentrarse en un mar de imprevistos. Y luego, es importante cumplir una condición, como se dice en una canción: ?Antes de partir para un largo viaje tienes que llevar contigo las ganas de no volver más.
El águila construye su nido sobre precipicios escarpados y cría a sus aguiluchos con gran amor. Pero cuando se le hace fatigoso darles la comida necesaria, encuentra un recurso original para hacerlos salir del nido. En lugar de llevarlos la comida y depositarla en el nido, se les acerca para hacerles ver la presa, obligando a los pequeños a acercarse al borde del nido hasta que pierden el equilibrio y caen al vacío; así inician su primer vuelo. Esto, que unos meses antes los hubiera causado una muerte segura, ahora se convierte en el inicio de la salvación y de la libertad.

Ponerse en camino con el deseo de no volver sobre los antiguos pasos, sin emplear la cómoda muletilla del ?¡Me he equivocado!? que me autoriza a volver atrás. Ponerse en camino sin pensar en la imagen que los demás tienen de mí o en las críticas de la gente, y contando conmigo mismo y con la ayuda de Dios que nunca nos defrauda. Ponerse en camino como aquel personaje de la historia que, después de escuchar las palabras de un sacerdote que le dijo: ?¡Dios lo quiere, tienes que ser sacerdote!?, partió para una gran aventura. Fue tanto lo que caminó que Juan Pablo II pudo decir a la Iglesia aquel 19 de abril de 1999: ¿Queréis un modelo? ¡Aquí tenéis uno!

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Ha aprendido a caminar, ahora puede correr......

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