1 de febrero de 2014 VENEZUELA

Pastoral Juvenil Marista

El pasado 5 de enero finalizó la Escuela de Animadores Maristas, con la que la Pastoral Juvenil dio inicio con todas las fuerzas el 2014. Fueron momentos de reflexión, replanteamiento y redescubrimiento de la realidad del joven que pide a gritos que alguien le muestre el sentido de su vida, sentido que expresamos en la espiritualidad encarnada propia del instituto marista.

Comenzamos la experiencia con una evaluación de la realidad pastoral de los jóvenes y niños, nuestra razón de ser. No podemos entonces, dejar de ver nuestro ser animador marista como un constante cambio, un cambio que exige versatilidad al momento de dar a conocer el Evangelio. Nadie puede dar lo que no tiene, por eso la evaluación cobra la importancia que posee. ¿De dónde venimos? ¿Dónde estamos? ¿Hacia dónde vamos? Venimos de una pastoral que responde a las necesidades de los jóvenes, pero que ya perdió la vigencia en el modo de caminar. Tomamos lo bueno de ella y lo renovamos, porque el pasado tiene mucho que enseñarnos.

Como animadores Maristas, en este encuentro no faltó la alegría, realizamos varios Oficios Divinos de la Juventud, celebraciones en torno a la palabra que sirvieron para compartir la fe en comunidad, y evaluamos documentos como Civilización de Amor, Evangelizadores entre los Jóvenes y En torno a la misma mesa, que nos llenaron de mucho entusiasmo y ganas de responder a esa inquietud latente: ¿Quién dicen ustedes que soy yo? Por eso, como Juan nos ponemos en camino, para responder a esa pregunta, para gritar en el desierto, pidiendo cambio: ¡El Señor está cerca, enderecen sus caminos!

El año pasado se realizó el Encuentro Internacional de Jóvenes Maristas, en el que se propuso una cosa: CHANGE. Cambiar, para nosotros, significó ese grito de la juventud de hoy en día, que pide que les den razones para luchar. ¿Cómo aplicamos esta experiencia a nuestro encuentro? Precisamente en las palabras de Marcelino encontramos la respuesta: Ojalá se diga de vosotros, mirad como se aman los hermanos. Ese llamado despierta en cada animador marista una reflexión, una invitación a la fraternidad mundial entre los maristas y entre todos los hombres. Cristo nos pide cambio, pero que no deje de decirse: Mirad cómo se aman. Con María, pues, vamos al encuentro de los jóvenes, con la convicción de que en comunidad, el servicio al prójimo, el amor a María, y el silencio activo serán pilares fundamentales para nuestra acción pastoral.

Necesitamos una pastoral de convertidos…

“Ustedes son la sal de la tierra”nos dice San Mateo en el Evangelio, y la sal se nos presenta de diferentes formas, con diferentes características.

Sal que preserva.Estamos llamados a ser aquellos que salvan y preservan el mundo. (1 Pedro 2, 11-12) Somos nosotros los que tenemos que llevar el mensaje salvador del evangelio (2 Timoteo 4, 1-2) La sal debe tener contacto con la carne para que le ayude. Si la sal se pone a centímetros de la carne no le servirá de nada.

Sal que irrita.Si a una herida tiene contacto con sal, se irrita.  Nuestro hablar y acciones diario debe de ser sazonado con sal (Colosenses 4, 6). Como Animadores Maristas, nos comprometemos a ser sal, para enfatizar las heridas, recordando que la sal irrita la herida, le induce cambio, sin ser ella misma la causa de la herida.

Sal que produce sed. Si comemos algo salado, nos produce sed física. En la Escuela de Animadores Maristas de este año, tomamos conciencia de esa misión: ser sal, para que los jóvenes y niños tengan sed de Cristo. El cristiano no calma la sed; la produce. Cristo la calma.

Sal que da sabor. Sin sal las comidas carecen de sabor, son insípidas. La sal puede perder su sabor por distintas razones, por ejemplo si no se almacena correctamente. El animador marista venezolano de hoy, se encamina confiando en Jesús, a darle sabor al mundo, pero siendo consciente de ser sal del mundo, de darle el sabor de Dios a la vida insípida que la sociedad le quiere imponer de forma descarada a nuestros niños y jóvenes.

Finalmente, no pudo faltar lo más importante: El testimonio de vida, se nos exhortó, en estos tres días de encuentro, a ser luz, como lo menciona Jesús. La luz se traduce en testimonio. Pero la luz, sin el testimonio de una vida cristiana seria y comprometida, no ilumina, no brilla, es opaca, es un fuego tonto; se convierte en luz artificial estéril, que no da vida. Con María salimos deprisa, al encuentro de Cristo, para dar a los demás de lo que abunda en el corazón: deseos de servir al prójimo, los hermanitos del Señor.

Que el Señor bendiga nuestros esfuerzos y nos de la prudencia para hacer verdaderos discípulos suyos, para que se siga cumpliendo el sueño del Padre Champagnat: Educar buenos cristianos y virtuosos ciudadanos.

http://youtu.be/OPaRaAUm5W8

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Daniel Sanabria

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