Carta de Marcelino – 278

Marcellin Champagnat

1839-10-13

No sabemos si los acuerdos de los que se habla en la carta n.° 268 se llegaron a realizar. De cualquier manera, el Padre debió comprender que Monseñor quería acelerar la apertura del noviciado de Vauban, como daba a entender el Sr. Beurrier en su carta del 5 de septiembre de 1839: «Monseñor desea tanto ver realizado este centro que hará todos los sacrificios posibles. Si el Sr. Superior está de acuerdo con nosotros, o sea, que es mucho mejor que se encargue él mismo de este asunto, trataremos de satisfacer todas sus peticiones...». (Annales de Vauban, AFM, 212.54, p. 2.) Una nueva carta del Obispo volvió, sin duda, a insistir en el mismo sentido y a proponer la redacción de un contrato regulador de las diversas posiciones sobre el castillo de Vauban que Monseñor pone a su disposición. Como se puede ver, el Padre sigue la idea del Sr. Beurrier y reclama la completa autonomía de los Hermanos.

Monseñor:
No puedo menos que felicitarme por el mantenimiento de su benevolencia en favor de la Sociedad de María y ofrecerle de nuevo la expresión de nuestra profunda y respetuosa gratitud. Espero que esta santa unión, que Su Excelencia tiene a bien establecer en el corazón de nuestra buena Madre con la Sociedad de sus Hermanos y sus hijos , redundará en la mayor gloria de Dios y salvación de las almas. Desea usted conocer las bases del acuerdo que debe cimentar y asegurar esta unión. Comparto plenamente estas disposiciones: es mejor ponerse antes de acuerdo, por una y otra parte, sobre las condiciones esenciales para que en nuestra entrevista sólo queden por solucionar los detalles.
Por nuestra parte, Monseñor, al encargarnos de la dirección del noviciado de Vauban y al comprometernos a abrir diversas escuelas en su diócesis, en proporción a los Hermanos capacitados que podamos formar en ella y según las ofertas que ha tenido la amabilidad de presentarnos, nos parece conveniente establecer como primera condición que el noviciado sea puesto pura y simplemente a disposición de la Sociedad y pase a ser su propiedad inalienable. Con la salvedad de que si, por sucesos imprevistos, dicha sociedad viniera a ser disuelta, la casa de Vauban volvería a las manos de Su Excelencia y se concedería una compensación, calculada por expertos, a quienes acrediten derecho a ello por las mejoras realizadas durante el usufructo.
Espero, Monseñor, que también tenga la bondad de darme a conocer sus intenciones principales; en cuanto haya recibido su carta, me dirigiré a Autun para el acuerdo definitivo.
Sírvase,…

Edición: Crónicas Maristas V - Cartas del P. Champagnat - 1985 - Edelvives

fonte: Según la minuta, AFM, RCLA 1, p. 139, n.° 175; publicada en Circ. 1, 288, yen AA, pp. 293-294.

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