12 de junio de 2020 ESPAñA

Una comunidad de espiritualidad marista y mixta en Granada

1 de septiembre de 2017. Ese fue el día para comenzar una carrera en la que ya nuestra provincia llevaba un tiempo entrenando con sueños e intuiciones compartidas entre hermanos y laicos.

Esta fecha no es sólo el inicio de la comunidad, sino también el resultado de una reflexión de calado sobre la comunión hermanos-laicos que llevaba algunos años generándose en la Provincia Marista Mediterránea, habiendo acogido la comunidad de Granada ya algunas experiencias puntuales de familias que querían vivir su vocación laical en comunión con los hermanos.

Así, durante dos cursos anteriores se fue gestando esta parte del sueño de Marcelino que se está viviendo en Granada. Concretando en el verano anterior a nuestro comienzo, el Hermano Provincial juntó para empezar desde cero a un grupo de hermanos y de laicos para que iniciaran esta aventura: una comunidad de espiritualidad marista y mixta en la Provincia Mediterránea.

Una comunidad que comparte vida

Y de esta manera fue como la comunidad comenzó a rodar con una serie de planteamientos iniciales que servirían de germen: una comunidad con oración profunda y compartida, que nace de la vida y la lleva a ella. Una comunidad del día a día, que potencia nuestros talentos y cuida las vocaciones específicas de cada uno, una comunidad que discierne su misión y que habla desde el consenso. Una comunidad que comparte bienes, comparte espacio, comparte inquietudes, comparte VIDA.

Desde aquí se ha comenzado a vivir. La comunidad debería caminar en consonancia a todo lo que está viviendo nuestra provincia, y de esta manera, convertir en realidad ese ser comunidad, vivido desde la cotidianeidad del día a día hasta contar ya los tres cursos de “carrera de fondo” que está recorriendo.

Los hermanos Benito, Antonio, José Ignacio, Javier y Juan Pablo comparten camino con la familia de Ana y Javier, y sus hijos Miriam y Samuel, la familia de Eva y Alfredo, y sus hijos Jairo y Ángel y el también joven laico Víctor. Además compartimos curso con el hermano Sandro desde febrero.

Comunidad evangelizadora

El vivir en un discernimiento continuo de la misión crea en la comunidad un ambiente de inquietud por nuestro ser evangelizadores entre los jóvenes, que ha llevado a esta movida comunidad a organizar encuentros en torno a la espiritualidad marista con jóvenes y comunidades de jóvenes laicos de nuestra provincia sobre temas como la Fraternidad, la Misión Marista o la Espiritualidad de Marcelino. Se muestra así la comunidad como una herramienta en el acompañamiento marista pero, sobre todo, como un espacio de encuentro referencial para aquellos que se sienten parte de esta familia que compone nuestro Instituto en nuestra provincia. “¿Cómo ser muestra del carisma de Marcelino entre los jóvenes y maristas de hoy?” Esa es la pregunta de fondo que articula nuestra misión y nuestro sentir comunitario.

No ha sido todo un camino fácil, pero igual que la tortuga que corre contra la liebre en ese famoso cuento, la comunidad no quiere descansar ni quemar procesos, al contrario, quiere suponer para los demás un empuje, un resorte, una bombona de oxígeno que ayude en los procesos personales y ser en sí misma esa tortuga decidida a apostar por un estilo de vida posible a la luz del Evangelio y de nuestro ser marista hoy.

Carisma marista

¿Tiene sentido esta nueva experiencia dentro del carisma? El corazón de la comunidad y el sentir de la Provincia Marista Mediterránea dan fe de ello. Dificultades en el proceso, como la capacidad de decisión o una nueva forma de entender los liderazgos o las tareas propias de la misión no han empañado la fuerza de esta comunidad, que radica en su experiencia de caminar juntos, de convivir, de sentir al otro como un hermano de VIDA. Cobran sentido aquí las palabras de un hermano muy querido en Granada y entre los maristas, el hermano Servando, mártir de Bugobe: “Nuestro lema seguirá siendo DA VIDA, porque nuestra vida tiene la savia del que es la Vida. Nuestra vida no se puede confundir con sucedáneos, porque nosotros estamos enganchados a la vida de Jesús.”

Y es cada día una nueva oportunidad para esta comunidad que quiere ser puertas abiertas para el que entre, refugio para el que lo necesite y trampolín para el que quiera saltar. Una comunidad que vive en continuo discernimiento para descubrir nuevos soplos del Espíritu para los maristas de hoy, para la Familia Marista. Que esta sea una experiencia como esa fábula de la tortuga y la liebre, pues nosotros también queremos generar una historia y un camino, del que siempre puedas sacar una bonita moraleja.

Por ello, lo mejor que se le puede decir al que quiera descubrirlo es: “ven con nosotros a un lugar tranquilo.”

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