Hermano John Vianney Kim, Superior del Distrito marista de Corea

24.04.2003

El SER FIELES A NUESTRO CARISMA COMO HERMANOS MARISTAS
NOS CONDUCIRÁ A UN FUTURO MÁS ESPERANZADOR?

Hno. Lluís Serra

Hermano John Vianney, me permito empezar la entrevista pidiéndote que te presentes.
Soy Kim Chang-woon, y mi nombre de pila es John Vianney. Tengo 46 años. Nací en Seúl, Corea del Sur. Obtuve la licenciatura en Asistencia Social en Corea, y también tengo realizado un máster en Psicología por el Marist College de Nueva York. Mi experiencia pastoral ha sido relativamente corta. Trabajé con los niños de la calle durante un año en el centro marista de formación profesional que nosotros dirigimos. Después de completar mis estudios de licenciatura, fui al Hospital Damien que se ocupa de los enfermos con lepra y trabajé allí durante tres años y medio. Luego, volví a trabajar en el centro marista de formación profesional durante medio año antes de ir a los Estados Unidos. Cuando ya estaba a punto de completar mis estudios en el Marist College, me pidieron que asumiera la función de Superior del Distrito. Puesto que yo deseaba trabajar para nuestro Distrito en lo que fuera, acepté la misión y desde diciembre del 2001 soy Superior del Distrito.

Vimos en la televisión el gran espíritu de los coreanos animando a su equipo durante el último Mundial de Fútbol, celebrado en Corea y Japón. ¡Los coreanos sois realmente grandes apasionados por el fútbol! Si te pidieran que nombraras tres características destacadas de tu país y de su gente, ¿cuáles serían?
No es fácil para mí destacar solamente tres características. Las que yo destacaría son: nuestra lengua y escritura coreana ? Hanguel- (ver la nota * que sigue), la belleza natural y la herencia cultural de nuestro país y la laboriosidad y el carácter bondadoso de nuestro pueblo. Tener una lengua y una cultura comunes y ser un pueblo con sentimientos profundamente arraigados, hace que sintamos que existen siempre entre nosotros unos grandes lazos de unión cuando nos juntamos.
*Nota. En 1446, el rey Sejong promulgó un sistema de escritura con el cual el coreano podía ponerse fácilmente por escrito, y ahora esto se conoce como Hangeul. Hangeul es un alfabeto fonémico con 14 consonantes y 10 vocales. Las formas de las consonantes se parecen a las formas que tienen los órganos del habla cuando se las pronuncia, mientras que las vocales se parecen al cielo, a la tierra y al hombre. Hangeul es uno de los sistemas de escritura más lógicos y científicos del mundo. También es ahora el único en uso cuyo origen exacto se conoce.

¿Cómo se las arregla tanta gente (más de 45 millones) para vivir y prosperar en una superficie de menos de 100.000 kilómetros cuadrados como tiene Corea del Sur?
Los coreanos son unas personas diligentes, trabajadoras. Puesto que vivimos en una superficie relativamente pequeña y la densidad de población es muy alta, la competitividad entre las personas es también muy alta. Se respira un ambiente competitivo por todas partes: para entrar en la universidad, para conseguir un trabajo, para regentar el propio negocio, etc. las Tales presiones estimulan a las personas a trabajar muy duramente y a esforzarse por conseguir una vida próspera. Hay también, sin embargo, un número considerable de personas que no consiguen triunfar en esta sociedad tan competitiva.

¿Cómo nació la vida marista en Corea?
A principios del siglo XX, un obispo coreano invitó a los Hermanos Maristas a educar a la juventud del país. Sin embargo, los Hermanos no pudieron atender tal petición en aquel momento. En 1971, vinieron a Corea cuatro Hermanos de la Provincia de México Central y empezaron aquí la vida marista.

Los Hermanos Marista dirigen la escuela secundaria de Yang-ob en Chong-Buk. ¿Puedes decirnos algunas de las cosas que hacen que esta escuela sea única?
En realidad, dejamos de ayudar a esa escuela a finales de 1987. Desde entonces, hemos estado dirigiendo un centro de formación profesional para niños de la calle, de 12 a 18 años de edad, en Chung-ju. Nunca hemos dirigido una escuela tradicional propia.

¿Qué os lo que atrae de Cristo y de Marcelino a los jóvenes coreanos, para llevar a algunos a escoger nuestra vida marista?
De Cristo, les atrae mucho la confianza tierna y el respeto que tenía a sus padres. Sin embargo, no hay muchos jóvenes que vayan a la iglesia actualmente, porque, en general, la Iglesia no ha sabido desarrollar de forma activa nuevos estilos de pastoral juvenil para comunicarse con ellos.
Hasta ahora, sólo unas pocas personas han llegado a conocer a Marcelino, pues los Maristas en Corea no han estado totalmente comprometidos en el trabajo con jóvenes y con la misión propia de Marcelino.

¿Qué retos nos presenta la sociedad coreana y cómo el carisma marista puede responder a ellos?
Recientemente, una de las diócesis más grandes de Corea celebró un sínodo y tomó como objetivo para la diócesis entera el concentrarse en el trabajo con los jóvenes. Hay tantos jóvenes necesitados a lo largo del país, y no sólo material, sino también mental y espiritualmente y la sociedad está cambiando tan rápidamente que nos resulta muy difícil mantenernos al día en lo que les interesa a los jóvenes en estos tiempos. Por esta razón, yo pienso que los desafíos a los que nos estamos enfrentando aquí en Corea vienen principalmente de nosotros mismos. Nosotros, los Hermanos Maristas, debemos llegar a ser más eficaces en la ayuda que prestamos a los jóvenes.

Nuestras culturas, la tuya y la mía, se parecen en muchas cosas. Tú y los Hermanos de México vivís y trabajáis codo a codo. ¿Crees que es fácil llevarse bien? ¿Crees en el diálogo intercultural?
Culturalmente, hay algunos parecidos entre México y Corea, por ejemplo, se valora la vida familiar más que el individualismo, nos gustan los alimentos picantes… Por ello, no ha sido muy difícil vivir y trabajar juntos con una comprensión mutua por ambas partes. Sin embargo, la comunicación puede ser, a veces y inevitablemente, un problema.

¿Qué futuro espera a la presencia marista en Corea?
El ser fieles a nuestro carisma como Hermanos Maristas nos llevará a un futuro más esperanzador. Desarrollaremos una pastoral eficaz que ayude a los jóvenes, compartiremos cada vez más nuestro espíritu de familia con otros. La colaboración de los laicos será muy importante para nosotros, para que continuemos llevando a cabo nuestro propio carisma.

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