5 de noviembre de 2010 BRASIL

Una gran nube de testigos

El cuadro que representa a los Beatos hermanos Bernardo, Laurentino, Virgilio y 44 compañeros mártires, es obra de Danilo Ferreira Silva, hermano en formación de la Provincia Brasil Centro-Norte. El artista ha buscado interpretar, con trazos bien definidos y colores vibrantes, la heroica aventura de estos hijos de España que, tanto en la vida como en la muerte, honraron a la Iglesia y al Instituto marista. Aunque esté pintado en estilo clásico el autor enriqueció su obra con contornos figurativos que hacen pensar en los iconos de tradición cristiana oriental, cuyas formas y colores, cargados de simbolismo, evidencian el misterio y por lo tanto la dimensión trascendente que envuelve y eleva a la humanidad tocada por Dios. El centro de la obra es Cristo Resucitado que, envuelto en la luz gloriosa, se proyecta como el Pantocrátor ante los ojos de quien contempla. Sus brazos abiertos sugieren la acogida ?venid a mí todos los que estáis fatigados y yo os daré descanso? (Mt 11,28); pero también el mandato pascual ?id, pues, y haced discípulos a todas las naciones? (Mt 28,19). Los mártires que lo rodean, actualizan la palabra del apóstol cuando dijo: ?para eso Cristo murió y volvió a la vida: para ser el Señor de vivos y muertos? (Rm 14, 9). La presencia de los 47 mártires no es secundaria en la composición de la escena, sino que es un elemento esencial que se impone por la abundancia y por el simbolismo que tiene en sí mismo. El observador atento percibirá que los mártires no miran hacia el Resucitado sino que junto a él, tienen la mirada vuelta hacia adelante, como diciendo a quien los contempla: nosotros no somos la luz, somos una flecha que indica hacia ella, ?Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo? (Jn 1,29). ?La salvación pertenece a nuestro Dios, que está sentado en el trono y al cordero? (Ap 7, 10). Se asocian de esta forma a la alabanza de toda la Iglesia cuando canta el Te Deum: ?A ti te alaba la multitud admirable de los profetas y el luminoso coro de los mártires?. Los mártires se encuentran sobre un campo verdeante y discretamente florido, que parece brotar de la tierra junto con las plantas que les sirven de apoyo para los pies. El autor quiere así evidenciar la fecundidad de la sangre derramada por amor a Cristo y a su Evangelio: ?la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos? (Tertuliano).Tres hermanos fueron representados, al frente del grupo, con símbolos que reflejan la vida cristiana y la misión marista:Bernardo, en el centro, tiene en su mano la palma, símbolo del martirio. Representa a todos aquellos que ?estaban de pie ante el trono y ante el Cordero, vestidos con blancas vestiduras y con palmas en las manos? (Ap 7,9). Con uno de los pies pisa un fusil, símbolo de la crueldad con la que fue asesinado en la madrugada del día 6 de octubre de 1934. Es la vida que vence a la muerte. Su gesto altivo desafía: ?¿Oh muerte, donde está tu victoria?? (1 Cor 15, 55).Virgilio tiene en la mano izquierda un libro y con la derecha esboza un gesto de exhortación. Evidencia así, el apostolado de la educación cristiana de la juventud, vocación común a todo el grupo. De él, que fue un eximio educador, se puede decir, que con su pedagogía, realizó aquel consejo dado en el libro de los Proverbios: ?Enseña al niño el camino por el que debe andar, para que cuando sea viejo no se desvíe de él? (22,6).Laurentino es representado con un pergamino como alusión a su carta circular, datada en 1933, en la que presintiendo que la persecución religiosa se abatiría sobre la Congregación Marista en España, advierte a todos: ?Es ahora el momento de mostrar hasta dónde va la fidelidad que vosotros habéis jurado al Señor?. Él mismo fue el primero en demostrar la grandeza de su lealtad a Dios. Siendo Provincial y por tanto primer responsable por el bien de sus hermanos, se comportó como verdadero pastor: no huyó frente a la amenaza de los ?mercenarios? sino que permaneció junto a sus ovejas, dando la vida por ellas (cf. Jn 10,15).El H. Carlos Rafael y El H. Epifanio, respectivamente, el más joven y el más anciano del grupo, también están representados de forma simbólica. El primero está de rodillas, tiene los brazos y las manos abiertas, lo cual sugiere una actitud de humildad y disponibilidad en el seguimiento de Cristo. De este joven mártir, de apenas 19 años, se puede decir que vivió la recomendación que Pablo hiciera a su amigo Timoteo, ?Que nadie menosprecie tu juventud. Procura en cambio ser para los creyentes modelo en la palabra, en el comportamiento, en la caridad, en la fe, en la pureza? (1Tim 4,12). El segundo, a su vez, tiene entre las manos, una lámpara que irradia abundante luz. Simboliza la experiencia y la sabiduría adquiridas a lo largo de su vida consagrada. En 62 años de edad, 16 de los cuales vividos como hermano marista, encarnó la palabra de Dios expresada por la boca del profeta Isaías: ?Yo te he constituido luz para las naciones? (42,6).Se sabe que la piedad mariana es un fuerte distintivo de este grupo de mártires. El autor ilustró la devoción de los 47 hermanos a nuestra Señora poniendo su imagen en las manos del H. Fortunato Andrés y el rosario en las del H. Alberto María. En las letanías lauretanas ella es también invocada como Regina Martyrum y entre los maristas es cariñosamente llamada Buena Madre, Recurso ordinario y Primera Superiora. Su presencia es pues, doblemente justificada en la obra: es Reina de los Mártires y Madre bondadosa de todos los maristas.San Marcelino Champagnat un día profetizó ?…Sí, no temo afirmar, y es para mí un motivo de grande alegría, pensar que un día tendremos mártires en el Instituto?. Bernardo, Laurentino, Virgilio y sus 44 compañeros mártires son los primeros frutos de santidad en el Instituto marista, además del Fundador, reconocidos por la Iglesia. Pertenecen a aquel gran grupo que llega al impresionante número de 204 hermanos asesinados por odio a la fe cristiana y por causa de la defensa de la justicia. Todos ellos confirman irrefutablemente la afirmación de Vita Consecrata ?la entrega hasta el heroísmo pertenece a la índole profética de la vida consagrada? (n. 83). Los hermanos Licarión y Félix León, con cruces en las manos, reivindican para el grupo la concretización de aquella palabra de Jesús cuando dijo: ?Quien quiera ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga? (Lc 9,23).?Por tanto, también nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, con los ojos fijos en Jesús, el que inicia y consuma la fe, el cual en lugar del gozo que se le proponía soportó la cruz, sin miedo a la ignominia y está sentado a la diestra del trono de Dios (Hb 12,1-2).?Coherencia es no solamente recoger sus reliquias y erigirles monumentos, sino imitarlos, asumir su radicalidad, su actitud de testigos, las razones de su vida y de sus opciones y hacer fructificar su sangre con obras de vida que se prolonguen hasta la eternidad. De este modo podemos probar que no esperaron ni murieron en vano? (Benito Arbués, Fidelidad a la misión en situaciones de crisis sociales)_____________H. Rafael Ferreira Júnior, FMS

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