11 de julio de 2010 RUMANIA

Voluntarios de SED Ibérica

Raúl y Silvia son maestros y tienen 31 años. Han decidido colaborar en un campo de trabajo con niños de la calle en Rumanía. No son los primeros ni serán los últimos en elegir Rumanía como destino propuesto por SED para un campo de trabajo de verano. Pero había bastantes ganas por parte de todos de mostrar a los niños de allí, la vida de una pareja real, (y no nos referimos a la visita que hicieron Sus Altezas Reales, los Príncipes de Asturias?). Un matrimonio real. Un hombre y una mujer al mismo nivel. Donde la relación es la que es: muy, muy normal. Pero resulta que allí, no siempre es así de ?normal?, tal y como entendemos en este lado del mundo.

De entrada, a los niños les gustaba ver cómo nosotros dos llevábamos el mismo anillo. Al principio bromeaban con nosotros, diciéndonos que si nos ?gustábamos?. Como si de dos novios que se hubieran conocido hace poco tiempo se tratara. Al explicarles que la situación era ya más avanzada, es decir, que estábamos casados; que teníamos una casa; un coche? que íbamos juntos de vacaciones? Desde ese momento, sus caras, sus miradas, parecían no entender que eso pudiera ocurrir.

Quizá alguno sólo lo había visto por la televisión y eso les hacía pensar que era todo ciencia ficción. Allí nos encontramos con niños que ni siquiera habían conocido a sus padres, a su familia? Otros sí conocían una realidad familiar, aunque lamentablemente muy distinta a la que les contábamos.

Algunos niños incluso no llegaban a entender la igualdad entre los dos. No entendían que yo ayudara a poner o quitar la mesa, o me levantara a servir la comida a Silvia. No paraban de insistir en que me quedase quieto, que no hiciera nada. Podría verse como un gesto de cordialidad al ?invitado?, pero esos gestos no ocurrían si era Silvia la que intentaba ayudar en las tareas de la casa. Para ellos, eso era lo normal. No habían visto antes nada igual.

Un día llegó la pregunta que luego tantas veces comentamos entre nosotros. Una niña se acercó y le dijo a Silvia: ?Y a ti Raúl, en casa, te pega, ¿verdad??. Silvia le contestó que no. Y que no se me ocurriera? Siempre hemos pensado que fuimos nosotros los más afortunados en ese intercambio al compartir VIDA con esos niños. Uno se presenta allí con la confusa idea de? ¿ayudar?, y resulta que te vuelves con la mochila cargada de sentimientos únicos, de momentos irrepetibles, etc. Seguramente nos llevamos nosotros más que lo que pudimos dejarles allí. La experiencia, inolvidable. Los recuerdos, permanentes. Pero quizá algo dejamos también nosotros allí. Un trocito de vida en pareja. Real. Normal.

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Tommaso

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