11 de febrero de 2012 EL SALVADOR

Hermano de gran empatía

Julián Goñi llegó a Santa Ana siendo hermano marista en la década de los 60. Desde entonces vive en la ciudad morena y es ahí donde recientemente cumplió su centésimo aniversario de edad. A sus 100 años es un hombre gentil y de buen genio. Al nacer en Cirauqui (Navarra), España, el 27 de junio de 1909, recibió el nombre de Julián Goñi. Quienes conocen a este hermano marista se refieren a él como “hermano Goñi”.

Desde 1964 imparte clases en el Liceo San Luis en la ciudad de Santa Ana, y años más tarde también lo hizo, paralelamente, en otras escuelas públicas de la ciudad y en la ahora Universidad Católica de El Salvador, UNICAES, durante siete años, dando cátedra en filosofía, lógica e historia.

Dejó de hacerlo hasta hace unos años; sin embargo su voz no suena desgastada y con él puede sostenerse una plática fluida y clara. No es su garganta la que determina que exista empatía durante la conversación, pues tiene miles de temas que conversar, así existan muchas décadas de diferencia entre él y la persona con quien platique.

Gracias a la Congregación de los Hermanos Maristas, salió de Pamplona a los 11 años, a Arceniega, en Álava, España, y al año siguiente le llevaron a Italia, recibiendo estudios de bachillerato en francés, esto porque la institución tenía unas 300 escuelas en Francia, donde los hermanos impartían clases, hasta que el gobierno de entonces se interpuso en esa labor.

Llega a América después de cinco años en Italia se graduó del bachillerato marista. Luego fue mandado en barco a Cuba, en el año 1926. Estudió la universidad y fue compañero de Fidel Castro, “Le vi correr y también me hizo correr a mí”, dice Goñi.

Se graduó a los 21 años en la carrera de Ciencias y Letras y hasta entonces se convirtió en hermano marista, al hacer los votos perpetuos. Desde entonces a 1961 estuvo impartiendo clases en la isla, donde la congregación tenía 12 colegios y más de 160 hermanos maristas.

Todos salieron, y de ellos 100 se fueron en avión hacia Miami. “Nos tuvieron que alimentar los de la Cruz Roja, y aunque teníamos colegio en Miami no alcanzaba para alimentarnos a todos. Dormimos con la Cruz Roja unos días, hasta que nos pudieron repartir”, recuerda.

Su destino fue Chile, país del que viajaba frecuentemente hacia Argentina, y viceversa, por un período. En 1964 llega a Santa Ana, donde se quedó impartiendo clases a alumnos de bachillerato cuando el colegio funcionaba en el seminario de la ciudad, y un año más tarde la institución educativa pasó al actual edificio del colegio. “Ya no doy clases, lo hice hasta hace cinco años”, dice.

Aunque ya no forma parte de la plantilla docente, es una institución, dentro de la institución educativa. Junto a sus hermanos maristas, donde comparte su vida y experiencias.

“Estoy bien, tengo la mente bien, no tomo bastón ni nada, entonces, me salgo por la mañana al correo, y a misa cada tarde; tengo totalmente libertad, pero de clases…nada”, dice el centenario hombre.

De la ciudad le gusta todo, pues asegura que la ha visitado completamente. Recuerda su estancia en el desaparecido mirador del cerro Santa Lucía, sus caminatas a la cruz del cerro Tecana y al lago de Coatepeque, en donde se daba un chapuzón y luego regresaba a pie.

Julián Goñi dio clases en el Liceo San Luis desde 1964 hasta el 2004. En el auditorio de la institución, ubicado en el segundo nivel del edificio, hay fotos de todas las promociones, pero él aparece acompañándolas desde 1972 hasta 1998.

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(La Prensa Gráfica de El Salvador: www.laprensagrafica.com, 2009)
Artículo tomado del periódico La Prensa Gráfica de la República de El Salvador, Centro América, en el año 2009, al cumplir el H. Julián sus 100 años de vida). 

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