21 de noviembre de 2014 CASA GENERAL

LHermitage, ¿un paradigma?

23 Hermanos de habla española, italiana y portuguesa hemos terminado el programa AMANECER ROMA 2014, el domingo 16 de noviembre.

 Me pregunto si la renovada casa del Hermitage puede servirme de paradigma para interpretar, en algún sentido, lo que nos está sucediendo en este viaje hacia nuestra utopía de amanecer en el crepúsculo de nuestras vidas, iluminados por todo lo que el Señor nos concedió ver en estos 61 días que duró nuestro programa.

En el nuevo Hermitage, el edificio construido por San Marcelino conservó intacto su exterior pero todo lo interior fue deconstruido y reconstruido, menos su capilla. Se sacaron toneladas de escombro para poder utilizar el mismo espacio pero dándole tal distribución a sus áreas, que ahora son más luminosas, acogedoras y funcionales. Al hacer todo esto, en varios lugares, se lograron recuperar algunos muros y pisos originales, sobre todo en el espacio llamado Champagnat: la recámara que ocupó nuestro Santo Fundador y la sala de la primera comunidad. Es emocionante pisar las mismas tablas bicentenarias que él pisó y ver la osca pared que él vio durante 16 años. El patio interior llamado de San José está remodelado con un amplio y elegante plafond, haciendo de él un espacio muy acogedor. El interior del edificio del “Rocher” fue completamente transformado. La antigua casa “Le Moulin” fue completamente destruida y reemplazada por un amplio y moderno edificio lleno de luz. 

 En el nuevo Hermitage hay más luz, más espacios de acogida pero sin perder lo esencial y perenne: la energía espiritual de Champagnat y nuestros primeros Hermanos, fielmente reflejada en los Hermanos y Laicas que forman su comunidad actual. 

Las cristalinas, rumorosas y saltarinas aguas del Gier siguen corriendo. A propósito de esto, nuestro buen Hno. Benito nos decía en una de sus muchas y profundas reflexiones: nuestras vidas deben de ser ríos que lleven mucha vida.

 En nuestro programa Amanecer aprendimos algo de lo que Teilhard escribió, hablando sobre su vejez: “Oh Dios, concédeme creer que eres tú quien está separando dolorosamente todas y cada una de las fibras de mi ser para penetrar hasta la médula misma de mi esencia y llevarme contigo.” Esto es realismo puro.

  A nuestra edad, aceptamos la deconstrucción de muchas cosas, como en el edificio Champagnat del Herrmitage, porque ya no hay mucho para pensar en futuros personales grandiosos. Nuestra credencial de jubilación no tiene fecha de caducidad. Pero estamos emprendiendo, como Abraham, un viaje hacia la tierra nueva de nuestra vejez donde se nos da la seguridad de una fecundidad nueva. Él, al salir de Jarán, tenía excelentes tierras de cultivo y mucha riqueza pero no tenía hijos: descendencia. Pero la indicación de dejar su tierra y de ir a la tierra que se le mostraría estaba acompañada con la promesa de que tendría descendencia. Y Abraham parte siguiendo a oscuras el llamado de Dios pero siempre confiando en la promesa de fecundidad. A nosotros se nos promete lo mismo: marchamos hacia la nueva tierra de la vejez pero esto no significa, en sí mismo, que nuestra fecundidad termine.  Nuestra esencia, de la que habla Teilhard, es dar fruto siempre: también en nuestra vejez. 

Un verdadero evangelizador nunca se jubila. El estilo evangelizador de nuestra vida tiene que ser hoy, más que ayer, el de María: ella siempre evangelizó quedándose en segundo plano. Siempre proactiva pero nunca en el primer plano. Se lo dejó siempre a su Hijo. Nos toca evangelizar, sobre todo, con nuestra presencia serena, sonriente y orante en las actividades apostólicas de nuestros Hermanos.

Como el interior del edificio de San Marcelino en el Hermitage, aceptamos que nuestros sentidos se van deteriorando con el envejecimiento pero nuestros interioridad puede crecer siempre en luminosidad, serenidad, alegría y paz. Podemos, si nos confiamos al Señor de la Vida, ser arco iris que anuncie tiempos mejores. Podemos llenar nuestros ojos de esperanza de tal forma que quienes nos vean, vean futuro en nuestros ojos. Podemos hacer que el futuro tenga nuestros ojos. Podemos lograr que el futuro tenga corazón de tienda como nuestro Hno. Emili nos lo propone. Una tienda que externamente se va desmantelando pero que internamente se va dejando mover hacia nuevos horizontes marcados por la solidaridad compasiva y creativa, la fraternidad que demuestre que ser hermano es el mejor modo de ser y la contemplación que perfora toda realidad con los ojos de Dios y desde ahí la interpreta esforzándose por transformarla.

 El agradecimiento es la memoria del corazón. Gracias al Consejo General que organiza estos cursos de formación permanente. Gracias a nuestras Provincias que nos dieron este tiempo de gracia. Gracias a nuestros Hnos. Landelino Ortego y José Kremmer Feix quienes derrocharon amabilidad, delicadeza y eficacia como responsables del programa Amanecer. Gracias  a Eva López, Chema Pérez-Soba, al P. Marianista Antonio Gascón y a los Hnos. Juan Moral, Ramón Benzeny, Carlos Huidobro, Xavier Barceló, Emili Turú, Ernesto Sánchez, José María Soteras, Ernesto Tendero, Teófilo Minga y José María Ferre. Ella y todos ellos nos dieron puntos señeros para recorrer nuestro camino hacia la utopía de amanecer en el crepúsculo de nuestras vidas.

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Hno. José Contreras Landeros.

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