21 de febrero de 2008 CASA GENERAL

Laicos y hermanos, juntos, recreando el carisma marista

La colaboración entre el Secretariado de Laicos y la Comisión de Vida religiosa está contribuyendo a poner en marcha uno de los sueños expresados en la Asamblea internacional de Mendes (Brasil): la formación marista conjunta de hermanos y laicos.

Del 1 al 31 de julio de 2008, en Quito (Ecuador) para el área lingüística hispano-portuguesa, y del 26 de abril al 17 de mayo de 2009, en St. Paul-Trois-Châteaux (Francia) para el área lingüística anglo-francesa, se realizarán dos experiencias internacionales de formación conjunta y vitalidad carismática.

El objetivo general es ?capacitar a un grupo de hermanos y laicos para impulsar procesos de formación conjunta en las unidades administrativas del Instituto?.

La formación a la vida marista fue unidireccional durante muchos años; por una parte, impartida desde los hermanos hacia los jóvenes que aspiraban a abrazar la vida religiosa marista (formación inicial) y, por otra, hacia los mismos hermanos para ayudar a mantener su fidelidad creativa (formación permanente).

A partir de la década de los 70, comenzó a despuntar una formación marista nueva, impartida también por los hermanos, pero dirigida ahora hacia los laicos, sobretodo para los cuadros directivos y los profesores laicos de las obras educativas maristas. Los hermanos les comenzaron a hablar de carisma, espiritualidad y misión marista. Era una necesidad vital para que las instituciones maristas no perdieran su identidad propia. No era suficiente que los pocos hermanos que había en cada obra vivieran ese espíritu, sino que toda la comunidad educativa debía estar imbuida del mismo.

Los cursos, talleres y retiros se fueron generalizando en casi todas las provincias del Instituto, se empezaron a establecer niveles de inducción y de profundización; y, si bien al principio, giraban alrededor de la preocupación de la acción educativa concreta en el ámbito escolar, pronto se fue ampliando su campo de visión: se empezó a invitar también al personal administrativo y auxiliar, así como a los padres de familia de los alumnos, a los antiguos alumnos, a los voluntarios y animadores de la pastoral, solidaridad, etc.

Lo que empezó como una formación para la acción educativa concreta (para los alumnos), pasó a la vida de las personas laicas como una formación para la vivencia concreta de su vida cristiana. Los términos, las actitudes y el estilo de vida marista fueron siendo apropiados fuertemente por algunos laicos. Se empezó a hablar de un carisma, una espiritualidad y una misión marista, donde hermanos y laicos sentían que tenían cabida. Y algunos laicos, animados por algunos hermanos, empezaron a preguntarse si existía una vocación marista para laicos, pues experimentaban que lo marista era una forma de vivir el Evangelio que les atraía y se convertía en misión, llamado de Dos, más allá de todo contrato laboral.

En la década de los 90, y sobretodo a partir de la canonización de san Marcelino Champagnat, se fue haciendo fuerte la convicción de que el carisma de Champagnat y de los primeros hermanos era un carisma para la Iglesia, y que, por tanto, existía una vocación marista común y eran posibles unas vocaciones maristas específicas a la vida religiosa (masculina y femenina), a la vida laical (en matrimonio y soltería), a la vida sacerdotal siguiendo el carisma de Champagnat, etc.

En esa década, algunos laicos ? se entiende con vocación marista ?, junto a los hermanos, empezaron a formar parte de los equipos que impartían los cursos de formación a otros laicos sobre el carisma y la espiritualidad maristas.

Hoy nos encontramos a las puertas de inaugurar otro modelo nuevo de formación, mucho más revolucionario que el anterior, y que llamamos de ?formación marista conjunta?, queriendo significar que laicos y hermanos ? si van desarrollando responsablemente su vocación marista común y específica ? deben empezar a ?aprender los unos de los otros? de la gracia de Dios, derramada a través del carisma marista presente hoy en la Iglesia.

Así, estamos comenzando a hacer realidad uno de los deseos del último Capítulo general (2001): ?Nos comprometemos a promover experiencias y procesos de reflexión conjunta que nos lleven a profundizar en nuestra identidad marista y a perfilar distintas formas de pertenencia al Instituto. Ello implica procesos de formación conjunta de hermanos y laicos? (Optamos por la vida, 29).

El carisma, la espiritualidad y la misión marista se enriquecerán de la diversidad y complementariedad de los diversos estados de vida en que se puede vivir el carisma del fundador de una familia espiritual, como lo es la Familia Marista de Champagnat. ?No es raro que la participación de los laicos lleve a descubrir inesperadas y fecundas implicaciones de algunos aspectos del carisma, suscitando una interpretación más espiritual, e impulsando a encontrar válidas indicaciones para nuevos dinamismos apostólicos? (Vita consecrata, 55).

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