3 de noviembre de 2005 ITALIA

Hemos convivido Maristas y Marianistas, fieles a nuestro carisma

Desde el 10 de agosto nos encontramos reunidos 20 Hermanos (17 Maristas y 3 Marianistas) en Manziana, Italia, para el Curso de Espiritualidad de la Tercera Edad.

Las edades del grupo oscilan entre 63 y 81 años. Provenimos de 10 Provincias.
Destaco el valor de una comunidad especial, en ambiente de oración creativa y de relaciones fraternas.
Los temas que más me gustaron fueron: Porvenir de la Vida Religiosa, Espiritualidad en general e interioridad, Espiritualidad Apostólica Marista, Psicología y Espiritualidad de la Tercera Edad. Fueron tratados con profundidad, además amenamente y con buenos recursos técnicos.
Uno de los momentos más fuertes dentro del curso fue la estancia en los lugares Maristas: Le Rosey, La Valla, L?Hermitage, Fourvière. Experimenté la presencia viva del Señor en la gran obra de Champagnat y los primeros Hermanos. Volví entusiasmado. Muy buenas y muy bien preparadas las celebraciones en los distintos lugares. Buena acogida, lugares entrañables, tiempo para reflexionar y orar, buenas exposiciones del Hno. Alain Délorme, hicieron de estos días una gracia enorme del Señor.
Cuando quieres a alguien te llenan de emoción los lugares en que vivió, las cosas que tocó, los objetos que usó, sobre todo si es tu padre. Creo que eso nos pasó a todos porque se trata de nuestro querido Padre Fundador.
Los Hermanos de la tercera edad no podemos estancarnos; hemos de seguir nuestro camino, nunca morir antes de tiempo, es decir condenarnos a la inactividad que mata los sueños e ilusiones. Estamos en una edad de oro si la sabemos aprovechar. Lo nuestro son las pequeñas cosas; compartir la sabiduría de los años, acoger, resaltar lo positivo, los pequeños servicios, los detalles con las personas, sonreír, aplaudir, felicitar y sobre todo orar por los Hermanos.
Animados por el mismo ideal y decididos a afrontar un futuro inédito y apasionante, hemos convivido Maristas y Marianistas, gozosos, fieles a nuestro carisma de amar a María como Jesús la amó.

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