16 de octubre de 2023 CASA GENERAL

17 de octubre: Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza

“Aceptar las propias vulnerabilidades se convierten en el espacio para la acción del Espíritu.” Instrumentum Laboris, 31 (preparación al Sínodo de la Sinodalidad).

¡Oye, tú! Sí, tú que lees esta reflexión.

Igual deberías dejar de leerla, porque tengo que reconocer, ya desde el inicio, que no me gusta la pobreza. Sí, has leído bien, ¡no me gusta la pobreza!

Alguno se preguntará cómo es posible, si trabajo en el Secretariado de Solidaridad. Pues la respuesta es muy sencilla: nunca me ha gustado la pobreza. Claro, quizá habría que reformular la cuestión; o quizá tú, lector, cambiarías la forma de expresar el enunciado: “No me gusta la pobreza”. Lo dejo así, tal cual está escrito.

El día 17 de octubre, las Naciones Unidas nos recuerdan el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Pues, ¡claro! estamos ante una de las mayores lacras de nuestras sociedades. Miles, millones de personas que no tienen lo necesario para vivir dignamente; Cientos de miles de niños que no tienen acceso a una educación adecuada, que carecen de agua potable, que no tienen cómo alimentarse, que ni siquiera se plantean poder acceder a una mínima atención sanitaria.

Y no pensemos sólo en algunas naciones de nuestro mundo, pensemos también en algunos barrios de las grandes ciudades “supuestamente” desarrolladas. La pobreza es una lacra, y por eso tantas veces intentamos esconderla, ocultarla. Es cierto que pensar en la pobreza que sufren nuestros hermanos y hermanas, en tantas partes del mundo, nos puede llevar a la reflexión y a la acción para mitigar su dolor, su situación de vulnerabilidad.

Los datos que nos muestran las Naciones Unidas sobre la pobreza en el mundo son alarmantes, porque detrás del concepto “pobreza” se encuentran seres humanos como tú y como yo que la sufren cada uno de los días de sus vidas. Por esto mismo, también, y para tratar de combatir esta situación de injusticia e indignidad para el ser humano, las Naciones Unidas nos plantean el reto de “poner fin a la pobreza en todas sus formas…”, mencionado en el primero de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Nuestros documentos Maristas son también claros al respecto y nos invitan a luchar por la dignidad y la igualdad de todos los seres humanos. Nuestro último Capítulo General, el XXII, nos “obliga” a escuchar el llanto de quienes no tienen voz. Y, además, nos exhorta a ser creativos para dar respuesta a sus necesidades.

Hace unos días, el papa Francisco publicaba la exhortación apostólica Laudato Deum, que puede que algunos de vosotros ya hayáis leído. En ella, en el número 69, Francisco nos hace una invitación clara a embellecer nuestro mundo. ¿Cómo embellecerlo sin contar con nuestros hermanos que sufren la pobreza? Sí, es imposible separar el cuidado de nuestro mundo y del cuidado de quienes lo habitan.

Nuestra Regla de Vida, en el título del tercer capítulo, nos recuerda que debemos estar “en permanente actitud de servicio”. ¿Y qué significa esto? Pues fácil, bueno no, muy complicado. Sifnifica ponernos de parte de los más necesitados, ponernos de parte de quienes sufren la pobreza, en cualquiera de sus manifestaciones. Demos “preferencia a aquellos que nunca la tienen” (RV 92).

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H. Ángel Diego García Otaola – Director del Secretariado de Solidaridad

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