19 de julio de 2019 FRANCIA

?Cuando el carisma de san Marcelino Champagnat toca el corazón de las personas, cambia la vida?

Durante las últimas semanas, varios grupos del mundo marista han pasado por los lugares maristas de Francia: Canadá, Estados Unidos, Paraguay, Brasil, España, entre otros. En el texto siguiente, el grupo formado por miembros de los Equipos directivos de las obras educativas de Ibérica cuenta su experiencia.

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Son las 8.00 de la mañana. Notre Dame de L’Hermitage despierta. Comienza una nueva jornada con el sonido de las campanas y un buen desayuno. Junto a nosotros, se encuentra un grupo de norteamericanos, que días más tarde será de brasileños. Este precioso lugar de los montes del Parque regional del Pilat nunca habría imaginado que viajarían en peregrinaje personas de todas las partes del mundo, maristas que acuden a conocer sus orígenes, el comienzo del gran sueño de Marcelino Champagnat.

En esta semana hemos tenido la oportunidad de contemplar con nuestros propios ojos la frondosa naturaleza del Parque Regional del Pilat, el entorno que rodea todos los pueblos y aldeas en los que Marcelino comenzó su andadura como sacerdote allá por 1816. Hemos podido caminar por las calles de su pueblo natal; escuchar sus vivencias, como la del joven Montagne; y sentir la magia que envuelve la primera casa de los Hermanos Maristas en La Valla.

También hemos conocido otros muchos lugares importantes en la vida de nuestro fundador, como la que fuera la gran villa de Marlhes, donde veneran a san Marcelino como uno de los suyos; aldeas como Le Bessat y Maisonnettes; y la ciudad de Lyon, con su bella e imponente basílica de Fourvière, donde tuvimos la ocasión de rezar y manifestar nuestro compromiso como entonces hicieron los primeros hermanos en la “promesa de Fourvière”.

Sobre los primeros hermanos hemos aprendido que su sencillez, su trabajo y su bondad les convirtió en modelos de vida para todos los que después llegaron, y que hoy en día su carisma sigue vivo en todos nosotros. Marcelino fue su primer ejemplo y durante más de 200 años su tenacidad, compasión, alegría, afabilidad e inspiradora energía han construido una familia diversa y global que continúa su labor de educar y evangelizar a niños y jóvenes.

Hemos tenido el privilegio de disfrutar como niños con las enseñanzas y virtudes que la actual comunidad de L’Hermitage nos ha transmitido sobre su pasado y su presente, tendiendo siempre puentes al futuro. Les daremos eternamente las gracias por su cariñosa acogida y el regalo que nos llevamos en nuestro corazón: la ilusión de comunicar a nuestros compañeros y alumnos todo lo vivido, y la experiencia de fraternidad y pertenencia a una gran familia.

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