19 de mayo de 2004 AUSTRALIA

HERMANO SEÁN SAMMON

?Hermanos, si de algo salí convencido de nuestro XX Capítulo General fue del hecho de que la vida religiosa y nuestro Instituto, en particular, se encuentran hoy en una significativa encrucijada. ¿Por qué lo digo? Porque son enormes los riesgos y las consecuencias. Los capitulares lo entendieron como una opción entre la vida y la muerte.

Adhiriéndome a los miembros del Capítulo y a su desafiante Mensaje, tengo que decir que cada vez creo más que la tan ansiada renovación llegará a nuestra vida y misión cuando seamos de nuevo aquello para lo que fuimos fundados: ser hermanos, hombres de Evangelio, heraldos de la misericordia y de la Buena Nueva de Jesucristo.

Todos recordamos bien el lema de nuestro XX Capítulo General: ¡Optamos por la vida! Con todo, lamento de verdad que, al proponer el versículo del Deuteronomio del que se tomó, no prestáramos la suficiente atención al texto precedente. Porque ese texto nos habla de que Yahvé circuncidará, en primer lugar, nuestros corazones. Es una imagen fuerte, que nos recuerda que, como David, joven pastor, pronto a ser Rey de Israel, debemos vaciarnos antes que el Espíritu de Dios corra por nuestras venas.

Hermanos, con este programa de acción sobre la mesa, tengo que decir que no me imagino que exista un mejor tiempo que éste para seguir vivos, para ser religiosos hoy y ser religiosos maristas. Pero ante nosotros se abren grandes retos, un trabajo enorme y significativos sacrificios. No prestéis atención a los agoreros catastrofistas que existen en el mundo, en la Iglesia y en nuestro Instituto. Algunos ya nos están animando a que nos ?muramos pacíficamente?. Yo os ofrezco otro punto de vista: si no renovamos nuestro Instituto y su misión, no tendremos que echar a nadie más la culpa de lo que nos suceda sino sólo a nosotros, pues Dios está haciendo horas extras para suscitar ese cambio de corazón tan necesario.

VOLVER

HERMANO HENRI VERGÈS...

SIGUIENTE

PLAZA HERMANO HENRI VERGÈS, EN MATEMALE...