1 de enero de 2018 CASA GENERAL

Aniversario de la fundación del Instituto Marista

Marcelino Champagnat fundó, el 2 de enero de 1817, en la Valla (Francia), un Instituto religioso laical, o Instituto religioso de hermanos, con el nombre de Hermanitos de María. Él lo concebía como una rama de la Sociedad de María.

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Nuestros orígenes fueron modelados por la atenta relación entre un joven sacerdote rural y un grupo de muchachos que vivieron en un tiempo de gran turbulencia social. El sacerdote se llamaba Marcelino Champagnat, los jóvenes eran Juan María Granjón, Juan Bautista Audrás, Juan Claudio Audrás, Antonio Couturier, Bartolomé Badard, Gabriel Rivat y Juan Bautista Furet. Ellos se convirtieron en nuestra comunidad fundacional de La Valla.

Hombres sencillos y sin formación, vivían con gran sencillez y unidad. Su jornada transcurría aprendiendo a leer, escribir y enseñar, y trabajando con sus manos para sostenerse económicamente. Vivían en medio de la gente y compartían su suerte.

Fueron descubriendo, cada vez más profundamente, la presencia de Dios en medio de ellos y aprendieron a confiar en la Providencia. Juntos cultivaron la sed de Jesús y el deseo de seguirle al estilo de María. Desarrollaron el amor a María como medio seguro de centrar sus corazones en Jesús. Se animaban unos a otros para ayudar a los necesitados.

Como María cuando se puso en marcha con presteza hacia la región de las colinas, salían cada semana a los caseríos de los alrededores para dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar. Se preocupaban por los niños pobres y los acogían en su casa.

Este modo de vivir el evangelio era un reflejo del carácter, los valores y la espiritualidad de su guía, Marcelino Champagnat. Su espiritualidad estaba profundamente influenciada por su propia personalidad. Sus primeros discípulos recordaban con afecto al Marcelino que habían conocido: abierto, sincero, decidido, valiente, entusiasta, constante y ecuánime. Su vida entera era el testimonio de una persona que tendía a lo práctico, un hombre activo y lleno de humildad. Esto le capacitaba para extraer de diversas fuentes una espiritualidad sencilla y realista. 

Entre las influencias formativas que modelaron la espiritualidad de Marcelino, fue clave la experiencia personal de sentirse intensamente amado por Jesús y llamado por María. Un incidente, sucedido a principios del año 1823 (el Acordaos en la nieve), fue interpretado por Marcelino y sus hermanos como una señal muy significativa. Marcelino y Estanislao se perdieron en una tormenta de nieve. Con su compañero inconsciente a sus pies, Marcelino pensó: Si María no viene en nuestra ayuda, estamos perdidos. Poniendo su vida en manos de Dios, rezó el Acordaos. Su oración a María fue milagrosamente escuchada. Marcelino y sus primeros hermanos vieron en este suceso la manifestación de una realidad más profunda: la elección de Dios para compartir la misión de María.

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Agua de la Roca, 2-7

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