16 de febrero de 2010 MADAGASCAR

La Espiritualidad Apostólica y el Carisma de Marcelino Champagnat

El Capítulo general de los Hermanos Maristas de 2001 pidió que se apoyasen la Espiritualidad apostólica Marista y el carisma de Marcelino Champagnat y que se hiciesen accesibles a un público más amplio. Entre los otros laicos Maristas de Marcelino en todo el mundo, nosotros miembros de la familia marista de Madagascar estamos también llamados a vivir el llamado y la espiritualidad maristas.

Con esta finalidad, se organizó un campamento Marista los días 27 y 28 de diciembre 2009, en el Reception Centre de Mahatamana, en Antsirabe. Fue dirigido por el H. Sylvain Ramandimbiarisoa y participaron del mismo 15 laicos y 6 aspirantes.

Hemos sido ayudados en nuestra reflexión y discusión sobre nuestra verdadera identidad como laicos maristas de Marcelino por dos documentos en particular. El primero: Agua de la Roca, nos recordó que Marcelino construyo el Hermitage con sus manos, de la misma roca; que el agua del Gier fue una importante fuente de vida para la primera comunidad, y que las dos imágenes de Agua de la Roca transmiten la esencia misma de la Espiritualidad Apostólica Marista: dar a conocer y a amar a Jesús, que es el agua viva y la roca sobre la que podemos apoyarnos.

El Segundo documento que lleva por título Alrededor de la misma mesa, nos ha recordado el hecho de que no somos meramente amigos, antiguos alumnos, colegas, etc., de los Hermanos Maristas. A través del documento, podemos profundizar nuestra comprensión de nuestro lugar respecto al Instituto y la Iglesia. De hecho, podemos ahora apreciar verdaderamente nuestro rol: somos laicos maristas porque hemos respondido al llamado de Dios: estamos llamados a cumplir la misma misión que los hermanos maristas. Estamos llamados a vivir juntos a partir de las fuentes maristas y a ser testimonios del carisma de Marcelino. Finalmente, estamos llamados también a vivir la misma espiritualidad que ?da forma al modo en que nosotros comprendemos el mundo y nos relacionamos con él, con los otros y con Dios?.

Reflexión, discusión, oraciones, comidas ?alrededor de la misma mesa?, juegos compartidos y hasta dormir en la misma casa nos han enseñado verdaderamente a apreciar el agradable sabor de la fraternidad marista.

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Veronirina Raherimandimby

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