Hermanos maristas en Rumanía

01/03/2007

Respondiendo a la invitación del XIX Capítulo general, el Consejo general hizo suya la idea de ir hacia los países del Este de Europa, recientemente liberados del sistema comunista.

Fue este Consejo quien sugirió a las provincias maristas de Europa que fueran ellas las que lo llevarán adelante. Después de un primer momento de estudio fueron las antiguas Provincias de L¨Hermitage, Castilla , Madrid y Bética las que se interesaron por este proyecto.

Comenzaron por conocer diferentes países del Este de Europa. En Hungría ya estaban los hermanos y por lo tanto quedaba descartado. La comisión encargada al efecto de esta búsqueda se decidió por Rumania. Era un país del Este, recientemente había sufrido la revolución y la caída del régimen comunista. Se veía una nación necesitada. Era un país cristiano. Con mayoría de cristianos ortodoxos, con un seis o siete por ciento de católicos. Y sobre todo con una lengua de origen latino, aunque con muchas influencias eslavas y árabes. Los hermanos provinciales de las cuatro provincias que se había comprometido tomaron la decisión de apoyar este proyecto.

En un primer momento cada provincia aportaba un hermano En septiembre de 1997 se constituyó una comunidad en Madrid con tres hermanos de las tres provincias españolas implicadas. El cuarto hermano sería de Grecia, sector que, como es sabido, pertenecía a la Provincia de L´Hermitage.

Después de unos meses de mutuo conocimiento y de dar los primeros pasos en la lengua rumana el 28 de abril- día de San Pedro Chanel- llegaron los primeros hermanos a Bucarest.
Aquí les esperaban el párroco de la Parroquia de Bucuresti Noi y las religiosas que están en la misma parroquia . Tuvieron una acogida excelente.
Sin duda que los primeros contactos en esta nueva realidad fueron de tanteo y de ir conociendo el entorno. Situarse en la parroquia, en el barrio y en la ciudad requiere su tiempo. Los hermanos lo fueron haciendo y poco a poco iban conociendo este país y esta ciudad.

La mayoría de las Congregaciones religiosas, tanto de religiosos como de religiosas, han ido llegando desde el extranjero después de la revolución de diciembre del 1989. Por lo tanto casi todas ellas tienen una vida muy corta en esta Iglesia. La vida religiosa existe principalmente en la Iglesia ortodoxa, ha estado permanentemente, pero no ha salido de sus monasterios. La vida religiosa de vida activa es muy poco conocida por la sociaded civil y en la Iglesia ortodoxa. Los monasterios sí tienen importancia en el mantenimiento de la tradición religiosa e incluso en la espiritualidad. La Iglesia ortodoxa rumana tiene su Patriarca. Este es autónomo y la organización de la Iglesia ortodoxa rumana gira en torno a su Patriarca.

El sacerdote católico, religioso o diocesano, está prestigiado y su voz es muy escuchada entre los católicos. En muchos casos excesivamente porque es la única que vale y la única que cuenta. Las Iglesias, tanto católica como ortodoxa, están muy jerarquizadas.
La vocación de hermano es poco conocida y está muy poco valorada. Se asimila con la del monje ortodoxo que en su Iglesia ocupa el último lugar. Los posibles vocaciones piensan en el sacerdocio. Ya sea secular o regular.

Este es un reto importante que tenemos nosotros y las demás congregaciones laicales: dar a conocer el carisma de la fraternidad en esta Iglesia rumana. Que los jóvenes y las familias cristianas conozcan y valoren positivamente este carisma. Encontrar el sitio en la Iglesia Institucional es para nosotros un tema importante. Mostrar a todos los cristianos que la vocación de hermano está vigente en la Iglesia universal y por la tanto también en esta Iglesia local. Recientemente escuche decir a un sacerdote carmelita que en esta Iglesia local sobran sacerdotes y faltan hermanos, pero este religioso es italiano y tiene una mentalidad distinta del sacerdote de esta tierra.

Lo cierto es que la vida marista en Rumania es incipiente y tenemos unos retos marcados: inculturar el carisma de San Marcelino Champagnat en este medio social y en esta Iglesia. Hacer visible el carisma de la fraternidad en medio de nuestros hermanos los hombres y mujeres rumanos. Abrir nuestra mente, nuestro corazón y nuestras manos para acoger a todos los hombres y mujeres, especialmente a los niños y jóvenes más necesitados.
Poco a poco nos vamos abriendo a distintas realidades de jóvenes . Estamos muy presentes en la catequesis de la parroquia y de otros medios. Colaboramos con otros religiosos y religiosas en la preparación de materiales para la catequesis y en la organización de convivencias y retiros para jóvenes.

Ofrecer a los jóvenes nuestra identidad marista suficientemente clara y atrayente es un objetivo presente para nosotros. Sin duda que es algo que nos interroga y nos preocupa. Sin embargo sabemos que es Dios quien riega y hace crecer, nosotros sólo sembramos y como dice el salmo, muchas veces con lágrimas, porque el fruto no se ve y sólo lo da Dios a sus amigos, cuando seamos constantes en el trabajo y en la oración.
Un segundo aspecto del que queremos dejar constancia en esta presentación es la definición de la misión de los hermanos en Rumania.
También este punto ha tenido una larga andadura.

En primer lugar las instrucciones que los Superiores dieron a los hermanos eran claras y concretas. Ya tenemos demasiadas obras y propiedades. En las nuevas fundaciones tenemos que buscar otras vías de ocupación y de inculturar el carisma de Marcelino Champagnat. Más o menos en estos términos se expresaron los Superiores. Conservamos, todavía, la carta que el hermano Benito Arbués, Superior General entonces, dirigió a la comunidad en la que expresaba estas ideas.
Y por cierto que los hermanos las tuvieron muy en cuenta.

Después de un primer asentamiento en la ciudad de Bucarest de haber conocido distintas realidades de jóvenes y niños, los miembros de la comunidad se repartieron entre varías instituciones que trabajaban con niños y jóvenes necesitados, en concreto con niños de la calle y se lanzaron a conocer de hecho esta realidad hasta entonces desconocida.
Algunos hermanos salieron fuera de la ciudad de Bucarest para trabajar en instituciones privadas, generalmente de la Iglesia. Otros permanecieron en la capital.
Era una manera de ir conociendo la realidad educativa y social del país. Así se estuvo varios años intentando que nuestro carisma y nuestra manera de hacer se pudiera llevar a la práctica.

En algún momento hubo un principio de acuerdo con una Institución dedicada a trabajar con niños de la calle pero no se pudo llevar a efecto porque en el último momento la otra institución no aceptó la propuesta que ofrecían los hermanos
Cosa semejante ocurrió unos años después. Cuando ya estaban avanzadas las conversaciones con una nueva Asociación privada , tampoco se llevó a término por no sé que cuestiones. Nunca nos dieron explicaciones.

Aún hubo otros intentos de colaboración en obras de Iglesia y algunos miembros de la comunidad se implicaron en actividades con niños y jóvenes necesitados. Tampoco esta ocasión dio el resultado apetecido.
Después de estos múltiples esfuerzos y de ver que el tiempo transcurría sin que se hiciera una labor marista entre los niños y jóvenes, los superiores de acuerdo con la comunidad optaron por crear una obra propia para desarrollar el carisma de nuestro Fundador en medio de estas tierras rumanas.

En medio de todos los avatares antes descritos la comunidad marista fue definiendo cuales eran los destinatarios. Sin duda que tenían que ser los niños y los jóvenes, pero desde ¿qué ámbito? . El ámbito escolar estaba cubierto en Rumania. Hay plazas escolares para todos los alumnos, con más o menos calidad. Por tanto este campo educacional lo descartamos por el momento; quién sabe si el futuro presenta el suficiente interés y los Hnos optan por trabajar en una obra de escuela…

Sí encontramos un campo en el que era urgente poner manos a la obra. La multitud de niños que por unas razones o por otras estaban viviendo fuera de sus familias nos atraían. Unos, porque nunca conocieron a sus padres; otros, porque había sido abandonados y se encontraban solos. También aquellos cuya permanencia en casa es un calvario y son expulsados o bien tomaban ellos la determinación de abandonar el hogar familiar. Otro grupo es el de los niños procedentes de familias en las que la necesidad es tan grande que no le pueden sostener materialmente y se desprende de él.
En medio de este conjunto de necesidades y de situaciones, los hermanos maristas optamos por dar una respuesta, al menos, a un pequeño número de estos niños y jóvenes.

Fue un momento muy oportuno el de la reestructuración para iniciar una nueva experiencia educativa con niños rumanos.
La nueva Provincia de Ibérica, de quién pasó a depender estas comunidades y toda la obra de Rumania, apostó desde el inicio por este tipo de niños.
En diálogo con el Superior Provincial y su Consejo, se optó por la creación de un Centro para los niños de la calle.

Ya se terminó la construcción del centro San Marcelino Champagant para niños de la calle y en él se acogen ahor mismo treinta niños y en breve serán cuarenta. Esto ha sido posible con la ayuda de Caritas de la Diócesis de Voralberg de Austria, con fondos de la Caja España y lo que nos aportó la Provincia Iberica se construyó este centro , compuesto de cuatro casas, de tipo familiar, para acoger en cada una de ellas a diez muchachos, niños y niñas.

En este tiempo que ha durado la planificación y la construcción del centro, en la casa de la comunidad hemos venido realizando ya este trabajo con un pequeño grupo de niños de este tipo. El espació que ocupaba la Comunidad ha sido liberado en su mitad, yéndose tres hermanos a vivir de alquiler a un bloque de los muchos que existen en este Bucarest y en él hemos recibido a ocho niños que están siendo atendidos por otros tres hermanos y seglares para cubrir sus necesidades básicas y establecer un proceso educativo personalizado que les ayude a ser hombres de futuro.

Una vez trasladados estos niños al nuevo centro , la comunidad que reside en esta casa ha creado un centro de día para la ayuda de niños y niñas que estando en sus familias se encuentran con grandes necesidades de todo tipo. Es una labor de prevención. Muy impotante en nuestro medio.

No cabe duda que el futuro de los maristas en Rumania no ha hecho nada más que empezar y Dios dirá cual va ser el camino que tenemos que recorrer. Para empezar ya tenemos un intercesor ante el Padre. Me refiero al hermano Luis Ayala que estando destinado en Bucarest partió a la casa del Padre en marzo de 2005 y es nuestro valedor.
Tenemos plena confianza en nuestra Madre María, que como siempre, sigue haciendo todo entre nosotros. El padre Champagnat nos va indicando cuales son hoy y aquí los Montagne y a nosotros sólo se nos pide trabajar y luchar para hacer efectivo el SUEÑO DE SAN MARCELINO CHAMPAGNAT.

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