Hermano Yvon Bédard – Entrevista con el H. Lluís Serra, director de publicaciones

05.12.2002

EL DINERO DEBE SERVIR A LA MISIÓN

El H. Yvon Bédard, 56 años, nació en Saint-Jean-sur Richelieu, Canadá. Es perito contable profesional (CMA). Fue Administrador provincial de las dos Provincias maristas de Quebec y presidente de la Comisión de Economía de la Conferencia Religiosa de Canadá- Sección de Quebec. Terminará en diciembre nueve años como Administrador general del Instituto.

¿Debo pagar por esta entrevista?
Los servicios del Administrador general son gratuitos. Por el contrario, se agradece toda contribución, que será enviada al fondo de solidaridad. ¡Ja, ja, ja?!

Usted es Administrador general del Instituto desde hace nueve años. ¿En qué consiste su trabajo?
La descripción oficial de la función se encuentra en las Constituciones. Debo añadir que, además de la administración ordinaria de la Administración general, el servicio debe ayudar a las Provincias que no tienen las facilidades de gestión, se ocupa de la organización de encuentros, sesiones de formación y de la coordinación de las diversas transferencias y pagos en el interior del mundo marista; todo esto ha constituido el núcleo de mi trabajo diario.

Usted termina su mandato como Administrador general a finales de diciembre de 2002. Háganos un balance de su gestión.
Es siempre algo presuntuoso hacer un balance de nuestras actividades, pero como es necesario, lo haré: establecimiento de los fondos de solidaridad, pedidos por el Capítulo de 1993, varias sesiones de formación, encuentros de administradores por sectores y por grupos de lenguas, establecimiento de un fondo común de inversión (Fondo de Inversión Marista), supervisión de varios fondos de las Provincias, establecimiento y gestión de la Caja de Solidaridad. Finalmente, la gestión material de la Casa general y, de manera especial, la conversión del antiguo Colegio internacional en residencia hotelera.

¿Cómo conciliar el dinero y la pobreza?
Tener dinero no quiere decir, necesariamente, ser rico; y ser pobre no quiere decir no tener dinero. Todo reside en la gestión del dinero puesto a nuestra disposición. El dinero debe servir a la misión y no para enriquecerse. La buena gestión es también necesaria para nuestras Provincias pobres, que se darán cuenta en su uso que hay recursos mal utilizados y a menudo derrochados.

¿Cómo interpreta Ud. la circular del H. Benito sobre el USO EVANGÉLICO DE LOS BIENES? ¿Cuáles son las consecuencias de su aplicación?
El hermano Benito ha tenido la audacia de poner por escrito los elementos esenciales sobre el tema. Esta reflexión debe empezar en la base: yo, como individuo, mi comunidad y mi provincia. Si dejamos de lado nuestras discusiones filosóficas y teóricas sobre el tema, entonces, ¿cuáles son los pasos concretos que doy en ese campo de acción? ¿Cuáles son los pasos concretos que da mi comunidad en este apartado? Y mi Provincia, ¿qué pasos da? Lo normal es estar de acuerdo teóricamente, pero no en cuanto a las acciones concretas que debemos emprender que no son para mí sino para el otro u otros. La llamada a la solidaridad del 20.º Capítulo es una excelente ocasión de comprometerse en esa dinámica.

¿Cómo garantizar que nuestras inversiones financieras no sean utilizadas para fines injustos o inmorales?
No creo que haya inversiones que sean éticas al cien por cien. Es igualmente imposible saber lo que nuestros bancos hacen con nuestro dinero, a quién se lo prestan, qué financian. Con la Comisión económica internacional hemos establecido un cuadro de inversiones que no son deseables para nuestra Congregación: las compañías que favorecen el armamento, la bebida, que no respetan el medio ambiente, la vida y los derechos del hombre, etc. Los que gestionan nuestro dinero deben tener esto en cuenta si no quieren que se les retire el mandato de gestión. Nuestros portafolios no están clasificados como éticos, pero lo son igualmente como los que presumen serlo.

Háblenos de los diferentes fondos establecidos por la Administración general con fines de solidaridad.
En el Capítulo general, entregué a los delegados capitulares un informe detallado de la gestión de las sumas recibidas en el marco de la llamada a la solidaridad. Se han creado varios fondos en nombre de las Provincias necesitadas. Aunque no estemos lejos del objetivo de la autonomía, caminamos en la buena dirección. Con la llamada a la solidaridad del 20.º Capítulo general de 2001, los fondos recogidos nos permitirán terminar de enviar fondos de la Administración general a varias Provincias, consiguiendo así la autonomía económica que tanto buscamos. El fondo más importante que hay que establecer es el FONDO DE LA FORMACIÓN. Ese fondo tendrá que desembolsar anualmente unos 800.000 $ USA, más o menos, para nuestros noviciados necesitados y para nuestros centros de formación: el Centro Internacional Marista (Nairobi) y el Centro Marista para Asia y el Pacífico (Manila). ¿Será una realidad en el 2005?

Ud. viene del Canadá, un país del primer mundo (G-8). En sus viajes por el mundo marista ha constatado grandes diferencias entre los países y nuestras comunidades. ¿Qué piensa de esa situación?
El mundo marista es la imagen del mundo real: una gran disparidad de recursos económicos. En su conjunto, nuestras comunidades favorecen la sencillez. Con algunas excepciones, nuestras comunidades están bien equipadas y no carecen de nada. Una constate que se observa: nos situamos en la parte superior de la clase media. No hay que pensar en un estilo de vida uniforme para todos. Debemos ajustar nuestro estilo de vida en función de la cultura y del medio en el que nos encontramos implantados.

La globalización es un debate con dos visiones contrarias, simbolizadas por los encuentros de Davos y de Porto Alegre. ¿Qué piensa sobre este tema?
Globalización y mundialización son dos términos de moda. Basta con invocarlos para ver que se levantan protestas justificadas o no. Esas realidades deben traer más justicia y un mejor reparto de la riqueza. Las naciones ya no pueden aislarse las unas de las otras. Entre los maristas, la palabra de moda es la reestructuración. Esta realidad debe favorecer más la unidad, una mayor apertura a los otros y un mayor reparto de nuestras riquezas humanas y económicas

¿Cómo ve su futuro después de su mandato como Administrador general?
Pienso continuar poniendo mis conocimientos de contabilidad y de economía al servicio de la formación de futuros gestores de mi provincia y del Instituto; ésa es mi prioridad. Estoy igualmente abierto a las necesidades de la Iglesia y de las otras congregaciones religiosas. Sobre este tema, una institución financiera de Québec me ha preguntado sobre la posible prestación de servicios como consultor de las diócesis y de las comunidades religiosas.

Y para terminar
Se acaba una etapa. Una etapa que se ha desarrollado a gran velocidad.
Gracias, especialmente, a los hermanos Benito y Seán que me han apoyado y animado durante estos nueve años.
Mi agradecimiento a los hermanos que han servido en la Comisión Económica Internacional y a los hermanos que han trabajado en algunos servicios esenciales en las actividades antes mencionadas.
Todo mi afecto y mi amistad a los hermanos Administradores provinciales y de distrito por su apertura de espíritu y su cooperación. Hemos crecido juntos. ¡Que Champagnat os bendiga!

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